Convulsi¨®n en El Pozo
Tras el asesinato en el Pozo del T¨ªo Raimundo, el barrio busca la calma a la vez que los vecinos reclaman que las familias de los presuntos asesinos se vayan
Siete minutos. Ese es el tiempo que se tarda en llegar, en un tren de Cercan¨ªas, desde Atocha a El Pozo del T¨ªo Raimundo. La semana pasada, este barrio del sur de Madrid ¡ªobrero, vecinal, luchador, diverso¡ª convulsion¨®. El desencadenante fue un asesinato ocurrido tras una ri?a entre vecinos. Francisco Doctor Cort¨¦s, Paco, un hombre de 63 a?os, fue acuchillado por uno de sus vecinos, del clan de los Visita, de etnia gitana. La bronca, que empez¨® por la meada de un perro, acab¨® en muerte, con protestas y acusaciones de racismo. ¡°Estamos hartos. Esto no puede ser¡±, clama Elisa, de 62 a?os y vecina del barrio ¡°desde hace 40 a?os¡±. No quiere dar su apellido. ¡°Aqu¨ª nos conocemos todos. Esto es como un pueblo¡±, se explica.
A mediados de los a?os veinte se instal¨® la primera vivienda de la que se tiene constancia en El Pozo: fue Jos¨¦ Cortina, un asturiano. Al poco, las chabolas florecieron en la barriada, erigidas, principalmente, por migrantes andaluces y extreme?os. A mediados de los a?os cincuenta las infraviviendas se hab¨ªan multiplicado por centenares. En ese momento, el padre Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos ¡ªuno de los llamados curas rojos¡ª se propuso actuar en una zona en la que ni la autoridad del r¨¦gimen franquista se atrev¨ªa a entrar. Se convirti¨® en un icono.
Por su valent¨ªa, la figura del p¨¢rroco permanece en el barrio: una calle le homenajea. En realidad, casi todas las avenidas de la zona hablan de la historia de El Pozo: de la ¡°Cooperativa El¨¦ctrica¡±; de los ¡°Andaluces del Pozo¡±; del querido vecino ¡°Lele del Pozo¡±¡ Calles que se han ido construyendo gracias a la lucha vecinal y por las que circulan coches humildes: la renta media en Entrev¨ªas, que comparte c¨®digo postal con El Pozo (28053), es de 17.476 euros, la m¨¢s baja de la capital. Eso no quita para que por las calles del barrio tambi¨¦n se vean cochazos, como un Mercedes CLK descapotable. Desde la semana pasada, el n¨²mero 14 de Esteban Carros, perpendicular a la del Padre Llanos, ha pasado a ser llamada ¡°la zona cero¡±, como definen algunos vecinos. Ah¨ª fue el asesinato de Paco y ah¨ª es donde cada tarde, a las 19.00, los vecinos se concentran y piden que la familia de los Visita se vaya.
Familias gitanas
?La muerte de Paco desat¨® una ola de protestas en el barrio, ¡°convocadas por WhatsApp y por el boca a boca¡±. Unos vecinos pusieron dos velas negras en las casas de los presuntos asesinos ¡ªYaki y Chule (David y Jes¨²s), padre e hijo, respectivamente y parte de los Visita¡ª. Otros arrojaron a las viviendas piedras, huevos y cacas de perros. Una muchedumbre quem¨® la foto del m¨¢s joven entre gritos de ¡°asesino¡± y un grupo prendi¨® fuego a dos camiones de la familia gitana que lleva ¡°unos 15 a?os¡± habitando en la zona, donde ¡°tienen varias casas¡±.
Los familiares hablaron de racismo. En las redes sociales se movieron mensajes alertando de planes para atacar a ¡°todos los gitanos¡± del rastrillo del barrio, que se celebra hoy. ¡°No soy racista, pero s¨ª de gitanos¡±, continuaba el texto."Deber¨ªan estar apoy¨¢ndonos en esta protesta" ,dice una mujer de unos 40 a?os. Los gitanos no quieren hablar del tema. Se lamentan por lo sucedido y alguno reconoce problemas con los Visita, pero no acuden a las multitudinarias concentraciones vecinales.
¡°No es racismo, es que no podemos m¨¢s¡±, dice Rafa, de 38 a?os. Trabaja en un comercio del barrio. ¡°Aqu¨ª viven muchas otras familias gitanas y no tenemos problemas. Pero en la zona de los Visita imperaba su ley: tomaban la calle como si fuese suya, te rajaban las ruedas del coche si aparcabas en lo que consideraban su territorio. Actuaban como matones y si te cruzabas con ellos y te dec¨ªan algo, te ten¨ªas que callar para que no se liase. El pasado domingo no fue as¨ª y, mira, se lio¡±, agrega.
