Caligraf¨ªa de amanuense
King Crimson reivindic¨® su historia en el primero de sus dos conciertos en el Coliseum
El concierto comenz¨® como acaban los dem¨¢s, con el p¨²blico en pie aplaudiendo. A¨²n no hab¨ªa sonado nota alguna, la banda s¨®lo hab¨ªa salido a escena y ocupado las siete plazas tras los instrumentos, con tres bater¨ªas en primera l¨ªnea. P¨²blico adulto, mayormente masculino, con ellas por lo general de acompa?antes, calentando las manos antes de escuchar cerca de tres horas de la m¨²sica que ha atravesado cinco d¨¦cadas bajo la corona y el manto de un rey carmes¨ª. Si en el pomo del bast¨®n de John Hammond en Parque Jur¨¢sico hay un mosquito encapsulado en ¨¢mbar, la m¨²sica de King Crimson ser¨ªa algo parecido, un ente con d¨¦cadas de vida que sin estar encapsulada por mantenerse a¨²n viva y aleteando, nos recuerda otras ¨¦pocas mostr¨¢ndose en presente. El rey a¨²n reina.
Y las tres bater¨ªas, protagonistas del empaque de la propuesta, arrancaron sonando sin apoyo de los dem¨¢s instrumentos, que se sumaron en?Lar¡¯s Tongues In Aspic, primero de los muchos cl¨¢sicos que iban a sonar durante la noche. Y como siempre, sentado en segunda fila, tieso en una banqueta alta, de perfil al p¨²blico, atento m¨¢s a la banda que recib¨ªa su mirada de pastor, Robert Fripp con su guitarra, demiurgo de un proyecto que ha transitado y transit¨® en el Coliseum, por el rock progresivo, jazz y el art-rock para regalar a su audiencia una larga reconstrucci¨®n de su mundo en forma de 21 composiciones. Piezas de ritmo imprevisible con el contratiempo como patr¨®n desmenuzado por las bater¨ªas , las guitarras entrelazadas como cabellos en una cola, el stick-bass de Tony Lewin ¨Cun tercio guitarra, otro bajo, otro teclado- haciendo melod¨ªas, armon¨ªas y l¨ªneas de bajo y una colecci¨®n de vientos para sobrevolar un repertorio mayormente instrumental apuntalado por teclados. King Crimson en estado puro expuesto con milim¨¦trica caligraf¨ªa de amanuense laico.
En sus ¨²nicos conciertos en Espa?a de su gira de 50 aniversario, el s¨¢bado repiti¨® en el Coliseum, King Crimson repas¨® su carrera con notable acento en los cl¨¢sicos, piezas provenientes de In The Court Of The Crimson King, Islands o Lark¡¯s Tongues In Aspic. Cancionero que alterna la caricia con la histeria, le ternura con la dureza, lo l¨ªrico y lo ¨¦pico, lo grandilocuente y lo retorcido, caras todas ellas de la m¨²sica de Fripp. En platea, cabezas remachando el ritmo con sus movimientos, como lo hacen los fans del metal, un estilo que tambi¨¦n debe algo al rey carmes¨ª. M¨²sica ¡°para pensar¡±, para devanarse los sesos ante tama?a demostraci¨®n de t¨¦cnica, ante tal apabullante musicalidad deshojada en una interpretaci¨®n t¨¦cnicamente insuperable. Al final vuelta al principio: p¨²blico en pie. Fue entonces cuando brotaron los m¨®viles expresamente prohibidos durante el concierto ¨Cla banda se niega a ser retratada en directo-, un concierto de los de antes, en lo que todo lo que son¨® fue tocado, toda nota tuvo su gesto f¨ªsico. De otros tiempos, hoy. King Crimson.
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