¡®M¨¦dico de familia¡¯ con salchichas
La serie de Emilio Arag¨®n marc¨® a una generaci¨®n, mi hora del patio y mi cena de los martes durante cuatro a?os, del 1995 al 1999
Los martes eran sagrados. Literalmente. Como en una especie de ritual familiar ¡ªm¨¢s bien pagano¡ª, a las nueve y pico de la noche, mi hermana y yo corr¨ªamos escaleras arriba en el bar de nuestros padres y nos plant¨¢bamos en una mesa del comedor. La m¨¢s cercana a la televisi¨®n, una Sanyo con m¨¢s culo que p¨ªxeles. Mi padre nos sub¨ªa el suculento manjar de los martes ¡ªsalchichas con patatas fritas, siempre¡ª y, despu¨¦s del Telecup¨®n, el mundo se paraba. Los primeros acordes de la sinton¨ªa, una receta que garabateaba ¡°M¨¦dico de Familia¡± y venga un power pointpresentando a todo el elenco ¡ª?ay, los noventa!¡ª. ?Qu¨¦ nervios!, sent¨ªa, con la boca llena de patatas fritas. La mejor serie con la mejor cena. Felicidad absoluta.
M¨¦dico de Familia era una serie familiar, con las peripecias de un viudo (el doctor Nacho Mart¨ªn) y sus tres hijos (Mar¨ªa, Chechu y Anita) como hilo argumental y personajes de todas las edades para enganchar al p¨²blico de 0 a 100 a?os, m¨¢s o menos. Espa?a estaba hu¨¦rfana de series tras el final de Farmacia de Guardia ¡ªprecisamente, Nacho hizo un crossover en la botica de la farmac¨¦utica Lourdes Cano para despedirla¡ª y esa familia madrile?a de clase media-alta y sal¨®n a doble altura ten¨ªa todos los ingredientes para triunfar.
Y triunf¨®. Al menos en el comedor del bar de mis padres. Cuatro a?os ah¨ª, pegada a esa Sanyo atrofiada que, en los d¨ªas de tormenta, perd¨ªa la se?al. Y eso no es un fallo menor si vives en Galicia.
Aunque hay tempestades m¨¢s grandes que el orballo gallego: los clientes del bar. Si alguien ven¨ªa a cenar, hab¨ªa que levantar el campamento, terminar r¨¢pidamente la cena y dejar el poder de la televisi¨®n al comensal.
Los que nos criamos en los bares sabemos que el control del mando depende de los avatares de la vida y la buena voluntad de la clientela. La Champions, un Depor-Celta, o el capricho del cliente de turno son innegociables.
Ahora parece todo m¨¢s f¨¢cil porque est¨¢ la nube m¨¢gica de internet y las televisiones inteligentes que adelantan o atrasan la programaci¨®n a gusto del consumidor. Pero en los noventa no era as¨ª, y si te perd¨ªas algo en la tele, te lo perd¨ªas para siempre. Y para siempre es mucho tiempo.
Una semana sin Chechu era un infierno. En las series, todo el mundo tiene un personaje favorito y el m¨ªo era Chechu. Me gustaba. Como amigo o lo que surgiese. Est¨¢bamos hechos el uno para el otro: ten¨ªamos casi la misma edad ¡ª¨¦l siete a?os y yo, seis¡ª, los dos asum¨ªamos estoicamente casi todas las broncas de nuestros adultos y su abuelo se llamaba Manolo, ?como el m¨ªo! No pod¨ªa ser casualidad.
¡°Pero... ?Chechu!¡±, le gritaba el se?or Manolo cuando el ni?o soltaba alguna fresca. ¡°Jessi?a, ?por dios!¡±, customizaba mi madre en las mismas situaciones. Viv¨ªamos vidas paralelas.
Las travesuras de Chechu se comentaban en los recreos. Como los novios de Mar¨ªa o los outfits de la t¨ªa Alicia ¡ªa la saz¨®n, hermana de la difunta y amor secreto del cu?ado¡ª. Los mi¨¦rcoles, el patio era un hervidero de reflexiones sobre la serie y, particularmente, acerca de la relaci¨®n de Nacho y Alicia, la gran trama que trascend¨ªa los cap¨ªtulos, y los a?os ¡ªNacho tard¨® varias temporadas en declararse¡ª. En la memoria queda esa petici¨®n de matrimonio en la radio ¡ªella era periodista¡ª, con el micro abierto; o la accidentada boda de cuento, que peg¨® a la pantalla a m¨¢s de 10 millones de espectadores.
A toro pasado, M¨¦dico de Familia quiz¨¢s no se merec¨ªa la mejor cena del mundo. Adolece de cierto tufillo moralista de clase media-alta en algunas conclusiones, impone unos estereotipos sexistas innecesarios ¡ªcomo el personaje de la Juani¡ª y se pasan mucho con el product placement de Puleva y Bimbo en sus espectaculares desayunos en familia. Pero no es justo mirar una serie de 1995 con los ojos de 2019.
Adem¨¢s, a su favor hay que decir que fue la primera serie que incorpor¨® como personaje fijo a un chaval con s¨ªndrome de Down ¡ªErnesto, el celador¡ª, un espaldarazo a la integraci¨®n laboral del colectivo. Adem¨¢s, en el primer episodio se atrevieron a tratar el embarazo adolescente y el aborto. Y m¨¢s adelante, a trav¨¦s de un novio maltratador de Alicia, la violencia machista. Era 1995 y Espa?a a¨²n se dorm¨ªa ¡ªm¨¢s que ahora¡ª en los laureles. Solo hablar de ello en prime time, era un ¨¦xito.
Quiz¨¢s el contenido pudo ser mejor. Tambi¨¦n la Sanyo del bar de mis padres. Pero la serie marc¨® a una generaci¨®n, mis recreos en el patio y mi cena de los martes durante cuatro a?os (desde 1995 a 1999). M¨¦dico de Familia siempre sabr¨¢ a nuestra infancia. Y a salchichas con patatas fritas.
Britney Spears y una coca-cola
A?o de estreno y origen.?1995, Espa?a.
Actor o actriz protagonista. Emilio Arag¨®n y Lydia Bosch.
Edad que ten¨ªas cuando la ve¨ªas y con qui¨¦n la ve¨ªas.?Seis a?os. Con mi hermana.
La escena que recuerdas. La petici¨®n de matrimonio de Nacho a Alicia con los micros abiertos en la radio. Y el cameo de Britney Spears comprando una coca-cola ¡ª?una coca-cola!¡ª en una m¨¢quina de bebidas.
Qu¨¦ serie miras ahora. Paquita Salas.
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