Esta calle es un infierno
El tr¨¢fico empieza a calmarse en la A-5 a su paso por el paseo de Extremadura, que se convirti¨® en v¨ªa urbana hace una semana en beneficio de m¨¢s de 50.000 vecinos de cuatro barrios
¡°Contaminaci¨®n, ruido, accidentes, enfermedades, miedo¡±. Con estas palabras describen su calle los m¨¢s de 50.000 vecinos que viven en el paseo de Extremadura, en la ribera de la A-5. Hubo un tiempo que esta v¨ªa fue una calle ¡ªideada para pasear, como indica su nombre¡ª, pero hace m¨¢s de cinco d¨¦cadas, se convirti¨® en una autov¨ªa. Los coches sustituyeron a los ciudadanos, partiendo en dos los barrios de Lucero, Bat¨¢n, Campamento y Las ?guilas. La pesadilla para los vecinos comenz¨® el 11 de octubre de 1968, cuando Franco inaugur¨® la Nacional-5: lo que era un paseo arbolado, con amplias aceras se convirti¨® en un espacio que relegaba a las personas a un segundo plano en favor de los veh¨ªculos a motor. ¡°Los vecinos siempre hemos denunciado que aqu¨ª hay un problema¡±, dicen desde la Plataforma Campamento, S¨ª, que aglutina a m¨¢s de 40 colectivos vecinales. Los habitantes de los barrios afectados por la A-5 comenzaron a organizarse en los a?os ochenta para reclamar soluciones; para que su calle fuese una calle de verdad.
Actualmente, por esa v¨ªa ¡ªde entre seis y ocho carriles, tres o cuatro por sentido, respectivamente¡ª circulan una media de 130.000 veh¨ªculos diarios (en laborables). Los atascos en hora punta son la norma desde hace d¨¦cadas. Con la intenci¨®n de paliar los problemas que genera a los vecinos vivir con vistas a una autov¨ªa, la semana pasada el Ayuntamiento de Madrid puso en funcionamiento cinco sem¨¢foros en el denominado ¡°tramo urbano¡± de la v¨ªa ¡ªque va desde el kil¨®metro 3 al 8,5¡ª. El Consistorio tambi¨¦n redujo la velocidad en algunas partes de la carretera; instal¨® un radar de tramo e inaugur¨® un carril bus. El Partido Popular as¨ª como varios alcaldes de la zona sur de la regi¨®n se llevaron las manos a la cabeza y comenzaron a hablar de ¡°improvisaci¨®n¡±, ¡°caos¡± e incluso ¡°discriminaci¨®n¡± hacia los vecinos de M¨®stoles, Torrej¨®n o Arroyomolinos.
¡°Para nosotros, la sensaci¨®n es de que por fin se ha hecho algo; se han atrevido a meter mano a esta autopista¡±, defiende Sergio Fern¨¢ndez, de 35 a?os. Lleva 14 viviendo en el barrio ¡ª¡°me vine por la cercan¨ªa a la Casa de Campo¡±¡ª y comenz¨® a preocuparse por los da?os colaterales de esta autov¨ªa hace siete. ¡°Fue al poco de nacer mi hijo mayor¡±, recuerda, ¡°desarroll¨® una dermatitis y el m¨¦dico nos dijo que estaba relacionada con la contaminaci¨®n¡±. Su hija peque?a tambi¨¦n sufre la poluci¨®n: ¡°Cuando le da faringitis, a los pocos d¨ªas salta el protocolo anticontaminaci¨®n¡±, explica. En base a un estudio realizado en Madrid, y publicado en la revista Anales de pediatr¨ªa el pasado noviembre, los episodios de contaminaci¨®n aumentan las consultas pedi¨¢tricas de atenci¨®n primaria en un 8%.
A finales de los setenta, cuando se inaugur¨® la carretera, la contaminaci¨®n no exist¨ªa. Tampoco el estr¨¦s que genera el sonido de los motores. Las urbes se dise?aban anteponiendo los coches a las personas. As¨ª, el r¨¦gimen franquista no dud¨® en expropiar casas y terrenos para ampliar viales mientras dise?aba estrechas aceras por las que no cabe ni un carrito de beb¨¦ ni una silla de ruedas.
Ahora todo eso son problemas. Por eso, la remodelaci¨®n del paseo de Extremadura lleva d¨¦cadas sobre la mesa. En 2004, con el soterramiento de la M-30, el Ayuntamiento, gobernado entonces por el conservador Alberto Ruiz-Gallard¨®n, prometi¨® que tambi¨¦n enterrar¨ªa esta v¨ªa. Los vecinos celebraron la noticia. Un a?o despu¨¦s, los ¡°problemas t¨¦cnicos¡± abortaron la operaci¨®n. Los vecinos de Bat¨¢n denunciaron al Consistorio y acabaron ganando en los Tribunales. Era 2008 y el Consistorio no solo no ten¨ªa recursos econ¨®micos sino que estaba endeudado por encima de sus posibilidades. La idea del soterramiento ¡ªcuyo coste supera los 1.000 millones de euros¡ª desapareci¨® (ahora ha vuelto a resurgir).
Los ocho carriles siguieron atestados de veh¨ªculos. Para cruzarlos, los vecinos deben usar alguno de los 19 t¨²neles subterr¨¢neos. ¡°Si es tarde, no cruces por el subterr¨¢neo¡±, avisaban padres y madres preocupados. En los bajos de esta autov¨ªa, a comienzos de los ochenta, se produc¨ªan atracos y asaltos. Ah¨ª, el Violador de El Bat¨¢n viol¨® a una treintena de mujeres. Con los a?os, la inseguridad se ha mitigado, pero la herida urbana se mantiene. ¡°Se tarda menos en ir a Plaza de Espa?a [en Metro] que en cruzar la A-5 para ir a la biblioteca, al consultorio o al centro cultural¡±, cuenta Samir Awad, experto en movilidad, socio Hecate Ingenier¨ªa, y vecino de la zona ¡°de toda la vida¡±. Awad, que tambi¨¦n es autor del blog Urbanismo y Transporte, ha sido testigo de c¨®mo su barrio se degradaba. Tambi¨¦n, de aparatosos accidentes. Una de las paradas de autob¨²s ha sido remodelada m¨¢s diez veces despu¨¦s de que alg¨²n veh¨ªculo se estampase contra ella a la velocidad del rayo: antes se pod¨ªa circular a 90 kil¨®metros por hora.
Justamente, sobre velocidad y tiempo hablan los alcaldes del sur. Consideran que los sem¨¢foros entorpecer¨¢n la llegada de sus vecinos a la capital. Los primeros d¨ªas que comenzaron a funcionar, las redes sociales se llenaron de quejas. "Fue una campa?a de ruido, muy politizada", apuntan desde Plataforma Campamento, "hemos preguntado a gente y nos dicen que ahora tardan tres o cinco minutos m¨¢s que antes, pero tambi¨¦n hay otros que cuentan que en el bus ahora se llega m¨¢s r¨¢pido". El Ayuntamiento va a esperar a tener m¨¢s datos para dimensionar el impacto de la medida, pero por ahora se est¨¢n cumpliendo sus objetivos de calmado de tr¨¢fico. "Esto es un paso", incide Sergio Fern¨¢ndez, que defiende que habr¨¢ que tomar m¨¢s medidas. Y a?ade: "Nadie quiere vivir al borde del rugir de miles de motores".
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