¡°En cada paseo por la Gran V¨ªa paro cuatro o cinco veces a saludar¡±
El salmantino Domingo Prieto, de 61 a?os, lleva m¨¢s de media vida como encargado de la sala Galileo Galilei de Madrid dando el mejor acomodo a sus clientes
Si el algoritmo ese de Google fuera tan listo como nos hacen creer, al teclear el adjetivo ¡°campechano¡± deber¨ªa aparecer una imagen de Domingo Prieto. Que no es em¨¦rito de nada, sino hombre hiperactivo a sus 61 sonrientes a?os, los 33 ¨²ltimos (?media vida!) como encargado de la sala Galileo Galilei. Domingo naci¨® en Barquilla, un pueblito de Salamanca que no llega ni a los 50 habitantes, aunque considera ya a la m¨ªtica sala su primera casa. Porque desde aquel 20 de noviembre de 1985, noche inaugural con un concierto de Bill Smith y Sus Trombones, ha habido mucha tela que cortar en ese templo de la m¨²sica en vivo y las confidencias, un antiguo cine en el n¨²mero 100 de la calle Galileo. Cientos de m¨²sicos saben de su mano izquierda y condici¨®n de h¨¦roe an¨®nimo. El salmantino de flequillo n¨ªveo se las ingenia siempre para que los asistentes, hasta un m¨¢ximo de 509, encuentren acomodo confortable. ¡°Desde el vecino de enfrente hasta el rey Felipe VI y la reina Letizia, que tambi¨¦n han venido por el local. Aqu¨ª no hacemos distingos¡±.
Lo de abrir un 20-N, justo una d¨¦cada despu¨¦s de que muriera el dictador, tiene su aquel¡
Uy, quite, quite: a m¨ª ese tema ni me va, ni me viene. Llev¨¢bamos ya un mes largo preparando la inauguraci¨®n, conste. Y todo para que el Ayuntamiento nos precintara dos meses la sala en diciembre, justo despu¨¦s de un concierto de Jorge Pardo, por exceso de ruido.
?Le da tiempo a disfrutar de los conciertos mientras trabaja?
Una vez que est¨¢ todo el p¨²blico en su sitio, m¨¢s o menos s¨ª. Aqu¨ª empezamos con mucho jazz, un g¨¦nero que yo apenas conoc¨ªa pero que siempre fue la debilidad de Germ¨¢n P¨¦rez, uno de los fundadores. A m¨ª me iban m¨¢s Los Secretos, Los Brincos, Nuevo Mester de Juglar¨ªa, y con todos he tratado aqu¨ª a menudo.
?Le quedan ganas de escuchar m¨²sica en casa?
Tengo unos buenos cientos de ced¨¦s, pero prefiero darme unos paseos largos con mi mujer. Por Las Rosas y Garc¨ªa Noblejas, detr¨¢s del crematorio de La Almudena, hay campos de amapolas y conejos dando saltitos. Me alejo del gent¨ªo y estoy en la gloria¡
Con lo sociable que parece usted.
Hombre, lo m¨¢s importante de mi trabajo es la mano izquierda y el don de gentes, y eso lo domino. Pero tambi¨¦n puedo ser un gru?¨®n de narices, cuidado. Eso de que el cliente tiene siempre la raz¨®n no es cierto.
?Ha llegado a vivir momentos dif¨ªciles?
En 33 a?os da tiempo a que pase de todo. Una noche, con todo el aforo vendido para ver a Iv¨¢n Ferreiro, hubo un corte de suministro el¨¦ctrico y el pobre no pudo actuar. Y peor a¨²n fue el d¨ªa que M?bu presentaba disco y el t¨¦cnico de sonido no apareci¨®. A la chica le dio una llorera horrorosa, pero al final todo se puede solucionar.
?Es complicado trabajar con artistas?
Para nada, de verdad. Cuando preparas un concierto no hay m¨²sicos ni encargados, todos somos currantes. Y nunca podemos pasarle al p¨²blico los problemas.
?Se considera usted un tipo popular?
No es que vaya firmando aut¨®grafos, pero s¨ª que me gusta ofrecerle mi amistad a la gente. Y raro es que, si voy paseando por la Gran V¨ªa, no tenga que parar cuatro o cinco veces a saludar a conocidos.
?La gente es por lo general prudente a la hora de consumir alcohol?
Cada vez m¨¢s, incluso entre los chavales. Ya no se desfasa tanto, no tienen metida en la cabeza la tonter¨ªa aquella de que el tabaco y el alcohol te hacen m¨¢s hombre. Yo soy el primero que no habr¨ªa servido para dar ejemplo, porque en los primeros a?os raro era el d¨ªa que no ca¨ªan tres paquetes de tabaco y ocho o diez cubatillas. Eso se acab¨®, gracias a Dios. Pero si no me llego a casar, llevar¨ªa a?os enterrado¡
En resumen: es usted feliz.
Mucho. Llego aqu¨ª y soy otro. La Galileo me da vida. Esta es una escuela de tolerancia: aqu¨ª todos somos iguales, los de izquierdas o de derechas, el ministro o el fontanero.
Una jubilaci¨®n so?ada
Dice este salmantino afable y verborreico que en cuanto se jubile de la Galileo Galilei, y ya no le falta mucho, le entrar¨¢ "una nostalgia muy grande". Por eso, porque ama la noche, su trabajo y las actuaciones en directo, a veces se sorprende elucubrando sobre una gran fiesta de jubilaci¨®n. "He so?ado despierto con ello, esa es la verdad", se sincera. "Ser¨ªa bonito juntar aqu¨ª a los amigos que se han ido haciendo con los a?os: Faemino, Joaqu¨ªn Reyes, algunos magos, los m¨²sicos de la Noche Sabinera¡". Y sus compa?eros de faena, claro, que son ya casi familia: tres de los camareros de la sala llevan 33 a?os trabajando con ¨¦l, y los otros dos¡ solo 32.
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