La soledad, un cad¨¢ver y un perro
Un animal se come parte de un pie de su due?o, que hab¨ªa muerto un mes atr¨¢s sin que sus vecinos se dieran cuenta
Mat¨ªas llevaba un tiempo encerrado en s¨ª mismo. La muerte de su madre y el diagn¨®stico de un c¨¢ncer de p¨¢ncreas le hab¨ªan llevado a aislarse en el bajo de un edificio en el que hab¨ªa vivido durante toda su vida. Los vecinos le hab¨ªan perdido de vista hac¨ªa un mes. La polic¨ªa encontr¨® su cad¨¢ver el domingo por la tarde despu¨¦s de que una vecina denunciara el mal olor que sal¨ªa por debajo de la puerta. Encerrada con el cuerpo en descomposici¨®n y sin comida, una perra que viv¨ªa con ¨¦l se comi¨® parte del pie derecho, seg¨²n inform¨® este mi¨¦rcoles la Jefatura Superior de Polic¨ªa.??
El cad¨¢ver fue encontrado encima de la cama del dormitorio principal. En el momento de su muerte a los 56 a?os, Mat¨ªas estaba de baja laboral. Era cocinero de la c¨¢rcel de Soto del Real hasta que la enfermedad le impidi¨® seguir trabajando. En los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa tenido una mala relaci¨®n con el resto de gente del edificio porque pon¨ªa la m¨²sica muy alta y no limpiaba la suciedad de la perra, a la que hab¨ªa dejado de sacar a pasear. Sin embargo, nadie le ech¨® de menos cuando desapareci¨®.?
No fue hasta que Celia Cruz ("a mi me padre le gustaba la salsa cubana") regres¨® de vacaciones al barrio de Ascao. Viv¨ªa pared con pared con Mat¨ªas. Al abrir la puerta de casa, un hedor insoportable le dio la bienvenida. Intent¨® aplacarlo con un ambientador con olor a jazm¨ªn, pero no sirvi¨® para nada. Le dio dolor de cabeza, tuvo n¨¢useas, vomit¨® en el ba?o.?El olor a podredumbre se colaba a trav¨¦s de la cristalera que compart¨ªa con Mati. Asom¨® la cabeza a ver si lograba ver algo que le proporcionara una pista pero no lo logr¨®.?Sobre las 14.00 avis¨® a la polic¨ªa, y un rato despu¨¦s estaban all¨ª unos polic¨ªas acompa?ados de los bomberos.?
La perra le ladr¨® a los intrusos. Los agentes se asomaron por una de las ventanas que da a la calle y concluyeron que el interior estaba infectado. Para acceder forzaron la ventana y se pusieron un traje de seguridad. "Como los que se ponen los se?ores que luchan contra el ¨¦bola en ?frica", explica Cruz. La mujer esper¨® un tiempo prudencial hasta preguntarle a un polic¨ªa que parec¨ªa estar al mando de la operaci¨®n:
-?El Mati est¨¢ vivo?
-No, se?ora. Lo siento.??
A las 18.30 se present¨® el forense en el sitio, el n¨²mero 48 de la calle Esteban Collantes. "Despu¨¦s vinieron los de la funeraria. Y llegaron con esos maquilladores que ponen guapos a los muertos. Y pens¨¦: 'Seguro que al menos va a salir muy guapo el Mati'. Al menos eso, oye". Celia Cruz, pese a los conflictos que tuvo con su vecino, dice que fue un hombre con buen fondo al que la vida le fue poniendo zancadillas.?
La madre del fallecido, Paquita, era muy conocida. Se hab¨ªa venido a vivir a este conjunto de edificios bajos con verja y cancela, enclavados en una cuesta, a principios de los noventa. Crio a tres hijos. Mat¨ªas se cas¨® pero el matrimonio no funcion¨® y regres¨® a casa de su madre, donde ha vivido hasta el final de sus d¨ªas. No ten¨ªa hijos. En el barrio se juntaba con otros dos amigos que trabajaban en la misma prisi¨®n, uno en la farmacia y otro en labores de intendencia.?
La muerte de su madre marc¨® el principio de su fin. Una ma?ana, Paquita le dijo a Mat¨ªas que no se sent¨ªa bien, que se fuera al bar a desayunar. No ten¨ªa el cuerpo para encender la cafetera y la tostadora. El hijo fue al m¨¢s cercano, tom¨® caf¨¦ y al volver se encontr¨® muerta a su madre. Aquello le caus¨® una gran impresi¨®n. La an¨¦cdota la cuenta el due?o del bar de cabecera de la familia, El Rejas, regentado por un portugu¨¦s llamado Antonio Santos. "El chico fue de capa ca¨ªda cuando pas¨® eso y tuvo el c¨¢ncer ", dice Santos.
Le molesta que se diga ahora en el barrio que era conflictivo, que incordiaba con la m¨²sica, que nunca lleva una bolsa para recoger los excrementos de la perra: "Estaba solo, enfermo y con muchos problemas. ?Qu¨¦ iba a estar, muerto de risa?".?
El a?o pasado, 17 personas fallecieron en soledad en la capital, seg¨²n datos municipales.?El Servicio Veterinario de Urgencias (Sevemur) del Ayuntamiento se ha hecho cargo del animal.
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