Messi & Maradona
Excepcional, Diego evoca el Mundial; Leo avala LaLiga y su regularidad
Tengo una pelota en la cabeza y me gano la vida con el f¨²tbol, de manera que abrazo contento y relajado la llegada de la Liga despu¨¦s de despedir con agradecimiento y urgencia el Mundial. Ambos son torneos diferentes, realidades opuestas, tambi¨¦n para jugadores antag¨®nicos de un pa¨ªs como Argentina. Aunque pertenecen a ¨¦pocas distintas, el campeonato espa?ol ofrece la mejor versi¨®n de Messi mientras el Mundial evoca la figura gigantesca de Maradona. A los dos, siempre distantes, les debemos algunos de los mejores d¨ªas en la vida del Camp Nou.
Intento no renegar de Maradona, y menos cuando parece que va a reventar, inflado de alcohol, harto de la vida, m¨¢s justiciero que nunca desde que es consciente de que los sabios del VAR le podr¨ªan haber quitado la gloria alcanzada por aclamaci¨®n popular en M¨¦xico-86. Las c¨¢maras le caricaturizaron hasta darle por muerto de tan histri¨®nico como le vieron colgado del palco en Mosc¨². La prensa deportiva se ceb¨® con su decadencia al tiempo que economistas, soci¨®logos y fil¨®sofos escrib¨ªan sobre la futbolizaci¨®n de la pol¨ªtica y el Big Data.
Asocio la Copa del Mundo con Maradona por su excepcionalidad, la del torneo y la del n¨²mero 1. La vida de Diego, ¨²nico por exagerado y exc¨¦ntrico, se refleja en dos momentos del Mundial. El del 22 de junio de 1986 en el estadio Azteca, cuando burl¨® con la inmaculada mano de Dios y regate¨® con los anchos pies del demonio a cuantos jugadores y ciudadanos ingleses defend¨ªan a Shilton, despu¨¦s de la capitulaci¨®n argentina en las Malvinas. Y, ocho a?os despu¨¦s, el d¨ªa en que fue expulsado por dopaje de Estados Unidos 1994: ¡°No me drogu¨¦, me cortaron las piernas¡±, solloz¨® Diego.
Maradona gritaba y se hac¨ªa sentir, se cargaba al equipo sobre sus espaldas y se llevaba al rival por delante con sus botines de cordones desatados, reconocido y admirado, rey de Argentina. Los compa?eros asumieron que les hac¨ªa mejores, disimulaba sus carencias, le sab¨ªan capaz de llevarles al triunfo desde la adversidad, con todo en contra o con nadie a favor, como suced¨ªa cuando lideraba a la Albiceleste. Ten¨ªa carisma, era un caudillo y actuaba como un torbellino porque siempre opin¨® excesivamente sobre lo humano y lo divino desde la rebeld¨ªa, ya fuera en Buenos Aires, N¨¢poles, Cuba, Venezuela o Rusia.
Tambi¨¦n fue genial y exc¨¦ntrico en Barcelona. A ning¨²n culer se le ha olvidado la gambeta del Bernab¨¦u, cuando parti¨® por la entrepierna a Juan Jos¨¦, o el gol en el peque?o Maracan¨¢ de Belgrado. La suya fue una carrera de desencuentros, locuras y sobresaltos, desde que lleg¨® a su casa porte?a de Pedralbes hasta que se larg¨® a N¨¢poles despu¨¦s de firmar la liquidaci¨®n en la oficina Husa de Gaspart en el aeropuerto del Prat. Ni siquiera combati¨® con el Madrid sino que su rival fue el Athletic de Clemente. Incluso le diagnosticaron una hepatitis y si le lesionaron gravemente el d¨ªa de la Merc¨¨ fue porque Schuster hab¨ªa calentado a Goikoetxea.
Ante tanta discontinuidad y fatalidad, se impon¨ªa un ejercicio cotidiano ¨²nico como era el de acudir una hora antes del partido al Camp Nou para ver calentar a Maradona. Hasta las promesas azulgrana se reun¨ªan en el muro de La Masia. Nunca se hab¨ªa visto mejor cartel que el ofrecido por aquel futbolista que hab¨ªa aprendido a dejar boquiabiertos a los espectadores desde que amenizaba el entretiempo de los encuentros de Argentinos Juniors. A ojos barcelonistas, lo ¨²nico regular en un futbolista ins¨®lito fueron sus ejercicios malabares antes de que empezara la contienda en el Camp Nou hasta que lleg¨® Messi.
