El cuento del Trinche
Famoso por sus gestos t¨¦cnicos y el doble ca?o, la jugada que defini¨® la vida futbol¨ªstica del argentino fue el ¡®no-gol¡¯
Hab¨ªa una vez una vez un futbolista muy singular de nombre Tom¨¢s Felipe Carlovich, hijo de un fontanero llegado de Yugoslavia, ¨²ltimo de siete hermanos, nacido en Rosario, la tierra de Messi, Menotti, Bielsa y Tata Martino, y tambi¨¦n la del Negro Fontanarrosa y del Che Guevara, ¡°la ciudad moderna donde la historia asoma a cada paso¡± (Clar¨ªn), un lugar ¡°purista¡± (?ngel Cappa), un sitio en que gusta ¡°la lentitud¡± (Enric Gonz¨¢lez), el mejor escenario para contar cuentos, advierte el propio Carlovich. A pesar de formar parte de las divisiones inferiores de Rosario Central, su equipo durante los setenta fue el Central C¨®rdoba, de la Segunda Divisi¨®n, y la ¨²nica vez que fue convocado para un partido de la selecci¨®n prefiri¨® ir a pescar sin que se sepa si estuvo lejos o cerca del r¨ªo Paran¨¢.
(¡°S¨ª, es mi pa¨ªs, pero no necesito grit¨¢rselo a otros; parece que le escupimos el himno al de enfrente/ No me querr¨¢s convencer de que jugar al f¨²tbol tiene que ser un servicio a la patria/ No hay que amar una camiseta; hace que uno ame el resultado y no el juego. Las camisetas son de distinto color para no confundirse y saber a qui¨¦n hay que pasarle la pelota¡±).
Nunca visti¨® la casaca albiceleste sino que jug¨® contra Argentina en un amistoso de preparaci¨®n para el Mundial de 1974 como miembro de un combinado de Rosario. La actuaci¨®n del Trinche, el nombre popular con el que era conocido Carlovich, fue tan determinante que al descanso los internacionales pidieron su sustituci¨®n, vencidos por 3-0. Aseguran quienes le vieron que ¡°gast¨®¡± la pelota, talentoso como era desde la posici¨®n del 5. La suya era una figura grande y elegante, parecida a la de Redondo, muy expresiva, repleta de gestos t¨¦cnicos, ¨²nico en tirar el doble ca?o, la suerte que le dio fama antes del no-gol, la jugada que defini¨® la vida del Trinche.
(Y entonces El Trinche se qued¨® solo, a 10 cent¨ªmetros de la l¨ªnea; ten¨ªa que empujarla nada m¨¢s.
¡ªTrinche: ?Para qu¨¦ serv¨ªa ya meter el gol? Ya era gol. La pis¨¦ y me volv¨ª para mi campo.
¡ªPeriodista: ?Y se extra?a que quisieran pegarle hasta sus compa?eros?
¡ªTrinche: Ya es gol; me paro con la pelota debajo de mi pie izquierdo, la aguanto y no la empujo. ?Y qu¨¦? ?Es gol o no es gol? Si me obligan, es gol; pero si yo tomo la decisi¨®n es gol para m¨ª, aunque no suba al marcador. No acepto las reglas que me digan cuando es gol¡Yo soy la regla que decide. Yo soy el gol (¡) Y no soy diferente si la pelota entra o no entra.
¡ªPeriodista: Que el gol es el juego y el juego es una manera de ser. Ten¨¦is que decidir que es tu vida: jugar o vender; jugar o venderse. En el f¨²tbol, en la vida, en todo.
¡ªTrinche: Si pibe, entendiste todo).
El mejor gol del Trinche fue el no-gol, el que no marc¨®, y meti¨® tantos e igual de bellos que Maradona, el mismo que abati¨® a Inglaterra en el Mundial de 1986 con la mano de Dios y los pies de un demonio, inmortalizado por V¨ªctor Hugo Morales.
¡ªTrinche: Que yo no lo hice una vez y contra los ingleses. Yo lo hice siempre y no necesito jugar un campeonato mundial (¡) Dios es un lujo que no pude permitirme, por eso tuve que jugar al f¨²tbol. ?Pero podr¨ªas haber jugado con Maradona? Eso era como querer abrocharse a Dios. El Dios de ellos, sembrado por ellos, cosechado por ellos (¡). Dioses del ratito).
