La ca¨ªda del muro en Alcal¨¢
PhotoEspa?a re¨²ne la avalancha de libertad que derroc¨® al comunismo en Checoslovaquia, Ruman¨ªa y Polonia
El muro se alz¨® f¨ªsicamente en Berl¨ªn. Pero durante d¨¦cadas se instal¨® ¡ªy en cierto modo, perdura¡ª en las cabezas de millones de ciudadanos del centro y el este de Europa. Aquel bloque de hormig¨®n que si osabas traspasar pod¨ªas pagar con la vida, cay¨® un fr¨ªo noviembre de 1989. Y con ¨¦l se puso en pie el ansia de libertad que condujo a la democracia en todo el bloque sovi¨¦tico.
Tres de aquellos pa¨ªses ¡ªPolonia, Ruman¨ªa y la Rep¨²blica Checa, parte entonces de Checoslovaquia¡ª lo recuerdan ahora en una exposici¨®n que puede verse en el antiguo hospital Santa Mar¨ªa la Rica de Alcal¨¢ de Henares, hasta en uno de septiembre. El centro Checo, los institutos culturales de los otros dos pa¨ªses, el Ayuntamiento de la ciudad y PhotoEspa?a han reunido una muestra colectiva de im¨¢genes que documentaron aquel momento decisivo en la historia universal bajo el t¨ªtulo: 1989: Bucarest - Praga - Varsovia. Instant¨¢neas de la transici¨®n hacia la democracia.
El fr¨ªo era exactamente el mismo aquel invierno, pero en el contexto pol¨ªtico se daban algunas diferencias decisivas para marcar el futuro de cada pa¨ªs. Todos ellos compart¨ªan la humillaci¨®n de sentirse bajo un continuo control com¨²n pero intu¨ªan la fragilidad que precede a las transformaciones de calado. La mayor parte de sus ciudadanos so?aba con lo mismo: otra forma de Gobierno en la que pudieran regir sus destinos.
Checoslovaquia se proteg¨ªa de su intento fallido dos d¨¦cadas antes con prudencia y miedo. Ante todo para no volver a sufrir el mazazo de una nueva invasi¨®n, como ocurri¨® en 1968. Ruman¨ªa se agazapaba dentro del terror¨ªfico caparaz¨®n de Causescu, el resquicio m¨¢s cerrado y estalinista, si cabe, de todo el bloque. Cuando en casi ninguna parte del planeta se hablaba polaco, todo el mundo sab¨ªa pronunciar una palabra de ese idioma, esgrimida como se?a en el movimiento liderado por Lech Walesa: Solidarnosc. Llevaban una d¨¦cada poniendo en jaque al r¨¦gimen del general Jaruzelski y habr¨ªa que ver hasta qu¨¦ punto, gracias a todo aquello, el t¨¦rmino se incorpor¨® masivamente al lenguaje universal. Si ca¨ªa el sistema, todos iban a sufrir en distinta medida las consecuencias. Y as¨ª fue.
Checoslovaquia pudo encaminar su revoluci¨®n de terciopelo, guiada por uno de los l¨ªderes m¨¢s carism¨¢ticos e irrepetibles que ha gobernado en Europa: Vaclav Havel. Polonia soport¨® 10 a?os de tensiones en las calles, en las f¨¢bricas, en las instituciones junto a un aliado fundamental -el papa Wojtyla- para derrocar el sistema desde la mecha que prendi¨® en los g¨¦lidos y oscuros astilleros de Gdansk. Ruman¨ªa explot¨® en una catarsis sangrienta y desemboc¨® en el tiranicidio para deshacerse de la familia Ceausescu.
Mientras, en las ciudades y pueblos de esos tres pa¨ªses, fot¨®grafos como Dana Kyndrov¨¢, Ludomir Kotek, Jan ?ib¨ªk -ganador del World Press Photo en 2004-, Pavel Hroch, Pavel ?techa, entre otros, en Checoslovaquia; Florin Andreescu en Ruman¨ªa o el brit¨¢nico de origen polaco, Chris Niedenthal, que obtuvo el mismo galard¨®n que ?ib¨ªk en 1986, tomaban el pulso y las caras de la situaci¨®n. Una selecci¨®n de sus trabajos son los que componen la muestra de Alcal¨¢ de Henares, una poblaci¨®n que concentra gran parte de la inmigraci¨®n polaca y rumana en Espa?a. Es un p¨²blico que comprender¨¢ de manera n¨ªtida el punto de inflexi¨®n que trajo a sus vidas aquel derrumbamiento.
Las fotograf¨ªas mezclan lo cotidiano con la conciencia colectiva de haber contribuido a un cambio hist¨®rico. Describen la acci¨®n de los l¨ªderes emergentes y la decadencia de los que tratan de atar el poder en un empe?o obcecado e in¨²til contra la din¨¢mica de la Historia. Fijan la firme voluntad desafiante de los ciudadanos frente al fr¨ªo y el hostigamiento del poder establecido: manos alzadas contra cascos, escudos y uniformes. El tintineo de las llaves prestas a la toma de los palacios en Praga contra los manguerazos de agua y los disparos antidisturbios.
Se palpa el dramatismo pero tambi¨¦n el aire festivo con pancartas, banderas al viento y carreras contra la impotencia desesperada y represiva de aquellos que trataban de frenar el impulso colectivo. Un viento de libertad que desmoron¨® aquel artificio totalitario retratado por los objetivos de un pu?ado de fot¨®grafos atentos, rigurosos y brillantes.
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