Francisco Franco, precursor de Google Maps
La cruz del Valle de los Ca¨ªdos es un ejemplo pionero de geolocalizaci¨®n
Francisco Franco logr¨® grandes proezas: liberar el Alc¨¢zar de Toledo, ganar la Guerra Civil, pescar salmones gigantescos, mantenerse en la poltrona 40 a?os y morir en la cama, como un se?or. Entre muchas otras. Pero nada comparable con su gran visi¨®n: inventar la geolocalizaci¨®n mucho tiempo antes de que nadie la imaginara. Francisco Franco, emprendedor. Es esa chincheta que aparece en Google Maps y que nos dice d¨®nde est¨¢n los lugares y tambi¨¦n c¨®mo llegar hasta ellos. Franco cre¨® la primera gran chincheta, la Cruz del Valle de los Ca¨ªdos, y la clav¨® en plena sierra madrile?a. Se?ores, aqu¨ª est¨¢ mi tumba.
?C¨®mo llegar? ?Autob¨²s, coche, a pie? La chincheta, 150 metros de piedra y hormig¨®n armado, se ve desde muchos lugares muy lejanos. Curiosamente, nadie parec¨ªa darse cuenta de que estaba all¨ª ni del absurdo de tanto boato y olor a sobaco falangista. Ahora han decidido sacar los restos del dictador y eso ha servido para geolocalizar muchas otras cosas: los simpatizantes, los nost¨¢lgicos, los franquistas que perviven y que se pon¨ªan de perfil, ni chicha ni limon¨¢ (como el PP, que sobre Franco ni sabe ni contesta), a los que se les ha puesto tambi¨¦n una chincheta sobre la cabeza que dice: aqu¨ª hay uno.
Est¨¢ bien saber d¨®nde est¨¢ cada cual, que luego nos llevamos sorpresas. Otra cosa muy espa?ola que ha sucedido hace poco es el 12 de octubre. El desfile militar es un gran espect¨¢culo que segu¨ª muy atento desde un bar que regenta un se?or chino y que coincid¨ªa en mi entusiasmo. Aviones ultras¨®nicos, legionarios sexys, la fant¨¢stica cabra, los movimientos rob¨®ticos de los soldados, ese giro del rostro para mirar al Rey pero sin mirarlo, todo tipo de chismes y atav¨ªos. Pero, sin duda, el h¨¦roe (o antih¨¦roe) fue el paracaidista que se qued¨® colgado de una farola portando la orgullosa bandera patria: una met¨¢fora de nuestro cuelgue cotidiano.
A pesar de la virulencia habitual de las redes, yo creo que este se?or cay¨® bien, ?qui¨¦n no empatiza con uno que, en el momento m¨¢s importante, va y tiene un percance como ese? El hombre, adem¨¢s, se qued¨® muy compungido y se nos encog¨ªa el coraz¨®n, al se?or chino y a m¨ª, cuando saludaba a los reyes y otros importantes. Lo que me sigue resultando raro es que en el d¨ªa de la Fiesta Nacional (y ahora parte de la izquierda dice que hay que querer a la Espa?a simb¨®lica) tenga tal protagonismo el ej¨¦rcito, como aquel amigo m¨ªo que cuando llegabas a su casa te ense?aba la colecci¨®n de armas (eran r¨¦plicas) y te mor¨ªas de miedo.
El ej¨¦rcito en la calle te saca del ensue?o de que vivimos en un entorno pacificado y te recuerda que en realidad vivimos en guerra, pero por otros medios. Entre una cosa y otra no logramos liberarnos del siglo XX. Deber¨ªan, adem¨¢s de a los soldados, sacar a otros valores del pa¨ªs: los maestros, los m¨¦dicos, los manteros o los columnistas madrile?istas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.