Abierto, pero cerrado

Estamos abiertos pero cerrados, podr¨ªa indicar el cartel de este negocio. Un no s¨¦ qu¨¦ de entre horas, un bueno, s¨ª, pero no, quiz¨¢s me lo pienso, de momento. La encrucijada de la indecisi¨®n, que contrasta con el paso certero de la enigm¨¢tica caminante: vista al frente, m¨®vil en guardia, un tanto desabill¨¦, con la cara lavada y voluntad de pasar inadvertida. Seguramente camino de comprar el pan para el desayuno del domingo o de un brunch recomendable por el barrio, en los alrededores de la calle Mayor.

Eso acompa?ar¨ªa la escena urbana de este Madrid moderno, curtido, resacoso y desinhibido cuando se acuesta tarde y se levanta a deshoras. Justo para aprovechar los resquicios de la ma?ana despu¨¦s de haberse comido la noche. De ah¨ª esa pereza que emana del local, con casi total seguridad, guarida de visitantes dubitativos, en contraposici¨®n a la clarividente caminata de esta mujer de rostro anguloso y coreogr¨¢fico paso. Lo m¨¢s certero del tugurio son las farolas. Lo m¨¢s contundente, la tipograf¨ªa del grafiti. Lo m¨¢s ca¨®tico, sus cristales, enfangados de pegatinas, ofertas y advertencias anticaninas. Ese marem¨¢gnum no va con ella. Por eso pasa de largo. Ni se fija en la marea de confusiones antag¨®nicas, dignas de contagiar un buen dolor de cabeza. Puede que la dama, en su desmaquillada elegancia casual, lleve uno encima y no necesite m¨¢s que despejarse convenientemente durante la tregua del fin de semana para volver a la carga en horario laboral.