Hijos del pecado
Qu¨¦ orgullo que Taiw¨¢n se convierta en el primer pa¨ªs de Asia en legalizar el matrimonio gay
"Eres m¨¢s Will Truman que Jack McFarland de Will and Grace". De fondo se escuchaban las carcajadas de nuestros padres en la cocina de la planta baja. Acababa de salir del armario por primera vez, por puro mimetismo de lo que hab¨ªa visto en aquellas pel¨ªculas con personajes gais mal¨ªsimas que descargabas del Emule o grababa en cinta a escondidas, mientras chate¨¢bamos por Habbo Hotel bajo un avatar al nombre de Erika333. D. no quitaba su mirada de la pantalla. En el fondo intu¨ªa que quer¨ªa evitar el contacto visual por el miedo a no saber c¨®mo reaccionar. Tendr¨ªamos unos 14 a?os y volv¨ªamos de pasear en bici por Covibar.
"?En serio no se me nota la pluma?". D. asinti¨®, aunque sab¨ªa de sobra que me ment¨ªa, intentando alimentar mi plumofobia interiorizada. Era de las pocas amigas que ten¨ªa que eran de la di¨¢spora taiwanesa. Junto a I. pas¨¢bamos los s¨¢bados encerradas en su casa ingeniando maneras para matar el tiempo. Hab¨ªamos coincidido algunos veranos en Taip¨¦i, cuando volv¨ªamos para ver a nuestra familia. Cuando no pod¨ªa quedar con ellas pasaba las tardes montado en el coche de mi t¨ªo, recorriendo Taip¨¦i. Mi t¨ªo, junto a mi padre, era el ¨²nico referente cis hombre que ten¨ªa. Siempre llevaba unos pantalones aviadores y escuchaba power ballads de los 90 para hacer que las conversaciones que manten¨ªamos en el coche parecieran m¨¢s interesante y menos vac¨ªas de lo que realmente eran.
Mi trayecto favorito era cuando ¨ªbamos a recoger a mi t¨ªa de la oficina, cerca del Palacio Presidencial de Taip¨¦i, en el distrito de Zhongzheng. En el recorrido siempre pas¨¢bamos por un parque con unos muros altos. En ellos hab¨ªa pintado personajes de dibujos animados. Un d¨ªa le pregunt¨¦ a mi t¨ªo si pod¨ªamos ir a visitar ese parque, a lo que me contest¨®: "Ese parque est¨¢ lleno de pervertidos". Inocente de m¨ª, descubr¨ª que el antiguo New Park, ahora conocido como el 228 Peace Memorial Park, era un espacio de cruising, un punto de encuentro para disidentes sexuales que fue remodelada a pesar de la resistencia de los t¨®ngzh¨¬. Su memoria hist¨®rica se conserva en la comunidad disidente sexual, inmortalizada por el escritor Pai Hsien-Yung, quien, en 1983, escribi¨® una novela inspirada en el New Park, llamada Ni¨¨z¨«, hijos del pecado. Habla sobre Ah Qin, un adolescente gay, que, tras ser descubierto semidesnudo con su mejor amigo en el laboratorio de su escuela, es expulsado de la misma y de su casa cuando su padre se entera de lo ocurrido. Despu¨¦s su vida contin¨²a en el New Park en Taip¨¦i junto a los dem¨¢s Ni¨¨z¨«, disidentes sexuales que decidieron no vivir bajo el r¨¦gimen heterosexual ni la cishomonormatividad.
A?os m¨¢s tarde y no muy lejos del New Park, una gran cantidad de personas celebraban que Taiw¨¢n se convirtiera en el primer pa¨ªs de Asia en legalizar el matrimonio gay. Me enter¨¦ en mitad de una conversaci¨®n telef¨®nica con D., y sali¨® repentinamente mientras habl¨¢bamos sobre el episodio de Arthur El Sr. Ratburn y Alguien Especial, en el que Arthur y sus amigos asisten la boda de su maestro: tras 22 temporadas descubrimos que era gay.? "Qu¨¦ ganas tengo de volver a Taip¨¦i este verano". le dije.
No he vuelto desde que mi abuelo falleci¨®, por el miedo a darme cuenta de la velocidad en la que vivimos y en lo r¨¢pido que va todo. Para m¨ª Taip¨¦i siempre ha sido una ciudad donde se para el tiempo, un para¨ªso enclaustrado dentro de uno de esos souvenirs de bolas de nieve con Taip¨¦i escrito por debajo en la base en Arial Black. Y aunque suene extremadamente cishomonormativo, qu¨¦ orgullo. Qu¨¦ orgullo que el Sr. Ratburn, un personaje con el que crec¨ª viendo por las tardes en La 2 mientras mojaba las galletas Mar¨ªa en el Cola Cao al salir del colegio, se pueda casar y que en la ciudad en la que mi t¨ªo llamaba pervertidos a los homosexuales hayan conseguido legalizar el matrimonio gay. Pero, a la vez, no nos hemos de olvidar ni desviar de nuestra lucha como disidentes sexuales, porque, como dice Wanda Sykes, "no somos iguales, somos diferentes, pero deber¨ªamos tener los mismos derechos".
Mi temor yace en que interpretemos que el objetivo final para todos los disidentes sexuales siga siendo la b¨²squeda de aspiraciones sancionadas por un r¨¦gimen heterosexual, la cisheteronormatividad, dejando de lado, como hemos visto y aprendido, las luchas de aquellos hermanos que son disidentes, no conformes, marginando otras historias y experiencias de otras sexualidades y otras comunidades. Y aunque est¨¦ orgulloso, sigo pensando en aquellos Ni¨¨z¨«? a quienes mi t¨ªo llamaba pervertidos desde la ventanilla del coche, por encima del volumen de los power ballads de los noventa, mientras yo re¨ªa. Por educaci¨®n.
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