?Qui¨¦n teme a Josep Lopes?
Los nacidos en los noventa vemos en la serie una ventana a otra Barcelona
¡ª Estoy harto de toda esta cosa de George Costanza.
¡ª ?Espera, esto es la charla del suicidio o la del nombre?
¡ª La del nombre.
Todo empez¨® con George Costanza. El amigo de Jerry Seinfeld presume de no tener nada bueno en su vida: no tiene trabajo, no tiene dinero, es irritable, es celoso, es mani¨¢tico, no le va bien con las mujeres. Es bajito, rechoncho, lleva gafas y es calvo con la excepci¨®n del cabello que le crece en los z¨®calos. No le gusta nada de ¨¦l, pero no se rinde, y en sus intentos para conseguir encajar mejor, como en el cap¨ªtulo en el que intenta que le llamen con un nombre m¨¢s cool, est¨¢ la quintaesencia de la sitcom. Tiempo despu¨¦s muchas series lo quisieron imitar: si en la imperfecci¨®n est¨¢ la comedia, ¨¦l es el rey de lo gracioso.
1.- A?o de estreno y origen. 1999. Barcelona.
2.- Actores protagonistas. Joel Joan, Jordi S¨¢nchez, M¨°nica Glaenzel.
3.- Edad al verla y situaci¨®n. Desde los nueve hasta los 26, siempre cay¨® alg¨²n cap¨ªtulo de reposici¨®n. Hasta 2016, cada verano TV3 reemiti¨® la serie. Este a?o, el 20? aniversario, han vuelto a emitir algunos cap¨ªtulos. La ve¨ªa con mi familia, normalmente con mi abuela.
4.- La mejor escena. Lopes y David liando canelones de Sant Esteve como si fuesen pitillos.
5.- Serie que ve actualmente. En busca de serie, acabo de ver Breaking Bad por segunda vez.
Pero en los noventa, mientras mi padre se re¨ªa a carcajadas con ¨¦l, yo no pillaba ni media broma. S¨ª me re¨ªa, y mucho, con su versi¨®n catalana: Josep Lopes. El coprotagonista de Plats bruts, una serie que dej¨® huella en el imaginario de muchos de los nacidos en esa d¨¦cada en Catalu?a, lo ten¨ªa todo para haber podido hacer un cameo en Seinfeld. Me los imagino, a ¨¦l y a Costanza, en una cafeter¨ªa mir¨¢ndose como si fuesen su propio reflejo en un espejo. Se habr¨ªan ca¨ªdo fatal.
Tambi¨¦n mani¨¢tico, celoso, irritable y arruinado, tambi¨¦n bajito y con pelo en los z¨®calos ¡ªaunque Lopes los llamaba magdalenes¡ª, el personaje interpretado por Jordi S¨¢nchez era mi favorito. Lopes trabajaba de periodista en R¨¤dio Bofarull, con un contrato basura. Ten¨ªa seis o siete cr¨¦ditos con el banco que todav¨ªa no ha devuelto. En el pasado, fue monitor de esplai y todo ¨¦l era una gran parodia del xirucaire catalanista. Al principio de la serie, est¨¢ en sus treinta, vive con su padre, y tiene una novia, la sapo, a la que ve los fines de semana. Por azares del destino, tiene que compartir piso, y ah¨ª es donde encuentra a su n¨¦mesis, el rico heredero de la familia G¨¹ell, David.
La escena en la que alquilan el piso, vista desde la crisis de la vivienda que tenemos en Barcelona, es para llorar: por un piso en el Eixample de dos habitaciones, balc¨®n y lavadero y una luz ¡°que parece Lloret¡±, Lopes pacta pagar 55.000 pesetas al mes (350 euros). Claro que luego llega David, rico como es, y le parece ¡°una ganga¡±, y lo sube a 90.000 (540 euros, lo que vale hoy una habitaci¨®n). El piso viene con sorpresa: una casita en el patio en la que vive la Emma (de apellidos Cruscat de Palausabullabellobach i Gonz¨¤lez) y su canario Marujito.
De Lopes me sorprend¨ªa c¨®mo la cutrez en ¨¦l aparec¨ªa sin previo aviso ¡ªen un cap¨ªtulo, sin venir a cuento, se pregunta por qu¨¦ las manos le huelen a pies¡ª y me gustaba c¨®mo, a pesar de todo, de vez en cuando le asist¨ªan destellos de triunfo. Por ejemplo, a lo largo de la serie Lopes liga m¨¢s, mucho m¨¢s, que su compa?ero de piso David. O, en otro cap¨ªtulo, le ascienden a jefe y su avaricia le convierte en d¨¦spota. Ning¨²n destello duraba, y siempre acababa lament¨¢ndose por su suerte.
Sigue siendo mi favorito, porque para m¨ª, aunque la serie se estren¨® en 1999, L¨®pes se funde en una especie de recuerdo imaginario de la Barcelona que no viv¨ª de modo adulto, la preol¨ªmpica, la Barcelona que no te obliga a esquivar turistas como si fuese un videojuego y que no aspira a quedar bien en todas las fotos de Instagram. Una Barcelona que huele un poco a pies. La Barcelona de antes es para m¨ª un compendio de recuerdos de otros, entre escenas de Plats Bruts ¡ªel cap¨ªtulo de la Navidad en el mercado de Santa Ll¨²cia, o el de la playa de la Barceloneta, temazos como el de La Tanga incluidos¡ª, bares que ya han cerrado o fotos familiares. En la serie, mientras David es el prototipo de barcelon¨¦s preparado para el postolimpismo, Lopes (junto con el trasnochado Ramon) representa a la Barcelona imperfecta, a la que algunos hoy temen, porque puede quedar mal en la foto.
Recuerdo sobre recuerdo, escena sobre escena, Plats bruts se erige como la serie de verano catalana por excelencia. Pese a que al principio TV3 no ten¨ªa claro si emitir la serie, el ¨¦xito fue apabullante. Tanto, que los actores no han podido desprenderse de sus personajes. La risa tonta de David, el pelo engominado de Ramon, el ¡°ah vale¡± de Emma o las escopetas y el ¡°txeee¡± de la Carbonell forman parte de una cosmovisi¨®n.
La ve¨ªa cada a?o en sus incansables reemisiones (TV3 repuso la serie todos los veranos, despu¨¦s de comer, dos cap¨ªtulos cada d¨ªa, hasta 2016), normalmente junto a mi abuela, c¨®mplice del televisor en los veranos en su casa en Lloret. Ya en la universidad, quiz¨¢ demasiado mayor para ver Plats bruts, cuando ven¨ªan a pasar el d¨ªa amigos pseudointelectuales, apag¨¢bamos el televisor, y la iaia disimulaba cogiendo un libro, normalmente de Agatha Christie. Al d¨ªa siguiente, cuando ya no estaban, no dud¨¢bamos. ?Ponemos la tele? Ah vale.
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