Siempre opuestos, las virtudes de uno se utilizan para se?alar los defectos del otro
¡°Messi es Maradona todos los d¨ªas¡±, convinieron Valdano y Segurola. El rosarino ha convertido la excepcionalidad en normalidad, circunstancia decisiva para entender su hegemon¨ªa en LaLiga con el Bar?a. La regularidad no se extiende sin embargo a la Copa del Mundo. Acostumbrados a su excelencia diaria, a goles ins¨®litos contra el Getafe o el Zaragoza y a actuaciones solemnes en el Bernab¨¦u, no consigue que Argentina gobierne el mundo y su figura se empeque?ece ante la tragicomedia de Diego: ¡°Los argentinos nos creemos un mont¨®n de cosas realmente incre¨ªbles¡±, zanja Maradona.
A Leo, que acaba de renunciar moment¨¢neamente a la Albiceleste y liberarse de Cristiano, se le critica en su pa¨ªs por no ser ni parecerse a Maradona: se le acusa de no hacer buenos a sus compa?eros y no defenderles; se le recrimina su docilidad y silencio, se le reprocha su quietud, siempre sometido al destino, sin rebeli¨®n posible; un pecho fr¨ªo que juega solo con amigos, se esconde en la cancha, le puede la presi¨®n y no tiene emoci¨®n ni grito, falto de liderazgo, nada que ver con un genio, siempre sol¨ªcitos cuando se les necesita, como pasaba con El Pelusa. Igual resultar¨¢ ahora que Maradona es un producto genuino de la cultura argentina y Messi de la europea y del Bar?a.
Aunque habla y vive como un rosarino, Messi lleva desde los 12 a?os en el FC Barcelona. Ya cumplidos los 31, se ha formado como jugador en un tipo de f¨²tbol muy determinado y espec¨ªfico, un monocultivo del que le cuesta salir, como si le faltara car¨¢cter para enfrentar la adversidad o simplemente oficiar como l¨ªder en cualquier otro equipo, incluso la Albiceleste. ¡°?Hasta qu¨¦ punto es responsable de que Argentina no gane el Mundial?¡±, se preguntan quienes sostienen que es un fuera de serie que disfruta de un balneario en el Camp Nou. ¡°Sin Messi¡±, responden sus defensores, ¡°Argentina ni siquiera jugar¨ªa la Copa¡±.
Las virtudes de Maradona se utilizan para se?alar los defectos de Messi en Argentina mientras los atributos de Leo se santifican en Barcelona para renegar de Diego. Los hinchas azulgrana reprochan a los albicelestes que no sepan gestionar a su 10 sin reparar en que el Bar?a no acert¨® siquiera a presumir de Maradona. Un da?o rec¨ªproco que algunos aficionados al f¨²tbol combaten en silencio con im¨¢genes de los goles de ambos y m¨²sica de Gardel. ¡°El f¨²tbol es como el tango. No se puede andar corriendo todo el tiempo. El f¨²tbol tiene pausa, tiene ritmo, tiene cambios¡±, insiste Menotti.
Messi es el mejor solista del mundo a partir del sofisticado solfeo del Bar?a, primer capit¨¢n y el que m¨¢s trofeos ha ganado (33), desesperado en cualquier caso por volver a ganar la Champions, que tiene mucho de Mundial. El orden, la rutina, la racionalidad, el d¨ªa a d¨ªa, en definitiva LaLiga, avalan al 10. El descontrol, lo singular, lo instant¨¢neo, la excepcionalidad de la Copa del Mundo, restituyen a Maradona, incluso cuando la c¨¢mara se empe?a en mostrar que ya es mortal, simplemente porque se nos parece demasiado a nosotros, como afirma el ilustre matem¨¢tico Adri¨¢n Paenza, buen amigo de Diego. Yo prefiero compartirlos a contraponerles, disfrutar de los dos, tal que fueran uno solo, el 10.
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