No celebraba los goles, ni fantaseaba, tampoco era un fanfarr¨®n, y solo jugaba para quien iba al campo, tal que fuera una estrella del circo en Argentina. La ¨²nica vez que fue expulsado tuvo que ser readmitido por el ¨¢rbitro a petici¨®n del p¨²blico porque la gente no pagaba por ir al f¨²tbol sino para ver al Trinche. Ya se sabe qu¨¦ ocurre con la tradici¨®n oral del f¨²tbol, en Am¨¦rica y en Europa. A partir de los testimonios, algunos como los de Menotti, P¨¦kerman, Griguol o Maradona, se construye un relato veros¨ªmil que con el tiempo tiende a mezclar la realidad con la imaginaci¨®n, hasta el punto que no se sabe donde empieza y acaba la leyenda del Trinche.
No se ha dudado nunca, en cualquier caso, de su pesimismo l¨²cido, ni de su car¨¢cter bohemio y transgresor, del futbolista que pudo ser y no quiso, el jugador que estuvo a punto de cruzar el charco para competir en Francia. Tampoco se dio m¨¢s tarde su fichaje por el Cosmos de Pel¨¦. No quer¨ªa alejarse de su barrio ni de su gente, si pod¨ªa se cambiaba solo en un rinc¨®n, peleado con el profesionalismo, la fama, el negocio y el periodismo, nunca protagonista de la tapa de El Gr¨¢fico.
(¡°No hay nada que le guste m¨¢s a un periodista deportivo que lo confundan con un fil¨®sofo. ?ndate a la mierda, ladr¨®n, anda a citar a Nietzsche a la concha de tu hermana/ Estoy muerto porque ac¨¢ si no sal¨ªs en la televisi¨®n no exist¨ªs, y yo no exist¨ª nunca, soy un invento de los futboleros rom¨¢nticos¡±).
No hay im¨¢genes del futbolista y apenas se cuentan reportajes si se except¨²a el excelente trabajo de Ra¨²l Rom¨¢n, Edgar Delgado y Luis Miguel Hinojal en el Informe Robinson dedicado al Trinche. Queda la literatura: Ignasi Torn¨¦ le entrevist¨® para L¨ªbero y el director teatral Jorge Eines ha estrenado en Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valencia la obra El Trinche, el mejor futbolista del mundo, en colaboraci¨®n con Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez. La funci¨®n empez¨® en Rosario y volver¨¢ a Barcelona antes de acabar 2019. Claudio Gar¨®falo intepreta al Trinche y Lucas Ranzani al periodista en un montaje excelente y cuyo di¨¢logo resulta tan interesante que algunos fragmentos se recogen en cursiva en esta cr¨®nica basada en la representaci¨®n del 17 de febrero en el Centro C¨ªvico Cotxeres Borrell.
Eines logra que el espectador se identifique con el Trinche. ¡°Toma decisiones que sin saberlo nos acercan al f¨²tbol que amamos, alejado de la mercanc¨ªa que se nos vende¡±, argumenta. ¡°No acepta que el triunfo medi¨¢tico, econ¨®mico y social le haga jugador de f¨²tbol porque ya lo es¡±, concluye el director de una obra en la que, a partir del f¨²tbol, se habla de arte, libros y ¨®pera, tambi¨¦n de la vida, la muerte, el suicidio y la guerra, y naturalmente del alcohol, de mujeres y de la felicidad que consiste en hacer ¡°lo que uno quiere sin joder a la gente¡±. Y, a sus 72 a?os, retirado a los 32, remacha despu¨¦s de asistir al estreno: ¡°Descubr¨ª cosas que ni yo sab¨ªa del Trinche¡±.
Nada m¨¢s infantil que imaginar el f¨²tbol, aquel en que uno no necesita ni entrenador ni contrario, tampoco resultado y menos premio, simplemente so?ar con una pelota en los pies sin m¨¢s ambici¨®n que la de meter un gol o un no-gol si se trata del Trinche Carlovich.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.