El grupo decide piscina
Y decide piscina ol¨ªmpica. No es valent¨ªa, es temeridad
Siguiendo la recomendaci¨®n de mucha gente, nos animamos en el Grupo Jubilata a iniciar una tabla de gimnasia y decidimos empezar por la menos traum¨¢tica, la piscina. La minor¨ªa protest¨® lo indecible y con raz¨®n porque nunca hab¨ªan aprendido a nadar ni medio bien. La soluci¨®n se la dimos al un¨ªsono: vosotros a la infantil. Imaginaos a este grupito de excursi¨®n a unos grandes almacenes para comprar el equipo, esto es, unas chanclas, ba?ador, gorrito y gafitas, sin olvidar una toalla grande; los m¨¢s pretenciosos hasta un albornoz con capucha, que cuando se lo probaban parec¨ªan monjes capuchinos o boxeadores a punto de saltar al ring. Estuvimos todos de acuerdo en desechar los slip, porque lo de epatar a estas alturas es una necedad, adem¨¢s de humillante, rid¨ªcula. Los manguitos, roscos y similares, fueron ninguneados con altaner¨ªa, sin advertir lo necesarios que son a mitad de la piscina.
Toda una ma?ana de prueba en esos grandes almacenes. La paciencia infinita de las empleadas compaginaba con sonrisas de compasi¨®n; y no era para menos cuando sal¨ªa cada uno del probador, con el equipo totalmente colocado ¡ªel mejor el del ba?ador tipo tigre¡ª, haciendo posturitas de forzudo de halterofilia, intentando sacar b¨ªceps que en realidad m¨¢s semejaban pellejitos sobre pellejitos, destacando alguna que otra redondez por donde la cerveza hace curvas indelebles. De forma jactanciosa y ufana concluimos que Tarz¨¢n es un pringado a nuestro lado, que estamos mal hechos pero bien terminados.
En los siguientes d¨ªas, visitamos varios clubes y al final elegimos, ni m¨¢s ni menos, que una piscina ol¨ªmpica. No es valent¨ªa, es temeridad y ganas de suicidarse. A los inexpertos o m¨¢s bien con hipot¨¦tica hidrofobia, los enviamos a la infantil no fuera a ser que se quedaran en el primer chapuz¨®n.
En los vestuarios se arm¨® la de San Quint¨ªn, porque nadie sab¨ªa ponerse bien las gafitas, drama ¨¦pico. Y para colmo de la ridiculez, lo del gorrito. Otra odisea. No se puede explicar el espect¨¢culo de salida a la piscina. Por fin nos acercamos al borde y, con prudencia, bajamos, eso s¨ª, por la escalerilla, metiendo un pie y luego el otro, y as¨ª poco a poco entramos en ese medio acuoso del que emanaba una soportable hediondez, seguro que procedente del cloro.
El largo era de 25 metros, as¨ª que comenzamos por el trav¨¦s. Ya lanzados, nos vinimos arriba y nos atrevimos con el largo, agarraditos de vez en cuando a las corcheras longitudinales. Intentamos todos los estilos, pero con el de mariposa nos ¨ªbamos al fondo habiendo tragado medio litro antes de cada inmersi¨®n; con el de braza, casi se nos desencaja la cadera; y con el crawl, las respectivas y variadas tendinitis, unidas a las artrosis y artritis, nos imped¨ªan levantar el brazo, as¨ª que terminamos en la zona donde se hac¨ªa pie caminando con las manos atr¨¢s, como en un entierro, s¨ª, el de nuestra infundada creencia de que eso de la gimnasia era pan comido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.