Ni choni ni chono
Supongo que cada cual tendr¨¢ una definici¨®n interiorizada, de la que se excluye. Yo no
Poligonera, cani, barriobajera¡ Son varias las palabras para designar a las personas de la periferia. Supongo que cada cual tendr¨¢ una definici¨®n interiorizada, de la que se excluye. Yo no y hoy hablar¨¦ de nuestras caracter¨ªsticas, de las reales y de las que se nos infieren.
1. La mayor¨ªa vivimos alejadas del centro de Madrid. Cierto. Ser choni est¨¢ ligado a la clase, es no poder permitirnos una casa en la zona de moda o, si apostamos por ella, no tener un piso sino una madriguera. Residir en el extrarradio tiene cosas buenas y malas. Por un lado, en la infancia hemos podido ir a pie a cualquier sitio, lo ten¨ªamos todo a mano. Cuando la universidad o/y el mundo laboral se colaron en nuestras vidas, a muchas nos toc¨® coger transporte para ir a Madrid. Antes de que nos pusieran metro, meterse en la A-5, por la ma?ana, era igual que sumergirse en un t¨²nel de (la p¨¦rdida de) tiempo. Sin embargo, no crean que lo desaprovechamos, buena parte de las carreras y carnets de conducir del extrarradio se estudiaron en un autob¨²s. Y¡ qu¨¦ quieren que les diga, no lo cambio, nos libramos de la contaminaci¨®n severa algunos a?os.
2. Nos aducen un flagrante fracaso escolar y lo hay, pero tambi¨¦n ¨¦xitos. Ning¨²n lugar es 100% homog¨¦neo. Ahora bien, debo reconocer que estando en el instituto hab¨ªa una discoteca light llamada Punto de Encuentro que por cada suspenso regalaba un chupito para celebrarlo. Obviando el ¡°surrealismo m¨¢gico¡± de los 90, cabr¨ªa recordar que la renta es un factor que determina la trayectoria acad¨¦mica.
3. Cuestionan nuestro gusto a la hora de vestirnos. Ir envasadas al vac¨ªo, tengamos cuerpazo o no; pensar que es mejor mostrar que insinuar; llevar una raya en el ojo enorme, que ni Elisabeth Taylor cuando hac¨ªa de Cleopatra; ponernos coletas tan apretadas que nos dejan la piel m¨¢s estirada que cualquier lifting o te?irnos el pelo negro azulado o rubio oxigenado, seg¨²n la ¨¦poca, son marcas identitarias que, a mi modo de ver, nos convierten en mujeres vers¨¢tiles, con autoconfianza, sin miedo a los cambios ni al qu¨¦ dir¨¢n. Nos guste o no, si algo se pone de moda, ya sean camisetas de El Charro (o su imitaci¨®n), tocar el djemb¨¦ en un parque o dejar el coche abierto en un aparcamiento para compartir con el mundo nuestras canciones favoritas, usando un equipo mejor que el de algunas salas de conciertos, tendremos que soportarlo.
4. Ser deslenguada, decir tacos. Yo lo que creo es que no solo somos espont¨¢neas, sino que, adem¨¢s, hacemos un uso excelso de la gran riqueza l¨¦xica de la que disponemos. Recuerden a Camilo Jos¨¦ Cela, joder, gan¨® el Nobel de literatura. Pero es que, por si eso no fuera suficiente, somos las f¨¢bricas de los neologismos que conforman nuestro rico idioma propio, del que hablar¨¦ en futuros textos.
As¨ª que, en un homenaje a las madres, dir¨¦ que ni choni ni chono, ni macarra ni macarro, o s¨ª, pero con orgullo de barrio.
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