Medio centenar de sirios acaban en un parque de Madrid tras siete a?os de huida
Entre los demandantes de asilo hay cuatro embarazadas y m¨¢s de 20 menores
Medio centenar de sirios, entre ellos, m¨¢s de 20 menores y cuatro mujeres en avanzado estado de gestaci¨®n, viven desde el pasado 10 de julio a la intemperie en un parque p¨²blico de Madrid. Esta ins¨®lita escena en las calles de la capital es postal habitual en los pa¨ªses lim¨ªtrofes con Siria que albergan a la gran mayor¨ªa de los 5,7 millones de refugiados que han huido de la guerra. Bajo un ¨¢rbol, ellas pican ajo y cuecen verduras en una cacerola sujeta a un peque?o camping gas que hace las veces de cocina. A pocos metros, ni?as que levantan apenas varios palmos del c¨¦sped lavan a sus hermanos peque?os en una fuente p¨²blica o en improvisadas ba?eras hechas con bidones de pl¨¢stico cortados. Los ropajes se secan sobre los arbustos junto a mutiladas mu?ecas. Un poco m¨¢s all¨¢, y recostados a la sombra de un pino, se re¨²nen los hombres frunciendo el ce?o con la mirada fija sobre un manojo de arrugados papeles.
¡°?Qu¨¦ dignidad me queda si no me puedo ni duchar en d¨ªas?, increpa enfadado Mohamed, de 50 a?os y patriarca del grupo. Aprovechando su silencio, el resto de hombres se pisan las palabras para relatar un largo periplo de siete a?os de huida desde que en 2012 abandonaran Hama, su ciudad natal al oeste de Siria, previendo que la guerra acabar¨ªa por tocar a las puertas de su barrio. Los cinco primeros a?os alternaron entre pa¨ªses ¨¢rabes, malviviendo en tiendas de campa?a en L¨ªbano y maltrechas casas de alquiler en Argelia y Marruecos, donde trabajaron temporalmente para, en agosto de 2017, cruzar ilegalmente a Melilla. ¡°Nos quedamos sin dinero¡±, cuenta el patriarca que, como el resto de hombres del grupo, fabricaba implantes dentales en su tierra natal. ¡°Pagamos 300 euros por persona a los traficantes y nada m¨¢s pisar tierra espa?ola pedimos asilo¡±, prosigue.
De all¨ª fueron transportados a Madrid y albergados en un centro de acogida.
A los pocos meses, motivados por familiares, decidieron abandonar voluntariamente, y sin previo aviso, el centro para poner rumbo a Francia. ¡°Encontramos una casa abandonada a las afueras de Par¨ªs que adecentamos para vivir en ella¡±, rememora Mohamed. Las mujeres asienten nost¨¢lgicas de lo que parece ser la mejor morada en la que han pisado desde que tuvieron que dejar camastros, lavadoras y frigos en Siria. ¡°Mis hijos iban al colegio, las mujeres dieron a luz en los hospitales y nos proporcionaron ayudas de entre 500 y 800 euros mensuales por familia¡±, relata Arma, mujer del patriarca y madre de 10 hijos. Ellos trabajaron tambi¨¦n, cobrando en negro.
Sin embargo, transcurridos dos a?os, la polic¨ªa francesa les anunci¨® que ¡°en pocos d¨ªas¡± ser¨ªan devueltos a Espa?a. Las 15 familias sirias no entienden que se trata de la aplicaci¨®n del acuerdo de Dubl¨ªn, por el que los refugiados sirios est¨¢n siendo devueltos a los pa¨ªses europeos que pisaron por primera vez al solicitar asilo. Sin esperar a las autoridades galas, pusieron rumbo en sus coches y en autobuses al parque Salvador de Madariaga de Madrid.
La historia de estas gentes se repite con docenas de familias que est¨¢n siendo ¡°devueltas¡± a Espa?a en una agilizaci¨®n a la hora de aplicar el acuerdo de Dubl¨ªn, pero sin que parezca existir un mecanismo de acompa?amiento para los demandantes de asilo o coordinaci¨®n entre los pa¨ªses europeos. Atascados en los pliegues de los entramados burocr¨¢ticos espa?ol y europeo, desconocedores tambi¨¦n del idioma, acaban siendo escupidos en las calles madrile?as. El mes pasado, la parroquia San Carlos Borromeo, situada en el madrile?o barrio de Vallecas, volvi¨® a abrir sus puertas para cobijar a 11 sirios y palestinos que hab¨ªan sido devueltos de Alemania. En paralelo, la frustraci¨®n y decepci¨®n de estos refugiados para con Europa se incrementan conforme pasan los a?os.
Durante las dos ¨²ltimas semanas, hasta dos patrullas de polic¨ªa han pasado por este parque, aseguran vecinos y sirios por igual, sin que por ello haya acudido ning¨²n trabajador del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. ¡°Tras mostrar los documentos, la polic¨ªa nos dijo que quer¨ªan llevarse a nuestros hijos porque son menores durmiendo en la calle. Y nada m¨¢s¡±, asegura Abdel Razzik, de 27 y padre de dos menores. Ellos se opusieron y pidieron ser alojados en una vivienda. Precisamente en diciembre de 2018, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid dict¨® una sentencia por la que aquellos solicitantes de asilo que abandonen voluntariamente Espa?a no ser¨¢n excluidos del sistema de protecci¨®n a su retorno.
