Las pioneras de Chueca

En el 21 de la calle Gravina, la que discurre por un costado de la plaza de Chueca, muri¨® el 29 de agosto de 1964 el coronel Emilio Rodr¨ªguez Tarduchy, consejero nacional de Falange, responsable de la Prensa del Movimiento y procurador en Cortes. El diario ¡°La Vanguardia Espa?ola¡± public¨® que falleci¨® tras una larga enfermedad que llev¨® ¡°con viril entereza y acendrado esp¨ªritu cristiano¡±.

Mentira cochina. Estaba sano como una pera. Ocurri¨® que su coraz¨®n no pudo superar un disgusto muy gordo: solo unos d¨ªas antes de morir se enter¨® de que llevaba manteniendo relaciones con una lesbiana desde hac¨ªa 24 a?os, 20 de ellos de leg¨ªtimo matrimonio (tuvo que esperar cuatro a que se muriera su primera esposa para poder casarse con Amelia).

Durante ese cuarto de siglo, Rodr¨ªguez Tarduchy convivi¨® con la pareja de su mujer, Juanita (m¨¢s cerca de la edad del falangista que de la de su novia), que estuvo todo ese tiempo interpretando el papel de ¡°madrina¡±. Entre las dos perge?aron a principios de los cincuenta ¡°la caza¡± de un alto cargo que las mantuviera, les aportara una p¨¢tina de excelencia y, sobre todo y por encima de todo, les permitiera mantener su relaci¨®n homosexual sin despertar sospechas. El falangista no descubri¨® el parip¨¦ hasta aquel agosto del 64, cuando las pill¨® en plena faena. Dos d¨ªas dur¨® vivo el octogenario tras ver lo que vio.

Esta historia no est¨¢ basada en un hecho real. Es un hecho real que merece ser publicitado para reconocerles a Juanita y Amelia el lugar que les corresponde en la historia de Chueca: fueron las pioneras. Tapadas, pero pioneras.

Rodr¨ªguez Tarduchy muri¨® cuando Chueca solo era una zona castiza con familias adineradas y como dios manda, lo que permiti¨® a la pareja de lesbianas mantener m¨¢s libremente su relaci¨®n de puertas para adentro en el cuarto piso de Gravina 21, y seguir sin levantar sospechas de puertas para afuera. Siempre juntas. Siempre agarraditas del brazo cuando iban a misa. A veces a la parroquia de Santa B¨¢rbara, a veces a la de San Ant¨®n.

Juanita y Amelia vivieron lo suficiente para sufrir la transformaci¨®n del barrio. ¡°?Maricones!¡± se dec¨ªan entre ellas y entre dientes, con tono rabioso, cada vez que se cruzaban con gais o presenciaban un beso en plena calle. Demasiado insoportable para su moral. Las dos murieron (una en el 90 y otra en el 99) quej¨¢ndose de que a todos aquellos nuevos vecinos nadie les aplicara la Ley de Vagos y Maleantes, que Franco modific¨® para a?adir ¡°homosexuales¡± al art¨ªculo que hasta entonces solo contemplaba a rufianes y proxenetas.

Cuando paso por Gravina 21, siempre busco con la mirada el balc¨®n de la casa donde muri¨® ¡°con viril entereza¡± Rodr¨ªguez Tarduchy y por cuyo velatorio pas¨® medio gobierno franquista dando el p¨¦same a la viuda y a su novia. Las pioneras de Chueca que tendr¨ªan muy claro a qui¨¦n votar el pr¨®ximo 28 de abril. Dios las tenga en su gloria.