40 a?os de trabajo para crear la mejor biblioteca de mujeres
Archivera de profesi¨®n, Marisa Mediavilla empez¨® a comprar libros porque le interesaba el feminismo y creo una colecci¨®n de m¨¢s de 30.000 ejemplares
Marisa Mediavilla (Palencia, 1945) procura no poner un pie en una librer¨ªa. ¡°Es por salud mental¡±, asegura. Pasear entre estanter¨ªas llenas de libros le produce angustia. ¡°Este tiene que estar, este tiene que estar, este tambi¨¦n¡±, se dice a s¨ª misma. Con ese af¨¢n irrefrenable comenz¨® a comprar vol¨²menes sobre mujeres y de mujeres hace 40 a?os, y cumplidos los 73, ha terminado por recopilar, con ayuda desinteresada de otras colaboradoras, m¨¢s de 30.000 vol¨²menes, una verdadera biblioteca dedicada a la mujer, la ¨²nica en Madrid y la primera con vocaci¨®n nacional. Biblioteca que tuvo varias sedes informales y que, desde hace un mes, recibi¨® el Ayuntamiento de la capital.
Mediavilla no sabe el dinero que lleva gastado. ¡°Compraba de acuerdo con mi econom¨ªa libros baratos, que ahora no se encuentran o son mucho m¨¢s caros¡±. Cuando en 2011 el Instituto de la Mujer se llev¨® esta biblioteca errante al Museo del Traje, despu¨¦s de pasar por otros locales, a?adi¨® otras 150 cajas a la colecci¨®n. En su casa se apilan m¨¢s cartones y carpetas. ¡°Parece que tengo el s¨ªndrome de Di¨®genes, estoy deseando dejarla vac¨ªa¡±. Tambi¨¦n ocupan buena parte de una sala del instituto en la calle Bravo Murillo, donde se re¨²nen las amigas de la biblioteca, como sus colaboradoras Micheille Reny¨¦ y Ricarda Folla. Ella aportaba unos 1.000 vol¨²menes al a?o cuando la gestionaba y recib¨ªa donaciones.
Un intento de documentar el feminismo
¡°No hay nada registrado de los grupos feministas independientes que nos reun¨ªamos en Barquillo¡±, dice Mediavilla. Tampoco ve que haya mucha documentaci¨®n sobre los de ahora. S¨ª hay libros documentados y tesis sobre historia del feminismo, y la bibliotecaria da por hecho que tambi¨¦n sobre colectivos como Asamblea Feminista. No hay gran cosa sin embargo para referenciar o describir a los grupos independientes, ¡°que han ido desapareciendo¡±. Ella va coleccionando carpetas, folletos, chapas y todo lo que se encuentra, y las intenta archivar, con dificultades para atribuirles fechas. ¡°Me encuentro cosas del 8-M pero, ?de qu¨¦ a?o?¡±, dice con un toque de desesperaci¨®n. ¡°Tenemos que aprender a creernos de verdad a nosotras mismas. Supongo que en eso consiste empoderarse¡±.
Esta mujer de aspecto fuerte pero voz dulce y risa f¨¢cil, empez¨® a comprar libros para formarse en feminismo a finales de los 70. No recuerda cu¨¢ndo se meti¨® de lleno en el movimiento. No fue como San Pablo cay¨¦ndose del caballo, dice. ¡°En el 65 yo ten¨ªa 20 a?os. Cuando estaba en la universidad hab¨ªa una gran contestaci¨®n social, con los movimientos obreros, estudiantiles y de mujeres y, aunque yo no estaba metida en ning¨²n sitio, todo eso lo vas recibiendo y est¨¢s alerta¡±. Mediavilla es la peque?a de seis hermanos y aunque solo le separan nueve a?os del mayor, cree que vivi¨® en una ¨¦poca diferente de la de sus predecesores: ¡°En el momento social en el que yo viv¨ª, ya no exist¨ªan las solteronas. Por eso nunca se me ocurri¨® casarme, ni siquiera en la imaginaci¨®n¡±.
