Buenas noches, Madrid
El mundo cabe en la ciudad y la vida, a veces, tambi¨¦n, como el que toma aire y parece que vac¨ªa el cielo
Es emocionante la cantidad de sensaciones e historias que caben en un Buenas noches, Madrid dicho sobre un escenario. Se lo he visto pronunciar a grupos consolidados, a solistas frente a un piano, a cantantes j¨®venes que comienzan, a referentes de la m¨²sica que hoy en d¨ªa tocan para apenas una veintena de oyentes, a amigos de la profesi¨®n hechos un manojo de nervios que desaparecen al subirse a escena, incluso yo misma lo he verbalizado en alguna ocasi¨®n, consciente de la envergadura de una frase as¨ª, de todo lo que significa presentar tu trabajo en esta ciudad.
S¨¦ que no es s¨®lo porque Madrid es la capital: es porque esta ciudad ha visto mucho, ha sido testigo de triunfos y derrotas, de llenos y de vac¨ªos, ha conocido a cantantes legendarios cuando apenas sab¨ªan colocar el micr¨®fono, ha escuchado a poetas desaparecidos en oportunidades ¨²nicas, ha visto a j¨®venes pasar noches a la intemperie con el ¨²nico prop¨®sito de estar un par de metros m¨¢s cerca de sus ¨ªdolos y despu¨¦s los ha acompa?ado de vuelta a casa, embriagados de emoci¨®n, conscientes de haber vivido algo inolvidable gracias a sus artistas favoritos, a los que tambi¨¦n ha recogido en noches de celebraci¨®n que se alargan.
El que se presenta en Madrid lo sabe. Conoce todo esto. Por eso siempre es una fecha marcada a fuego en las giras, en los carteles. Por eso uno repite y prepara algo diferente. Por eso y porque sabe que no se presenta ante los madrile?os: se presenta ante el mundo.
Esta semana he podido disfrutar de dos conciertos totalmente diferentes en Inverfest, el festival de invierno de Madrid celebrado en el Circo Price. Por un lado, Morgan, mi grupo fetiche, una voz que quiero que mi madre escuche, una m¨²sica que me ha acompa?ado en mi escritura, unas letras que me han ayudado a desencajar mis emociones. La humildad y la felicidad que proyectaban por haber llenado Madrid dos veces era hermosa, reconciliadora. Creo que ninguno quer¨ªamos salir de ese concierto, plagado de inocencia y talento. Algo encontramos ah¨ª que no se halla en ning¨²n otro sitio. Y por otro lado, Fito P¨¢ez, que ofreci¨® un recital a piano radiante, a la altura de un p¨²blico totalmente devoto, entregado hasta el ¨²ltimo verso. Entre los espectadores, se escuchaban acentos y suspiros de todos los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, por lo que al terminar Fito se despidi¨® as¨ª: "Buenas noches, Argentina; buenas noches, M¨¦xico; buenas noches, Chile; buenas noches, Colombia¡ Buenas noches, Madrid".
El mundo cabe en Madrid y la vida, a veces, tambi¨¦n, como el que toma aire y parece que vac¨ªa el cielo.
Madrid me mata.
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