Arte, transici¨®n, fraudes
La exposici¨®n al Reina Sof¨ªa ¡®Po¨¦ticas de la democracia¡¯ se presenta sin cat¨¢logo y sin informaci¨®n, argumentos ni an¨¢lisis. En Barcelona, el Macba y sus instituciones se resisten a saldar las deudas

Mientras en Barcelona se dirime c¨®mo juega el Macba sus cartas y sus deudas respecto del barrio que lo acoge, el Raval, y, igual de significativo, respecto del tejido cultural de la ciudad al que tan a menudo ha dado la espalda y que ahora le defiende con muchas firmas para que la ampliaci¨®n del museo pase por delante del nuevo CAP, en Madrid el Reina Sof¨ªa acoge una exposici¨®n de envergadura y larga permanencia, Po¨¦ticas de la democracia. Subtitulada Im¨¢genes y contraim¨¢genes de la Transici¨®n, contiene obras significativas, ausencias igual de significativas y una ausencia inexplicable: sin cat¨¢logo.
En estos juegos de ausencias caben paralelismos entre la expo del museo oficial del arte espa?ol del siglo XX y las que revela la nueva crisis del Macba. Su ¨²ltima crisis fue hace cuatro a?os, a ra¨ªz de la expo La bestia y el soberano. Esta crisis se cerr¨® mal, con un aparente borr¨®n y cuenta nueva que solo pone en evidencia la ausencia de criterios institucionales que persigue al museo desde sus inicios y m¨¢s desde 2015. Tambi¨¦n el ayuntamiento, ya con Ada Colau de alcaldesa, prefiri¨® mirar hacia otra parte. De aquellos fangos, estos lodos.
En el caso del Reina, lo mismo: ausencia de criterios para contar el arte de la transici¨®n, decisi¨®n (?obligaci¨®n?) de sumarse a los fastos del cuarenta aniversario de la Constituci¨®n y hacerlo como si nada, sin cat¨¢logo. En los cat¨¢logos de exposiciones se presenta y se justifica su oportunidad, se ofrecen los argumentos y se revisan, o no, las obras de arte y sus artistas al cabo de los a?os. Lo mismo: de aquellos fangos, estos lodos. La transici¨®n en el arte espa?ol fue muy cr¨ªtica y sus obras son elocuentes, vale la pena ver la exposici¨®n. Pero si usted sabe poco de ellas, como les suced¨ªa a tantos j¨®venes el d¨ªa que la visit¨¦, se va a quedar usted en ascuas, sin saber m¨¢s, tenga la edad que tenga. El arte de la transici¨®n se ha museificado, se ha convertido en materia muerta, carne de ca?¨®n para subvencionados por el mismo museo.
Tambi¨¦n va a quedarse usted sin acabar de comprender qu¨¦ sucede en el Macba si no considera su historia, sus crisis y sus actores principales: la fundaci¨®n privada que lleva su nombre, que bien poco se ha gastado en el museo, poqu¨ªsimo; el ya citado ayuntamiento, indiferente a tantos aspectos culturales; el ministerio de Cultura y la conselleria de ¨ªdem, que persisten en ser invitados de piedra en los asuntos de un museo que se inaugur¨® vac¨ªo, sin obras, como una de las perlas de la Barcelona del 92. La estrella era su arquitectura, no su colecci¨®n ni sus criterios, mucho menos su enraizamiento en la vida cultural aut¨®ctona. El Macba naci¨® para esponjar el Raval, entonces todav¨ªa el Chino, y en realidad nunca se le ha pedido m¨¢s desde un punto de vista ciudadano. Hasta ahora. A ver qu¨¦.
En Madrid, arte de la transici¨®n. La expo en el Reina est¨¢ relacionada con la del Congreso y el Senado, El poder del arte. Lo dice el subt¨ªtulo, Obras de la colecci¨®n del Museo Reina Sof¨ªa, como si fuera un museo coartada. Ha eliminado la palabra ¡°Nacional¡± y la expresi¨®n ¡°Centro de arte¡± del nombre oficial del MNCARS. Termina el 2 de marzo y s¨ª tiene cat¨¢logo, consultable en la web del Congreso, firmado por los presidentes de ambas c¨¢maras. Saquen ustedes conclusiones y p¨®nganles el contexto hist¨®rico y el contexto presente. No la v¨ª, exige cita previa y no lo sab¨ªa. Pas¨¦ junto a los leones y fotografi¨¦ las banderolas. Qu¨¦ tiempos. Qu¨¦ modernos.
En el Reina, obras que me mor¨ªa por ver. Aunque los muchos comisarios ¡ªbajo la direcci¨®n Rosario Peir¨® y el director del museo, Manuel Borja Villel¡ª afirmen haberse centrado en los setenta al completo hay demasiadas ausencias: tantos conceptuales, los encuentros de Pamplona, los esquizos madrile?os, los ZAJ... Por suerte Mari Chord¨¤ y laSal Edicions de les Dones han entrado. El pabell¨®n espa?ol de la Bienal de Venecia en 1976, clave para entender la transici¨®n en el arte que la seguir¨ªa ¡ªreforma y no ruptura tambi¨¦n en esto¡ª desmerece por falta de informaci¨®n y an¨¢lisis, imprescindibles en una exposici¨®n colectiva: pasa por ella demasiado r¨¢pido, como quien tiene prisa.
Me quedo con la elocuencia de El pared¨®n, del Equipo Cr¨®nica, obra armada como una caba?a, en el suelo. Los seis cuadros que la forman remiten al 27 de septiembre, cuando Franco mat¨® para morir tranquilo. Para los Cr¨®nica, Venecia fue el principio del fin. Pero esto no lo cuenta la exposici¨®n, ni parece tener ganas de saberlo. Aunque haya libros que lo expliquen.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF
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