Los quinquis de hoy son los traperos
La pel¨ªcula ¡®Quinqui stars¡¯ sigue el rastro del cine barrial de los 70 y 80
El trap esa m¨²sica y esa cultura, procedente del rap, que engancha a los j¨®venes y fascina a los algo m¨¢s talluditos. Macarras de barrio, ch¨¢ndales feos, aros dorados, trikinis, letras sobre sexo guarro y drogas, bases electr¨®nicas. De alguna manera los actuales traperos (y algunos raperos perif¨¦ricos, tanto en lo geogr¨¢fico como en los estil¨ªstico) podr¨ªan ser unos dignos herederos de los c¨¦lebres quinquis que surgieron asilvestrados en los cinturones obreros de las grandes ciudades en los a?os 70 y 80. Al menos as¨ª lo ha visto el cineasta Juan Vicente C¨®rdoba en su pel¨ªcula Quinqui Stars, que se ha convertido en un fen¨®meno todos los mi¨¦rcoles en los cines Renoir Princesa (Princesa, 3).
¡°Llevamos 10 semanas de lleno total¡±, dice el director, ¡°est¨¢n viniendo muchos chavales de los barrios, con pintas curiosas, y que nunca hab¨ªan venido a uno de estos cines del centro¡±. El filme se estren¨® hace un par de meses y en su primer fin de semana funcion¨® regular, pero el programador Octavio Alzola decidi¨® apostar por esta cinta y proyectarla semanalmente. Ah¨ª vino el ¨¦xito y la viralizaci¨®n en las redes. Cada mi¨¦rcoles el director y alguno de sus protagonistas se personan en los cines para presentar el trabajo y atender a los espectadores. Y pronto empezar¨¢n a girar por Espa?a.
Uno de esos protagonistas es el rapero neoquinqui de Moratalaz El Coleta. ¡°Le conoc¨ª en un festival de rumba, quedamos para charlar y hubo feeling. A El Coleta le gusta la rumba, los macarras, el cine quinqui y estaba preparando un documental sobre la m¨²sica de estas pel¨ªculas¡±.
De ah¨ª surge la particularidad del artefacto cinematogr¨¢fico que presenta C¨®rdoba: es un documental sobre lo quinqui, pero tambi¨¦n una ficci¨®n que cuenta las peripecias de El Coleta (de nombre real Rams¨¦s Gallego) en el rodaje de su propio documental y sus intentos fallidos de entrevistar a Carlos Saura (que hizo una incursi¨®n en el cine quinqui con Deprisa, deprisa, de 1981). Es decir: dentro del documental se rueda otro documental. Otros protagonistas son los actores Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Daniel Guzm¨¢n o Enrique San Francisco, las raperas vallecana Ira Rap o las reinas del trap barcelon¨¦s Blondie o Bea Pelea.
C¨®rdoba, natural de Vallecas, tiene gran inter¨¦s en el asunto barrial, como ya demostr¨® en el documental Flores de Luna, dedicado al barrio de El Pozo del T¨ªo Raimundo y a la figura del cura rojo padre Llanos. ¡°Aunque tomaba el ejemplo de El Pozo trataba, en general, sobre la llegada de la emigraci¨®n rural a las ciudades y la formaci¨®n de esos poblados chabolistas y de casas bajas que con el tiempo se convirtieron en los barrios obreros¡±, explica el director. No hace tanto tiempo en la periferia a¨²n se viv¨ªa en condiciones que podr¨ªan calificarse de tercermundistas, sin servicios p¨²blicos y entre barrizales: el Pozo no se reform¨® bien hasta entrados los a?os 80.
En ese mundo de descampados y bloques de ladrillo visto, en el caldo de cultivo de la crisis y el desempleo, surge la delincuencia juvenil de los quinquis, y ese cine que los retrata, obra, fundamentalmente, de Eloy de lglesia (Navajeros, El Pico, Colegas) y Jos¨¦ Antonio de la Loma (la saga de Perros callejeros o Yo El Vaquilla). Coches robados, hero¨ªna, rumba, pantalones de campana, tirones a bolsos. Barrios como Vallecas y San Blas, en Madrid, o La Mina y Somorrostro en Barcelona. Figuras como El Torete, El Vaquilla, El Jaro o El Pirri, quinquis reales que se interpretaron a s¨ª mismos y que, con frecuencia, acabaron mal.
Una exposici¨®n en el CCCB y La Casa Encendida, hace diez a?os, titulada Quinquis de los 80, volvi¨® a poner sobre la mesa, con gran ¨¦xito, el asunto de los quinquis y su representaci¨®n cinematogr¨¢fica. Fue cuando C¨®rdoba lo vio claro: ¡°Me hab¨ªa criado en esos barrios, en ese ambiente, y pens¨¦ que era necesario contar aquello en un documental¡±, explica.
Lo m¨¢s interesante del trabajo es esa vuelta de tuerca para comparar al quinqui de anta?o con el trapero rampante. ¡°No era mi idea hasta que empec¨¦ a conocer a estas trap queens, chicas de barrios deprimidos que quieren triunfar, no a trav¨¦s del cine como los quinquis, sino a trav¨¦s de la m¨²sica, pero que para sobrevivir tienen que ir de currillo en currillo, trapichear con droga o robar en supermercados¡±, explica el director. En pleno capitalismo neoliberal de colorines el trap, igual que hizo el cine quinqui en la Transici¨®n, nos muestra la marginalidad y la precariedad que caen fuera del relato oficial, el lado salvaje de la vida que no se quiere ver.
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