Trepidante Mago Pop en su estreno en su Teatre Victoria
Primeros d¨ªas, y primeros llenazos, del espect¨¢culo ¡®Nada es imposible¡¯
Una hora y cuarto despu¨¦s de haber empezado el espect¨¢culo, 1.200 personas, el aforo del teatro Victoria, en pie, aplaud¨ªan este jueves a Antonio D¨ªaz, el Mago Pop. Era la segunda funci¨®n en Barcelona de Nada es imposible, un espect¨¢culo que viene avalado por un ¨¦xito de dos a?os en el Rialto de Madrid. Cautelarmente, el estreno oficial ser¨¢ en octubre, pero el montaje que presenta Antonio D¨ªaz no da la sensaci¨®n de necesitar ning¨²n rodaje preventivo. La compleja maquinaria teatral y humana del espect¨¢culo funciona, no tiene fallos de engranaje, es trepidante y logra el asombro de la platea. El asombro es el estado de ¨¢nimo que define la magia, seg¨²n D¨ªaz.
El argumento de la funci¨®n tiene un insistente leitmotiv: los sue?os pueden realizarse, sobre todo si no se impide so?ar. Y el sue?o que D¨ªaz nos cuenta en el espect¨¢culo es poder volar. Es obvio para todos que el mago est¨¢ anunciando durante toda la funci¨®n c¨®mo terminar¨¢ el crescendo esc¨¦nico, aunque hay una vuelta de tuerca final. D¨ªaz vuela incluso dentro de una caja de metacrilato cerrada. Este efecto lo vimos en Barcelona con David Copperfield en 1998. D¨ªaz lo recoge en una ejecuci¨®n con elegancia y precisi¨®n.
El espect¨¢culo presenta otros efectos m¨¢s conocidos aunque el atrezo es renovado, como el que emplea los disfraces dalinianos de La casa de papel. Hay teletransportaci¨®n; apariciones; un feed-back en el que todo regresa al lugar donde estaba inicialmente y¡ peque?os momentos de aut¨¦ntica prestidigitaci¨®n con la manipulaci¨®n y multiplicaci¨®n de cartas. Alguno procede de otros espect¨¢culos, como el que induce los movimientos de una espectadora simplemente acariciando su sombra que se proyecta en una pantalla. Un efecto de una enorme belleza teatral, aunque levanta una l¨®gica desconfianza sobre su t¨¦cnica.
D¨ªaz ha conseguido algo que parec¨ªa inalcanzable para un mago espa?ol: disfrutar de las posibilidades que da una producci¨®n millonaria. Detr¨¢s hay un concepto empresarial nada desde?able que le ha permitido la compra del Victoria. En la fachada del teatro hay una definitoria frase de la revista Forbes: ¡°El ilusionista europeo m¨¢s taquillero del mundo¡±. Otras revistas han publicado reportajes menos halagadores. Genii, el a?o pasado, lo acusaba duramente de emplear trucos de otros colegas sin permiso.
Acudir a efectos de c¨¢mara y montaje en sus programas de televisi¨®n -lo que no es un truco, propio de la magia, sino una trampa- y el empleo, tambi¨¦n en los teatros, de numerosos compinches mezclados con el p¨²blico¡ no pertenece a la pureza del arte. En el Victoria, cuando, al final, hace subir a los espectadores que han intervenido, y pide un aplauso ¡°para todos los que han contribuido al espect¨¢culo¡±, parece hacer un imperceptible homenaje a los compinches. En cualquier caso, nada de todo eso estaba en el ¨¢nimo de los espectadores sinceramente agradecidos por una noche de ilusi¨®n.
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