Culebr¨®n en Montju?c
Los medios de este lado del Atl¨¢ntico han seguido con avidez las vicisitudes de los corredores colombianos en la Volta.
Al colombiano de a pie le encanta el melodrama. Aunque vapuleada, la telenovela es a¨²n el producto cultural m¨¢s rentable y con m¨¢s audiencia en el pa¨ªs. Las compa?¨ªas de cable incluso ofrecen canales en los que solo se reponen historias de amor, truncadas por villanas malas mal¨ªsimas, en las que las hu¨¦rfanas pobres, despu¨¦s de mucho sufrimiento, terminan siendo ricas. Y con el gal¨¢n, claro.
El culebr¨®n de moda tiene acento catal¨¢n. Los medios de este lado del Atl¨¢ntico han seguido con avidez las vicisitudes de los corredores colombianos en la Volta. La cita deportiva finaliz¨® el pasado 31 de marzo con el triunfo de Miguel ?ngel Superm¨¢n L¨®pez, un joven campesino de 25 a?os y tan solo seis como corredor profesional. Lejos de los excesos verbales de Cayetana ?lvarez de Toledo o el galimat¨ªas Puigdemont, cuando se menciona Catalu?a aqu¨ª por estos d¨ªas se piensa en Nairo ¡ª?Quintana!¡ª o en la subida al Port de la Creueta.
El relato a entregas sobre la cita catalana del UCI World Tour, al mejor estilo del follet¨ªn, es una curiosa mezcla entre la ¨¦pica propia de los eventos deportivos y el melodrama latino. Los culebrones colombianos tienen un punto que bien se podr¨ªa definir como etnogr¨¢fico. Los personajes no esconden sus acentos, se recrean en las costumbres, hay un ¡°relato nacional¡±. El te¨®rico de la comunicaci¨®n Jes¨²s Mart¨ªn Barbero explica que en el fondo se aborda ¡°el drama del reconocimiento¡±, la manera propia en la que los latinoamericanos buscan responder a la pregunta eterna de qui¨¦nes son.
De ah¨ª que los corredores sean al mismo tiempo h¨¦roes ¨¦picos y melodram¨¢ticos. ¡°Con mucho sufrimiento, Superm¨¢n L¨®pez gan¨® la Vuelta a Catalu?a¡±, titul¨® en su portada El Tiempo, el principal diario colombiano. Era el d¨ªa despu¨¦s del asalto final en el Montju?c, una etapa complicada en la que Superm¨¢n lleg¨® en la posici¨®n 13 pero a¨²n as¨ª pudo mantener los 14 segundos de distancia en la general respecto a uno de los villanos Yates (los hermanos brit¨¢nicos del equipo Mitchelton-Scott), que igualmente lograron pegarle un par de buenos sustos durante las ocho ascensiones a la monta?a barcelonesa.
M¨¢s all¨¢ del an¨¢lisis de las altimetr¨ªas o la aritm¨¦tica de las calificaciones, en Colombia los ojos se perd¨ªan en las figuras de Quintana (Movistar), Egan Bernal (Sky) o del flamante campe¨®n (Astana), tres de los 11 criollos que participaron en la cita. Los tres nacieron en la misma zona, el altiplano cundiboyacense, que tiene una altitud media de 4.270 metros sobre el nivel del mar. El culto a sus ciclistas no es nuevo en el pa¨ªs sudamericano pero trayectorias brillantes como las de Nairo ¡ª?suena tan raro decirle Quintana!¡ª han revitalizado el apoyo popular hacia una disciplina que los colombianos viven con mucho cari?o y en la que simbolizan el esfuerzo y, muy especialmente, la humildad.
De hecho, Quintana es el responsable de que una nueva generaci¨®n se haya pegado a Twitter para seguir los premios de monta?a. La historia se repite. Lucho Herrera hizo lo propio en los a?os ochenta, cuando los seguidores y sus transistores eran un solo ente mientras se com¨ªa el Pirineo y se convert¨ªa en el primer cafetero en coronarse ganador de una Vuelta a Espa?a.
En laVolta el culebr¨®n estaba servido incluso desde antes del primer pedalazo en Calella. Cada uno de los tres corredores llegaba a la competici¨®n no solo con posibilidades reales de llevarse el maillot de campe¨®n ¡ªya lo han hecho otros tres colombianos en el pasado, el primero ?lvaro Mej¨ªa en 1993¡ª, sino con un reto personal y alguna espina del pasado, de esas que no perdonan.
La sed de revancha era m¨¢s notoria en Bernal, de 22 a?os. En la Volta del a?o pasado, el corredor choc¨® con el murciano Jos¨¦ Joaqu¨ªn Rojas (Movistar) a seis kil¨®metros de la meta tambi¨¦n en Montju?c. El accidente no solo le rob¨® su primer podio en un evento del World Tour sino que le dej¨® fracturas en esc¨¢pula y clav¨ªcula. Hace unas semanas protagoniz¨® una de las im¨¢genes de la quinta etapa, al cruzar la meta con su bici al hombro por culpa de un fallo t¨¦cnico.
Nairo, aunque fue incluido a ¨²ltima hora para la Volta, aspiraba repetir el triunfo de 2016 y el segundo puesto de 2018. Su palmar¨¦s, como su sencillez, es de otro mundo: la maglia rosa del Giro de Italia en 2014; campe¨®n de la Vuelta a Espa?a en 2016; tres podios en el Tour de Francia... Y a¨²n no cumple los 30 a?os. Se qued¨® con el cuarto puesto, a 25 segundos, pero no dud¨® en recurrir a Twitter (donde se autodefine como ¡°Ciclista orgullosamente colombiano¡±) para felicitar a L¨®pez: ¡°Felicidades paisano¡±.
Tras el ascenso en La Molina, Superm¨¢n se dedic¨® a remachar su victoria. El hombre que fue descubierto por su entrenador (y suegro) corriendo entre campos de patata; que escap¨® pedaleando cuando le intentaron robar su bicicleta y le clavaron tres pu?aladas en una pierna, se meti¨® el dedo a la boca a modo de chupete y con su brazo simul¨® una barriga tras cruzar la meta. Su primog¨¦nito, Miguel Jer¨®nimo, naci¨® hace una semana.
L¨®pez tiene ahora puesta la vista en el Giro de Italia. ¡°Hablan de la presi¨®n, pero yo no s¨¦ qu¨¦ es porque siempre voy con mucha tranquilidad. El ciclismo se trata de vivirlo as¨ª¡±, dijo en una entrevista a Efe. Los ciclistas colombianos, adem¨¢s, siempre han sido fuente de una sabidur¨ªa palmaria. La m¨¢s c¨¦lebre, sin duda, es de Mart¨ªn Emilio Cochise Rodr¨ªguez: ¡°En Colombia se muere m¨¢s gente de envidia que de c¨¢ncer¡±.
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