Nueva sentencia
El documento estipula que ¡°se dar¨¢ prioridad para el reingreso en el sistema de acogida a los perfiles vulnerables, que podr¨¢n acceder a una plaza de primera acogida¡°. Entre los perfiles vulnerables se cuentan ¡°las mujeres embarazadas¡± y ¡°las familias con menores¡±, siendo el caso de estas 15 familias sirias acampadas en el parque Salvador de Madariaga.
De las cuatro mujeres sirias embarazadas, tan solo Barguta al Ahmed, de 20 a?os y madre de un peque?o, ha sido atendida por un m¨¦dico. ¡°?Qu¨¦ pone aqu¨ª?¡±, aprovecha la mujer para preguntar, en plena entrevista, alargando un folio con la fecha de una cita m¨¦dica expedida por el hospital Infanta Leonor. Barguta dice que est¨¢ en su s¨¦ptimo mes de embarazo. El informe de la ecograf¨ªa grapado junto con la cita, y cuyo contenido ignora Al Ahmed, asegura que ha superado los nueve. Durante las escasas noches de lluvia, duerme en una peque?a tienda de pl¨¢stico. Por el d¨ªa se resguarda como puede del calor bajo los ¨¢rboles.
La elecci¨®n de este parque como destino resulta casi instintiva entre los refugiados musulmanes, que se sienten m¨¢s protegidos al estar situado a pocos metros de la mezquita de la M-30. All¨ª pueden acceder a los aseos, aunque, dicen, no pueden pernoctar en sus instalaciones. ¡°Nos han dicho que est¨¢ prohibido¡±, farfulla uno de ellos. Consultado por EL PA?S, el director del Centro Cultural Isl¨¢mico, Sami al Mishtawi, responde que ¡°han preferido no inmiscuirse" pero que "ver¨¢n qu¨¦ se puede hacer¡±. Mientras tanto, la solidaridad llega de mano de los vecinos espa?oles y ¨¢rabes musulmanes que el viernes acuden a la mezquita a la hora del rezo. Uno de ellos deposita sobre la hierba una caja de melocotones; otros, traen juguetes para los m¨¢s peque?os. Ajena al correteo de los ni?os, una peque?a llora desconsoladamente por lo que explica es un ¡°tremendo dolor de dientes¡±.
¡°?D¨®nde est¨¢n los derechos humanos en Europa?¡±, increpa un hombre de muy mal humor. La impotencia de ver a su mujer embarazada e hijos en el parque d¨ªa tras d¨ªa alimenta su rabia. La imposibilidad de hablar el idioma para poder llevarla a un hospital a?ade frustraci¨®n. Tambi¨¦n es consciente de que su presencia molesta a unos vecinos que no hablan su lengua y que evitan cruzar por el jard¨ªn, a pesar de que su familia se esmera en mantener limpio el parche de c¨¦sped que habitan.
Los hombres se apresuran a extraer de entre bolsas de pl¨¢stico numerosos papeles para confeccionar un mosaico de documentos sobre el c¨¦sped. Tarjetas rojas, permisos de residencia y documentos de protecci¨®n subsidiaria en vigor se superponen a procesos de demanda archivados por no presentarse a la cita. De todas formas, ninguno de ellos entiende el contenido de los marchitos folios tecleados en castellano. Algunos no saben escribir en ¨¢rabe. ¡°Fuimos a la comisaria y nos piden un domicilio. No tenemos. He pagado casi 300 euros de gesti¨®n para solicitar el permiso de residencia de mi familia y nos dan la pr¨®xima cita para dentro de tres meses¡±, explica Mohamed ya m¨¢s calmado. En la embajada siria en Madrid, aseguran, para solicitar el pasaporte de los reci¨¦n nacidos les exigen que vayan a Siria a solicitar un libro de familia y otros documentos actualizados. ¡°?Esto es de locos!¡±, zanja el patriarca.
Albergues de acogida desbordados
El Ayuntamiento de Madrid asegura disponer de 973 plazas de acogida de emergencia en los albergues del Samur Social. En el mes de julio se cuentan 2.800 personas sin hogar y 780 solicitantes de asilo en la capital. Las cuentas no cuadran. "Cada d¨ªa, el Samur Social se ve obligado a dejar en la calle a varias familias por falta de espacio y recursos", explica en conversaci¨®n telef¨®nica la abogada Patricia Fern¨¢ndez. Desde principios de mes, la letrada asiste a 75 solicitantes de asilo que intentan retornar al sistema de protecci¨®n subsidiaria en Espa?a.
"No est¨¢n al corriente de c¨®mo funciona la ley y acaban perdidos", agrega. Fern¨¢ndez present¨® en diciembre de 2018 una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en nombre de dos j¨®venes refugiados que fueron devueltos de Alemania y Holanda en el marco del acuerdo de Dubl¨ªn. Gan¨® el caso y el Tribunal dict¨® una instrucci¨®n modificando el actual procedimiento: aquellos que pidieron asilo en Espa?a y han sido devueltos por terceros pa¨ªses europeos deben ser reinsertados en el programa de acogida.
Sin embargo, es en el tejido social compuesto por ONG y organizaciones religiosas, como la parroquia San Carlos Borromeo, en Vallecas, o la Red Solidaria de Acogida, donde encuentran el tan ansiado refugio.
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