Su patio
Cuando se me olvidan los colores, salgo y ah¨ª los tengo: blanco, verde, rosa, amarillo, rojo, morado
Hace un par de semanas os hablaba de los balcones de Madrid y os contaba que en mi casa ya no existe un balc¨®n donde salir a coger aire ni una ventana al exterior por la que se pueda estirar el brazo y estar a punto de tocar las flores de los ¨¢rboles. Ya no existe nada de eso, como tampoco existe una vecina que comparta su pan con las palomas y he de buscar la ternura en otros lugares. Ahora todo es mucho m¨¢s silencioso, la luz entra con la amabilidad que permite la sombra y las vistas son hacia dentro, como si la vida o el azar me pidiera introspecci¨®n.
En mi casa de ahora hay un patio amplio, con un muro de altura media que lo separa de los contiguos pero no impide el salto (lo cual m¨¢s de una vez me ha facilitado no tener que llamar al cerrajero). En una de las paredes, cubierta por un techito, coloqu¨¦ unos azulejos que rezan: Casa Tango, el perro de mi vida, porque por ¨¦l me mud¨¦ de barrio, de balc¨®n y de parque: quise darle tranquilidad los ¨²ltimos d¨ªas de su vida. Tranquilidad: creo que era nuestra palabra favorita. Ahora es Viento quien lo ocupa, quien salta sobre ¨¦l como nunca salt¨® Tango, quien se queda quieto mirando a qui¨¦n sabe d¨®nde, quiz¨¢ pensando en c¨®mo ser¨ªa el perro que me hizo enamorarme de todos los perros del mundo. Despu¨¦s me lame la nariz y la vida sigue, quiz¨¢ un poco m¨¢s triste, pero sin duda mucho m¨¢s comprendida.
Poco a poco, y sin darme cuenta, esta casa que alquil¨¦ para dos se ha convertido en una casa de tres. Convivo con un rayito de luz que todo lo que desordena en las habitaciones lo coloca dentro de m¨ª, as¨ª que no me puedo enfadar demasiado con ella porque es muy importante cuidar a quien nos cuida. Ella dice que la casa todav¨ªa no es suya, as¨ª que se ha adue?ado del patio y lo ense?a con orgullo a las visitas. Se arremanga y pasa los fines de semana libres trabajando en ¨¦l, recortando tallos, limpiando la tierra, trasplantando flores de un sitio a otro mientras escucha alguna canci¨®n antigua, bajo los celos de un Viento que mordisquea las hojas porque no entiende que les haga m¨¢s caso a las plantas que a ¨¦l.
Hoy, el mismo patio gris¨¢ceo e industrial que alquil¨¦ hace m¨¢s de un a?o se ha convertido en un puesto de plantas similar a los de El Rastro (a veces le digo que le faltan las etiquetas con los precios). Cuando se me olvidan los colores, salgo y ah¨ª los tengo: blanco, verde, rosa, amarillo, rojo, morado. Ella cuida de mi peral y de mi olivo y protege su lavanda, la cala que le regal¨® mi abuela, dos jazmines que me alegran las tardes cuando llueve, geranios, dos girasoles que crecen contra todo pron¨®stico y una gardenia a la que canta porque se parece a su madre y es su favorita, entre muchos otros. Su cuidado por las plantas me recuerda a la ternura de aquella anciana que alimentaba a las palomas con constancia y sin esfuerzo.
Cuando quiero olvidarme del gris, solo tengo que preguntarle por su patio para recordar todos los colores. Cuando quiero salir a respirar, solo tengo que mirarle a los ojos para encontrar aire.
Madrid me mata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.