Falsos debates
Mezclar la cultura y la salud en la discusi¨®n de la ampliaci¨®n del Macba es un error t¨¢ctico al que algunos han arrastrado al museo y que no le pondr¨¢ las cosas f¨¢ciles en el barrio
Construir un Ninot y quemarlo. Esto ocurre todos los a?os en Valencia. Lo llaman las Fallas. Y es una fiesta. Santiago Sierra ha plantado un Ninot en Arco, en este caso de Felipe VI. Algunos hablar¨¢n de descontextualizaci¨®n de un objeto, algo tan antiguo que a los primeros que lo hicieron ya se les llama cl¨¢sicos. Otros ver¨¢n una cr¨ªtica al mercado del arte que sin duda las merece pero algo m¨¢s profundas. Y obviamente algunos detectaran una provocaci¨®n pol¨ªtica que ha tenido como premio que el Rey modificara su itinerario en su visita a la Feria. La desactivaci¨®n ir¨®nica de las cr¨ªticas no forma parte de los modos y modales de una instituci¨®n tan encorsetada como la monarqu¨ªa.
En realidad, lo ¨²nico relevante de la broma de Santiago Sierra es su eficacia comunicativa. Todos sabemos que es un artista m¨¢s atento al impacto medi¨¢tico que al impacto creativo. Y en este terreno ya se sabe que no hay mejor aliado que la fatua torpeza del poder. En este caso, a diferencia del a?o pasado, no ha contado con ella, el gobierno y las autoridades no le han echado una mano. Si ha contado con la colaboraci¨®n de la prensa, especialmente de las televisiones, con algunos medios en funci¨®n de pajes reales. Resultado: el Felipe VI de Sierra ha funcionado como atracci¨®n de Feria. Los visitantes se hac¨ªan selfies con la inmensa figura, rodeados de micr¨®fonos para que explicaran si consideraban procedente que la pieza estuviera all¨ª. La sombra de la censura siempre planea por este pa¨ªs.
Las instituciones tienen la obligaci¨®n de encontrar una soluci¨®n razonable, en la que la sanidad ir¨¢ por delante
Es una pena que tan a menudo en materia de arte y cultura las pol¨¦micas se pierden en los t¨®picos. A este mismo tipo de ejercicio corresponde el debate sobre la ampliaci¨®n del Macba que ha derivado en una absurda imagen de confrontaci¨®n entre el museo y el centro de atenci¨®n primaria (CAP). Son tiempos con horizontes electorales en la mente de todos y cada cual juega sus cartas. Pero no entiendo la raz¨®n estrat¨¦gica, salvo que se busquen motivos lobbysticos m¨¢s o menos ocultos, que han movido al Macba a plantear el debate en t¨¦rminos de la escasa prioridad que las instituciones dan a la cultura (en este caso se?alando al Ayuntamiento) en un conflicto en que la otra parte interesada en ocupar la capilla en litigio ¡ªde la Misericorida¡ª es la sanidad b¨¢sica.
Sin duda, la cultura es la Cenicienta de las prioridades de la pol¨ªtica. Cuando me hice cargo del CCCB, un concejal del Ayuntamiento de cuyo nombre no quiero acordarme me advirti¨® de que no me hiciera ilusiones, que si alg¨²n d¨ªa se tuviera que cerrar el centro no saldr¨ªa a la calle ninguna manifestaci¨®n de protesta. Me sirvi¨® de mucho: como desaf¨ªo para buscar un modelo de dif¨ªcil marcha atr¨¢s y como inyecci¨®n de realidad, hay otras prioridades en la ciudadan¨ªa. Una de ellas, probablemente la primera, es la salud. Y en este sentido meter estos dos polos ¡ªcultura y salud¡ª en el debate es un error t¨¢ctico al que algunos han arrastrado al museo, que no le pondr¨¢ las cosas f¨¢ciles al Macba en el barrio.
CAP y museo han de tener los espacios que necesitan y es obligaci¨®n de las instituciones encontrar una soluci¨®n razonable, en que siempre la salud ir¨¢ por delante y m¨¢s todav¨ªa en un barrio como El Raval que no dispone ni de lejos de los equipamientos que tienen otros. Pero ¨¦sta es la tarea pol¨ªtica, el debate cultural es otro. Es el modelo del Macba. ?Ad¨®nde quiere ir? ?Realmente es la hora de convertirlo en la forma cl¨¢sica de un museo nacional de arte contempor¨¢neo o corresponder¨ªa m¨¢s bien profundizar en la l¨ªnea de un modelo propio en un momento en que el universo art¨ªstico est¨¢ en plena mutaci¨®n?
Hay en esta ciudad una cierta obsesi¨®n en relacionar turismo y equipamientos culturales, como si la evaluaci¨®n dependiera del n¨²mero de visitantes for¨¢neos. Y es de esta banalidad que emana la tentaci¨®n de acudir a la forma cl¨¢sica de museo-colecci¨®n. Una pregunta: ?La colecci¨®n del Macba es suficientemente importante para que sea una cita obligatoria de referencia internacional? A partir de la respuesta que se d¨¦, puede ser m¨¢s f¨¢cil encontrar la especificidad desde la que el Macba se proyecte al mundo, empezando por su barrio, como modelo genuino, con o sin nuevos espacios. Mezclar debates ¡ªen este caso, el pol¨ªtico y el art¨ªstico¡ª s¨®lo sirve para eludir las cuestiones de fondo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.