No como ahora
A mi perro le da un poco de miedo todo lo que hay fuera de casa y creo que le comprendo porque a m¨ª a veces tambi¨¦n me pasa lo mismo
El otro d¨ªa, di un paseo por el barrio con Viento. Un paseo tranquilo de esos en los que evitas posibles sustos (ni?os que gritan en patinetes ruidosos, por ejemplo), recomendado por la educadora, para que sepa lo que es disfrutar de la calle sin sobresaltos. A mi perro le da un poco de miedo todo lo que hay fuera de casa y creo que le comprendo porque a m¨ª a veces tambi¨¦n me pasa lo mismo. Mira de un lado a otro con ansiedad, esperando el ataque, con la defensa en la mirada. Todos tenemos nuestros monstruos. Lo miro y pienso que me gustar¨ªa, sobre todo ahora, que un ratito al d¨ªa alguien me llevara de la mano por la ciudad y me dijera que todo va a ir bien. En vez de eso, cambio el telediario, apago la radio, cierro twitter, evado conversaciones y lo acaricio panza arriba en el sof¨¢. Yo tambi¨¦n tengo d¨ªas que, como ¨¦l, me siento m¨¢s a salvo en el silencio que en la realidad.
El caso es que mientras pase¨¢bamos me toc¨® el hombro una se?ora que me pregunt¨® por una tienda de ropa para mujeres de su edad. Hice un esfuerzo por recordar y le indiqu¨¦ una direcci¨®n sin mucha seguridad. Doy paseos con mi perro todos los d¨ªas por las mismas calles y, sin embargo, no soy capaz de saber con exactitud cu¨¢les son los peque?os establecimientos de mi barrio, al menos los que no me interesan tanto. En vez de eso, suelo recurrir a Internet y los mapas. Es cierto que procuro trabajar la conciencia social: comprar en librer¨ªas peque?as, en fruter¨ªas particulares e ir a mercer¨ªas, pero eso no resulta sencillo si no practicamos la observaci¨®n. Decid¨ª entonces dejar el tel¨¦fono en casa ¨Cpara alegr¨ªa de Viento, que no se f¨ªa del mundo cuando lo paseo mirando la pantalla¨C y descubrir nuevos lugares en las calles de siempre.
As¨ª, descubr¨ª una tienda de muebles en oferta; un local en el que hac¨ªan copias de llaves de garaje; una tiendecita de ropa para ni?os con una mesita en la esquina dispuesta para ellos con folios y pinturas; la sede del Partido Comunista; la m¨¢s que atractiva terraza de un bar en mitad de un nuevo parque; un campo de baloncesto al aire libre; un local de productos a granel, la mayor¨ªa extra?os; una cl¨ªnica de reiki y dem¨¢s tratamientos; una copister¨ªa con una m¨¢quina expendedora de comida de animales disponible todo el d¨ªa; una tienda de ropa medieval; un local de arreglos de ropa. Quiero saber responder si me preguntan.
Creo que si todos fu¨¦ramos como los perros, sabuesos y observadores, nos pasar¨ªan dos cosas. Tendr¨ªamos una sensibilidad mucho m¨¢s elevada y conocer¨ªamos al dedillo nuestros alrededores. Eso nos convertir¨ªa en seres m¨¢s asustadizos, pero tambi¨¦n m¨¢s poderosos. Quiz¨¢ eso es lo que necesitamos, entre muchas otras cosas. Observar para adelantarnos al miedo. Conocer el terreno para pisarlo con fuerza. Mirar para perder el miedo y sabernos capaces de cuidar el mundo. No como ahora.
Madrid me mata.
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