Muere Jorge Dorribo, el ¡®campe¨®n¡¯ ca¨ªdo que levant¨® su fortuna sobre el aire
El cerebro de la mayor trama sobre fraude en subvenciones que se ha juzgado en Galicia y que lleg¨® a se?alar al exministro Jos¨¦ Blanco fallece de un infarto en Barcelona a los 54 a?os
Tantas fueron las ficciones de su vida que salieron a la luz con el caso Campe¨®n que cuesta asumir que su muerte en Barcelona ha sido real, repentina, con solo 54 a?os. El lucense Jorge Dorribo Gude empez¨® a los 26 a?os con un hornillo, cocinando con dos socios en unas cacerolas hirvientes una crema para las cazadoras de cuero que tanto se llevaban en su juventud. Los amigos no se complicaron y a aquellos botes que ellos mismos etiquetaban les pusieron por marca lo m¨¢s elemental: Nupel ("Nutre a Pel"). El producto tuvo tanto ¨¦xito que se vend¨ªa en El Corte Ingl¨¦s, y del fog¨®n pronto se pasaron a las toallitas desmaquillantes y la cosm¨¦tica femenina y dieron el salto a los medicamentos. De aquellos tres colaboradores iniciales, uno se march¨® muy pronto. Y en la sociedad quedaron Dorribo, el m¨¢s inquieto, y Arsenio M¨¦ndez, que sigui¨® vinculado siempre, hasta la estrepitosa ca¨ªda de aquel imperio de humo sustentado en subvenciones p¨²blicas que lleg¨® a existir.
En algunas farmacias gallegas todav¨ªa se acumulaban, ya caducados, cuando lleg¨® el juicio, esos f¨¢rmacos de todo tipo cuyas patentes hab¨ªa adquirido para vender en 30 pa¨ªses, supuestamente fabricados en el Pol¨ªgono de O Ceao (Lugo) o simplemente comercializados por Dorribo. Los nombres eran muchas veces tan sencillos y did¨¢cticos como el del mism¨ªsimo Nupel: Dolos¨ªn, el analg¨¦sico; Vincosedan, el ansiol¨ªtico; Olors¨ªn y Sudos¨ªn, los desodorantes de pies. El empresario, que recib¨ªa a las visitas con bata blanca de farmac¨¦utico pero que no ten¨ªa estudio alguno sobre esta disciplina, lleg¨® a anunciar un ambicioso convenio para lanzar al mundo el primer chicle contra los dolores: Chicledol.
No hab¨ªa que ser muy avispado para detectar en las visitas a la planta lucense que, a pesar de la maquinaria que lo decoraba, en aquel laboratorio no se fabricaba nada en absoluto. Como mucho se envasaban, se reetiquetaban f¨®rmulas elaboradas por terceros y medicinas procedentes de las farmacias que ¨¦l compr¨® con el tiempo por Espa?a adelante. Pero Dorribo y algunos de sus c¨®mplices en las diversas hijas nacidas a partir de Nupel llegaron a atesorar descomunales yates y decenas de coches de superlujo; a construir mansiones exclusivas que tras el decomiso judicial acabaron saqueadas por los ladrones y convertidas en ruinas; a pagarse los viajes m¨¢s caros que un humano pueda imaginar.
Al final, el emprendedor bendecido por el bar¨®n popular Francisco Cacharro que lleg¨® a ser el orgullo empresarial de su ciudad acab¨® condenado en 2017 a cuatro a?os y cinco meses (ya cumplidos antes en prisi¨®n provisional), y al pago de 6,2 millones de euros por delitos contra la hacienda p¨²blica, fraude, falsedad, insolvencia contable y blanqueo de capitales. ?ltimamente viv¨ªa en Vigo, y ayer falleci¨® inesperadamente de un infarto mientras participaba en una feria en Barcelona. En su momento de mayor gloria, cuando no hab¨ªa acto social en su ciudad en el que no fuera el invitado estrella, Dorribo lleg¨® a declarar a El Progreso: "Cualquier d¨ªa me tienen que echar tierra por encima y no quiero que digan que soy el m¨¢s rico del cementerio. Prefiero que digan: '?Qu¨¦ bien vivi¨® ese cabr¨®n!".
Sin embargo, la buena vida no dur¨® hasta el final. Este genio de la l¨¢mpara que tanto importaba antig¨¹edades de Cuba como fundaba una emisora de radio, repart¨ªa dinero por doquier entre quienes colaborasen en su ascenso. Pero en su brutal ca¨ªda arrastr¨® consigo a socios, a funcionarios del Igape (Instituto Galego de Promoci¨®n Econ¨®mica), a altos cargos de la Xunta, a alg¨²n juez y a pol¨ªticos como el exdiputado del PP Pablo Cobi¨¢n, que fue condenado a ocho meses de prisi¨®n y multa por tr¨¢fico de influencias. Apunt¨® incluso a dos blancos m¨¢s importantes: el exministro socialista de Fomento Jos¨¦ Blanco y el exconselleiro nacionalista de Industria Fernando Blanco. El primero se sacudi¨® pronto en el Supremo las sospechas, incluido aquel turbio episodio en la gasolinera de Guitiriz que relat¨® Dorribo a la juez instructora del caso, Estela San Jos¨¦. El segundo, que dej¨® por esto el Parlamento y perdi¨® su condici¨®n de aforado, continu¨® imputado hasta el pasado noviembre (mucho despu¨¦s de liquidarse la Operaci¨®n Campe¨®n), cuando la Audiencia de Lugo decidi¨® sobreseer las investigaciones contra ¨¦l por cohecho y por su supuesto v¨ªnculo en la aventura e¨®lica del due?o de Nupel en Camer¨²n.
El enorme caso Campe¨®n (2011), bautizado as¨ª por la expresi¨®n con la que el Dorribo m¨¢s campechano saludaba a sus interlocutores en los pinchazos telef¨®nicos, fue el primer golpe anticorrupci¨®n que sacudi¨® la Xunta en manos de Feij¨®o. Desde su discreto despacho de O Ceao, decorado con diplomas absurdos y la foto de un jeque ¨¢rabe que seg¨²n ¨¦l le estaba ayudando a consolidar su imperio en Oriente Medio, el empresario lucense fue tejiendo su entramado de influencias y levantando un negocio internacional cimentado en pilas de facturas falsas, idas y venidas a Andorra y proyectos abortados como su planta de envasado unidosis en R¨¢bade con los que acaparar subvenciones, cr¨¦ditos como el del Banco Europeo de Inversiones y financiaci¨®n p¨²blica.
Al mismo tiempo, se iba labrando un prestigio con su participaci¨®n en sociedades como el Breog¨¢n, que luc¨ªa la marca Profilatex (los preservativos de Nupel, de uso habitual en los burdeles de la trama Carioca de Lugo), y sus generosos patrocinios a todo tipo de clubes deportivos, desde el f¨²tbol y la nataci¨®n al baloncesto femenino, el voleibol o el atletismo. Amante de los autos y la velocidad, su gran debilidad fue el Nupel Team de ralis, que lleg¨® a cosechar premios con Sergio Vallejo y en el que tambi¨¦n arranc¨® su carrera de piloto uno de los tres hijos del empresario.
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