El general no tiene quien le quiera
Tu desgracia, Paco, es que eres un incordio te pongan donde te pongan
Al dictador no lo quieren cerca ni los que dicen quererlo. Lo quieren solo de boquilla¡ mientras est¨¦ all¨ª¡ lejos, en mitad del monte. Lo utilizan para montar pollos, pero no lo admiten en su barrio ni en su pueblo. Hay lugares en el mundo y en Espa?a donde las gentes reclaman los restos de sus h¨¦roes para sentirlos a su lado.
Ah¨ª tenemos a I¨®sif Vissari¨®novich, al camarada Stalin, que lo sacaron a la fuerza -como ahora a Paco- del pedazo de mausoleo que compart¨ªa con Lenin para meterlo en una fosa oscura y profunda junto a las murallas del Kremlin. Sus paisanos de Gori, el peque?o pueblo de Georgia donde naci¨®, llevan d¨¦cadas rogando que les entreguen los restos para tenerlos cerca y venerarlos como, seg¨²n ellos, merece. Porque ser¨ªa un tirano, pero era su tirano. Y ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n Juan Mart¨ªn, El Empecinado, el gran h¨¦roe resistente en la guerra contra el franc¨¦s y enterrado en su gran monumento de Burgos, pero al que sus vecinos de Castrillo de Duero (Valladolid) quieren tener con ellos y no paran de reclamar. Pues nada, no hay forma; Burgos, no los suelta.
En Predappio, en Italia, los vecinos se pusieron tan contentos cuando la esposa de Mussolini consigui¨® empadronar al Duce calvorota en el cementerio de San Cassiano (parece que la viuda ya le hab¨ªa perdonado que lo pillaran cuando hu¨ªa en compa?¨ªa de su amante). Gran parte de sus paisanos lo acogieron con cari?o, porque Benito ser¨ªa un fascista loco, pero era su fascista loco. Sea por una u otra raz¨®n, por orgullo o fanatismo, a los tiranos y a los h¨¦roes sus vecinos los quieren cerca. Con ellos. Menos a Paco. Paco no tiene quien le quiera.
En su pueblo, en Ferrol, se les pusieron los pelos como escarpias cuando empez¨® a sonar la posible exhumaci¨®n y se percataron de que all¨ª, en el cementerio de Catabois, hab¨ªa una magn¨ªfica sepultura doble esper¨¢ndolo. Los ferrolanos respiraron cuando se supo que a su paisano lo iban a acomodar, no en su pueblo, sino en su barrio, donde vivi¨® sus ¨²ltimos 35 a?os.
Los actuales vecinos mingorrubienses, mingorrubianos o mingorrubie?os son de lo m¨¢s variado ideol¨®gicamente, por supuesto, pero Paco dej¨® por la zona un buen pu?ado de grandes amigos y una estupenda colonia residencial de la que ahora disfrutan, quiz¨¢s, los herederos de aquellos colegas de dictadura. Eso podemos sospechar, al menos, al comprobar que las tres derechas de los colorines azul, naranjita y verdoso hayan cosechado un 62 por ciento de los votos en las ¨²ltimas municipales. Es decir, m¨¢s de la mitad de los vecinos de Paco deber¨ªan estar mostrando algo de empat¨ªa con ¨¦l, en vez de estar quej¨¢ndose ante los medios de que su presencia les va a romper la tranquilidad a la vez que demuestran sus simpat¨ªas hacia ¨¦l. Tu desgracia, Paco, es que eres un incordio te pongan donde te pongan.
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