Unos ni?os ¡ªpayos, negros, latinos...¡ª juegan en un parque cercano al Centro C¨ªvico del barrio. Detr¨¢s de ellos, amarradas entre los pinos, al sol brillan unas tiras del cord¨®n policial. El asesinato fue a la vuelta de la esquina. En El Pozo residen m¨¢s de un centenar (136) de familias gitanas y los vecinos coinciden en que la convivencia con los Visita es ¡°especialmente dif¨ªcil¡±. Se apellidan Campos aunque les llaman Visis o Visita o Visitas: Visitaci¨®n es el nombre de la matriarca. ¡°Muchas mujeres de la familia se llaman as¨ª. Y los hombres Manolo, por lo que tambi¨¦n les llaman Los Panchos. Venden fruta y tienen puestos en varios mercadillos de Madrid¡±, apunta Ra¨²l, de 36 a?os. No quiere identificarse con su verdadero nombre.
Uno de los negocios de la familia gitana es Frutas Campos, de ah¨ª los camiones. ¡°Hace unos a?os [en 2014] les acusaron de extorsionar a los vendedores de Mercamadrid¡±, agrega Ra¨²l que muestra una noticia de agosto de ese a?o, en la que relata la detenci¨®n de varios hombres del clan Los Campos acusados de amenazar con violencia a tenderos de Mercamadrid. Tambi¨¦n habla de un tiroteo ocurrido ¡°hace dos o tres meses¡± en el que implica a los Visita. Debido a una ri?a familiar, el hijo, ahora huido, lanz¨® varios disparos a una casa en la que estaba su madre con un sobrino. ¡°En ese momento ni vino ni polic¨ªa ni prensa ni nada. Aqu¨ª pasan muchas cosas que la gente se calla¡±, contin¨²a con cierto enfado.
¡°Esto no es Tijuana¡±
El movimiento vecinal es fuerte en El Pozo. En 1969 ¡ªun tiempo en el que el asociacionismo estaba prohibido por la dictadura¡ª los vecinos fundaron la Asociaci¨®n de Vecinos del Pozo del T¨ªo Raimundo. Una d¨¦cada despu¨¦s llegaron los primeros pisos de protecci¨®n oficial a la zona. Pas¨® tiempo hasta que desapareci¨® la ¨²ltima chabola, en 1986, y se pudo comenzar a transitar el barrio. Para festejarlo, la asociaci¨®n public¨® un libro sobre la historia de El Pozo e invitaron a dar el preg¨®n de los festejos a Ana Bel¨¦n y V¨ªctor Manuel. Acudieron junto a Paco de Luc¨ªa, Labordeta y La Orquesta Mondrag¨®n.
Por eso, y ante el temor a una escalada de violencia ¡ªen alg¨²n momento se habl¨®, sin pruebas concretas, de la presencia de Bukaneros (ultras del Rayo) el d¨ªa de los disturbios¡ª, la asociaci¨®n de vecinos del barrio decidi¨® implicarse. El viernes convoc¨® a las siete de la tarde para hacer un llamamiento a la calma en el barrio. ¡°Esto es un hecho puntual. Ha sido aqu¨ª, pero podr¨ªa haber sido en cualquier otro barrio¡±, dijo Gabriel del Puerto, presidente de la asociaci¨®n, ¡°hay que intentar aflojar esta situaci¨®n¡±. ¡°Esto no es Tijuana¡±, a?adi¨® Paco P¨¦rez, edil de Vallecas ante decenas de medios que acudieron a la rueda de prensa. Algunos la retransmitieron en directo. En el Centro C¨ªvico tambi¨¦n estaba el hijo del asesinado en la reyerta. Pidi¨® volver a la normalidad, pero dej¨® clara una cosa: ¡°No quiero que [los Visita] vivan delante de mi casa¡±. Durante su intervenci¨®n habl¨® de un compromiso adquirido con la familia para que los Visita abandonasen El Pozo: ¡°Estamos llegando a un acuerdo para volver a la normalidad. Se van a ir estas dos familias¡±.
¡°Primero que se entreguen y luego que se vayan. Pero hasta que no les veamos irse, nada. No vamos a parar¡±, asegura Rosa, de 29 a?os. Se ha concentrado todos los d¨ªas frente a la casa de los Visita con un grupo grande de vecinos. ¡°Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso¡±, incide.
En el barrio se rumoreaba que los presuntos culpables, padre e hijo, ¡°no estaban muy lejos¡± y que segu¨ªan en El Pozo, en alguna de sus propiedades. La polic¨ªa les busca desde el d¨ªa del asesinato. Otros, al contrario, aseguraban que ahora mismo est¨¢n o ¡°en Extremadura o en Las 3.000 viviendas de Sevilla¡±. Lo dicen convencidos: ¡°Se fueron en un Seat color oro, el mismo d¨ªa que pas¨® todo¡±. Aseguraban que lo hab¨ªan visto todo desde su ventana: el asesinato se cometi¨® al atardecer, en un patio al que se asoman decenas de vecinos, en un barrio a siete minutos en Cercan¨ªas del centro de Madrid.
Una concentraci¨®n tranquila
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