¡°Como mujer, empiezas a preguntarte una serie de cosas¡±. Las respuestas las busc¨® en libros y en revistas como Vindicaci¨®n Feminista, de Lidia Falc¨®n. ¡°No creo haya ninguna revista que la supere¡±, dice. Despu¨¦s de las II Jornadas Feministas de Granada de 1979, en el que se produjo una gran ruptura entre las que defend¨ªan la doble militancia ¡ªpartidos y movimientos¡ª y las independientes, ella se uni¨® a un grupo de las segundas.
Grupos feministas en Barquillo
¡°En las reuniones se hablaba de art¨ªculos y te preguntabas d¨®nde demonios se pod¨ªan conseguir¡±, recuerda. La necesidad de encontrar ese material, su vocaci¨®n como bibliotecaria, que era su profesi¨®n, y que ten¨ªa m¨¢s libros de los que pod¨ªa leer ella sola ¡ª¡°iba a las librer¨ªas de Cuatro Caminos, Alberti, Machado..., como quien va al supermercado¡±, cuenta¡ª, le llev¨® a ir montando la biblioteca de mujeres en el local que ten¨ªan los grupos feministas en la calle Barquillo de Madrid.
El espacio que antes ocup¨® la secci¨®n femenina de la Falange aloj¨® al movimiento feminista independiente durante a?os. All¨ª Mediavilla fue ocupando una balda, dos, tres, hasta que llen¨® las paredes de armarios con puertas de cristales. La colecci¨®n tom¨® cuerpo sobre el a?o 1985 y en 1986 se le uni¨® Lola Robles, una escritora feminista de ciencia ficci¨®n que sigui¨® colaborando hasta 2001.
¡°Los fines de toda biblioteca son reunir, organizar, conservar y difundir¡±, explica. La suya pretend¨ªa hacer lo mismo con la historia de las mujeres, sobre todo de Espa?a. No es una biblioteca feminista, sino de ¡°todo lo que se ha escrito y escribe sobre mujeres¡±. Por eso incluye tambi¨¦n textos como el de Paul Julius Moebius, La inferioridad mental de la mujer, obras de Gregorio Mara?¨®n y de otros ¡°se?ores¡±, curas y m¨¦dicos franquistas. Y libros del siglo XVIII y XIX. Tambi¨¦n hay novelas rosas y? colecciones de Cor¨ªn Tellado. ¡°Al principio la rechazaba¡±, cuenta, pero en una conferencia sobre la literatura como fuente de informaci¨®n sobre las mujeres, ante la falta de testimonios, comprendi¨® que hac¨ªa falta incluirlas, igual que la literatura infantil.
Entre los libros que le han marcado, ¡°de esos que te abren¡±, est¨¢n La pol¨¦mica feminista en la Espa?a contempor¨¢nea, de Geraldine Scanlon; El Sufragismo en Espa?a, de Concha Fagoaga; los de Carmen de Burgos, que en 1904 hizo una encuesta sobre el divorcio y Mi lucha por la igualdad jur¨ªdica de la mujer, de Mar¨ªa Telo. Mediavilla no puede parar de hablar de mujeres que le han marcado ni de ense?ar ejemplares, tambi¨¦n de tebeos y revistas.
El Instituto de la Mujer, a quien Mediavilla don¨® la colecci¨®n en 2006, le inform¨® el pasado 2 de noviembre del acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid para alojar la biblioteca durante cuatro a?os, prorrogables, en la sede de lo que ahora es el edificio okupado La Ingobernable. Se ha pasado por all¨ª, pero no ha llegado a entrar. No termina de creerse que por fin la biblioteca de mujeres pueda tener un espacio propio. Para ella, ser¨ªa importante que la colecci¨®n, que considera solo un punto de partida, dependa de una red p¨²blica de bibliotecas que asegure su continuidad. ¡°Alguna vez tiene que ser¡±, reflexiona optimista. Mientras, seguir¨¢ cayendo en la tentaci¨®n, entrar¨¢ en librer¨ªas a su pesar, encontrar¨¢ ¡°joyas¡± y se dir¨¢: ¡°?C¨®mo no lo voy a comprar?¡±.
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