Yo me entiendo
Somos f¨¢bricas de unos neologismos cuyo radio de acci¨®n puede ser amplio y ocupar mazo de kil¨®metros o reducirse a cent¨ªmetros
El barrionalero es un lenguaje propio, pero tambi¨¦n una de las m¨²ltiples expresiones de la creatividad que tenemos las y los habitantes de las periferias de Madrid. Somos f¨¢bricas de unos neologismos cuyo radio de acci¨®n puede ser amplio y ocupar mazo de kil¨®metros o reducirse a los cent¨ªmetros que separan al hablar a un grupo de amigas que disparan nuevos t¨¦rminos sin parar. Pero... ?qu¨¦ hay detr¨¢s de estas construcciones ling¨¹¨ªsticas que hasta pueden resultar ininteligibles para quienes no son del lugar?
Una mezcla de porqu¨¦s que pasan por pretender que nadie se pispe de lo que dices, pero que tambi¨¦n tiene que ver con la camarader¨ªa, con mantener a las y los amigos de toda la vida, con partir de an¨¦cdotas con solera para construir expresiones nuevas que solo tienen sentido en un c¨ªrculo de confianza. A veces, el motivo que da sentido a la palabra, naci¨® tan atr¨¢s, que pocos se acuerdan de cu¨¢l fue su origen, pero que pese a todo, se mantiene por el derecho que le confiere su antig¨¹edad.
As¨ª pues, las hay que resultan de una ca¨ªda vergonzosa; de haber recibido calabazas sonadas o de que tu madre te fuera a buscar en bata, para comunicarte que ya era hora de que subieras a casa, delante de la persona que te gustaba. Aqu¨ª, como comprobar¨¢n, tambi¨¦n hay un punto de crueldad, cosa completamente admisible cuando una amistad es, en realidad, familia. Este tipo de l¨¦xico Frankenstein no solo cabe sino que incluso se exige como la muestra fehaciente, pasen los a?os que pasen, de que existe dicho v¨ªnculo. Pienso en mi pe?a de siempre y en la manera en la que se dan conversaciones como esta de forma habitual:
¡ª ?D¨®nde est¨¢ la llave?
¡ª A kirk Cameron (o ¡°A Kirk Douglas¡±)
¡ª Tronca, ya est¨¢ ¡° la Luci¡±, moviendo las cosas de sitio.
¡ª No me seas bubillas, que t¨² haces lo mismo.
Despu¨¦s, est¨¢ el barrionalero de una zona concreta. Solo con escuchar algunas palabras, estaremos dando pistas sobre nuestro pedigr¨ª y hasta nuestra geolocalizaci¨®n o¡ ?acaso mucha m¨¢s gente sabe lo que queremos decir cuando hablamos de ¡°Blasa¡±, ¡°Br¨®nxtoles¡±, ¡°polis¡± , ¡°Costa Marr¨®n¡± o ¡°Alcorqueens¡±? En este caso, a trav¨¦s de nuestro c¨®digo, estaremos contando que somos del Sur de la Comunidad de Madrid y tambi¨¦n manifestando nuestro reconocimiento con esa ¨¢rea.
Porque esa es otra, el argot de barrio puede usarse fuera y dentro de su jurisdicci¨®n. En casa, como lengua vern¨¢cula y fuera, como un modo de reivindicaci¨®n de otra manera rica, viva e imaginativa de comunicarnos. Este aspecto tiene que ver con la identidad, no solo con ser sino con decidir ser, con afirmarse en, con no tener miedo a pertenecer a comunidades tradicionalmente estigmatizadas y ridiculizadas.
Y por ¨²ltimo, est¨¢n las expresiones que son de nadie, que tienen m¨¢s a?os que el fuego y que, en un ejercicio de conservaci¨®n consciente o no, en determinados lares, algunas personas hemos mantenido. Por eso me gusta saludar con un ¡°aloha, cara de soja¡± y despedirme, como lo har¨¦ hoy de ustedes, diciendo: ¡°Ciao, pescao¡±.
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