El crimen perfecto
En Madrid las comisar¨ªas del centro est¨¢n llenas, as¨ª que cuando llevas cinco minutos en la sala de espera eres veterano de guerra
Siempre dec¨ªa que Madrid era muy seguro porque a cualquier hora hay mucha gente -adem¨¢s de la mala-. Pero 20 a?os despu¨¦s, por fin me robaron. Fue en una cafeter¨ªa de se?oras mayores y hipsters, a plena luz del d¨ªa, desayunando con un se?or del PP. Me confi¨¦.
Busqu¨¦ mi bolso en un radio de medio kil¨®metro hasta que tropec¨¦ con la mirada de una se?ora. No lo dijo, pero yo la o¨ª: ¡°Cari?o, te han robado¡±. Fue como una pu?alada porque adem¨¢s de la cartera, me hab¨ªan quitado mi pasaporte con sellos de sitios ex¨®ticos a los que no volver¨¦ y a los que fui con un rey que ya no lo es. Por no hablar de la foto -llevo a?os esperando un buen d¨ªa de pelo para renovar el DNI-. Y como la vida es perra quiso que justo ese d¨ªa, el d¨ªa en que nos ¨ªbamos a cruzar el ladr¨®n y yo, yo decidiera meter mi reloj en el bolso para cambiarle la pila. Siniestro total.
En Madrid las comisar¨ªas del centro est¨¢n llenas, as¨ª que cuando llevas cinco minutos en la sala de espera eres veterano de guerra. Hac¨ªa, de hecho, un calor afgano y mi veteran¨ªa la us¨¦ para hacer el bien y evitar injusticias, como un miembro m¨¢s de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado. Orient¨¦ al despistado, imped¨ª que el t¨ªpico listillo se colara y utilic¨¦ los medios a mi alcance, con proporcionalidad, para evitar que una situaci¨®n tensa fuera a mayores -un ni?o se empez¨® a aburrir y a berrear y le ayud¨¦ a hacer filas de coches-.
Sal¨ª de all¨ª con mi primer atestado chispas y replante¨¢ndome lo de la prisi¨®n permanente revisable. Esa tarde me llam¨® un polic¨ªa para preguntarme qu¨¦ llevaba puesto. No en ese momento, sino el d¨ªa de autos, porque en la cafeter¨ªa hab¨ªa c¨¢maras y necesitaba identificarme.
Cuando empezaba a superar el duelo, un lugar maravilloso llamado Oficina de Objetos Perdidos me comunic¨® que un taxista les hab¨ªa entregado mi bolso. O sea, el ladr¨®n rob¨® y par¨® un taxi para huir a toda velocidad. El crimen perfecto (me lo apunto por si cuaja esto de la crisis del periodismo).
Los objetos (perdidos) est¨¢n detr¨¢s de unas puertas que me parecieron las de un quir¨®fano en el que entraba un ser muy querido. El tiempo hasta que sali¨® el cirujano a informarme se me hizo eterno. Al final estaba todo menos mi reloj. Sal¨ª de all¨ª con dos bolsos (el que llevaba y el recuperado) y la gente me hizo un cord¨®n sanitario por la calle pensando que era la ladrona y no la v¨ªctima. Encima.
El resto del d¨ªa lo dediqu¨¦ a pensar en el ladr¨®n, porque ¨¦l, a su manera, tambi¨¦n hab¨ªa pensado en m¨ª. Es decir, el reloj me lo quit¨®, pero quedarse mi pasaporte con esa foto estupenda le debi¨® de parecer un abuso. Quiz¨¢ ¨¦l tambi¨¦n rompi¨® muchas antes de la buena para el DNI. Porque el ladr¨®n tiene DNI. Y padre, y madre¡y mi reloj.
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