Encadenados
Hubo un tiempo en el que el buen pol¨ªtico era aquel que siguiendo la norma de Keynes cambiaba de posici¨®n de acuerdo al cambio de las circunstancias. Y a eso se le llamaba responsabilidad.
Ya es aciaga casualidad que despu¨¦s de acusar a Pedro S¨¢nchez de sembrar sectarismo Albert Rivera fuera hospitalizado por una gastroenteritis aguda. La coincidencia promocion¨® en Twitter una de sus recurrentes discusiones entre quienes bromearon y quienes lo vieron improcedente por tratarse de la salud personal. Debates ¨¦ticos al margen, aceptemos que si el l¨ªder de Ciudadanos lo dijo, sus razones tendr¨¢. Y ¨¦stas, fruto de su percepci¨®n o de su constataci¨®n, son tan subjetivas como l¨ªcitas. Le asiste adem¨¢s la misma libertad de expresi¨®n que a cualquiera de los catalanes que, recordando el nacimiento tanto de la formaci¨®n como de su liderazgo, no se extra?an que de aquellos polvos inici¨¢ticos surjan los lodos esparcidos por la pol¨ªtica espa?ola.
Por lo acontecido desde aquella etapa hasta nuestros d¨ªas, la autoridad moral de Rivera para recriminar a los dem¨¢s atisbos de sectarismo es tan poco consistente como que el resto de l¨ªderes proyecte hacia ¨¦l. A nuestros representantes dif¨ªcilmente se les puede conceder hoy el plus de referencia ¨¦tica para censurar nada a nadie. Todos arrastran su parte al¨ªcuota de responsabilidad que, a?adida a la que nos corresponde a la ciudadan¨ªa, ayuda a entender por qu¨¦ hemos ca¨ªdo tan bajo. Algo est¨¢ pasando cuando todos coinciden en la alineaci¨®n por la ingobernabilidad y el bloqueo y mantienen una claque que se lo aplaude. Lo indican las encuestas. Igual le pasa al independentismo y sus grupos de agitaci¨®n y propaganda cuando se plantan ante las sedes de los partidos que ten¨ªan por propios para recriminarles pactos inadecuados con las circunstancias que les hicieron creer que concurrir¨ªan. Pero el destino es cruel y la hora de la verdad siempre llega con un espejo en la mano.
Hoy la pol¨ªtica se hace m¨¢s a trav¨¦s de Twitter que de charlas presenciales y propuestas parlamentarias
As¨ª, el panorama nos muestra a la derecha contra la izquierda pero de manera evidente contra s¨ª misma, a la izquierda contra la derecha pero especialmente contra sus propios postulados y al secesionismo contra el mundo empezando por el propio. Nada se sustenta ya ni en conceptos ideol¨®gicos, ni en paradigmas existenciales ni en otras leg¨ªtimas aspiraciones que no sean las de optar o mantener las respectivas cuotas de poder y enga?o. Por mucho que lo nieguen o intenten disimularlo. Tensaron tanto la cuerda, se obligaron tanto a mantener el pulso que ahora ni siquiera son capaces de ceder ante sus propias contradicciones. ¡°No es no¡±, ¡°l¨ªneas rojas¡± o ¡°s¨ª o s¨ª¡± son algunos de los esl¨®ganes convertidos en tendencias de dif¨ªcil revisi¨®n que esclavizan a quienes las crean y obligan a quienes se las creen. Y de ah¨ª la gran irresponsabilidad compartida. Unos, los pol¨ªticos, por no querer asumir las consecuencias p¨²blicas que provocan sus posiciones privadas. Los otros, sus seguidores, por no verter sobre las consignas recibidas la imprescindible raz¨®n cr¨ªtica que deber¨ªa avanzarse a cualquier toma de posici¨®n. El resultado es pavoroso: las bases exigen coherencia y firmeza mientras amenazan a trav¨¦s de las redes sociales o se manifiestan en las calles arrebatadas por si a sus representantes se les ocurriera dar un paso atr¨¢s o hacer una concesi¨®n deshonrosa. Estos, y como respuesta, suben el list¨®n de sus apuestas permanentes hasta poner en peligro la mesa de juego que es donde estamos.
No hace falta ser muy perspicaz para deducir que la complejidad cada d¨ªa ser¨¢ de m¨¢s dif¨ªcil gesti¨®n
Hubo un tiempo en el que el buen pol¨ªtico era aquel que siguiendo la norma de Keynes cambiaba de posici¨®n de acuerdo al cambio de las circunstancias. Adaptaci¨®n elegante, l¨®gica y necesaria del principio de Groucho Marx en Una noche en la ¨®pera. Y a eso se le llamaba responsabilidad y se enmarcaba en la categor¨ªa de alta pol¨ªtica. Y si bien es cierto que aquella escuela permiti¨® grandes avances sociales y beneficiosas estabilidades econ¨®micas, tambi¨¦n lo es que se abus¨® de la confianza que algunos confundieron con impunidad. Es incuestionable que los alumnos aventajados de aquellos viejos maestros han aprendido lo peor olvidando lo mejor. Entonces se sab¨ªa que exist¨ªa una hemeroteca donde constaban todas las contradicciones pero se acud¨ªa poco a ella y cuando se hac¨ªa, el resultado merec¨ªa el descr¨¦dito por ser imprudente, tendencioso, maniqueo y desestabilizador. Hoy la pol¨ªtica se hace m¨¢s a trav¨¦s de Twitter que de charlas presenciales, de titulares medi¨¢ticos que desde propuestas parlamentarias. Por lo menos la pol¨ªtica que transciende a la calle. La misma calle que est¨¢ al acecho permanente y atenaza a sus representantes hasta secuestrarles la voluntad y la raz¨®n. Reconvertirlo no es f¨¢cil porque el poder de las redes que canalizan la amenaza no est¨¢ en la cr¨ªtica sino en el elogio envenenado. Una alabanza de la que se desprender¨¢ el riesgo de decepci¨®n contra el cual nadie quiere estar vacunado.
No hace falta ser muy perspicaz para deducir que la complejidad cada d¨ªa ser¨¢ de m¨¢s dif¨ªcil gesti¨®n. Vivimos encadenados y, como en el bolero, ¡°el paso del dolor ha de encontrarnos de rodillas en la vida frente a frente. Y nada m¨¢s¡±.
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