Jos¨¦ Ovejero: ¡°Me genera curiosidad el mundo de la okupaci¨®n¡±
El escritor habla de su nueva novela ¡®Insurrecci¨®n¡¯ durante un paseo por Lavapi¨¦s, donde trascurre la obra
Lavapi¨¦s es un territorio en disputa: una bicoca para los inversores inmobiliarios, una nueva sensaci¨®n para esos turistas que nunca le hicieron demasiado caso, una lucha para los vecinos expulsados por la subida de los alquileres y los desahucios. En este tablero de juego, aparentemente apacible y colorido, sucede parte de la nueva novela de Jos¨¦ Ovejero, vecino del barrio, que se inspir¨® en estas calles por las que ahora le acompa?amos en un paseo ma?anero y soleado. ¡°Me interesan las tensiones¡±, dice el escritor caminando por la zona noroeste de Lavapi¨¦s, donde vive, ¡°los posibles puntos de fractura ya sean dentro de lo personal, de la pareja o de la sociedad. En mis novelas suelo mezclar estas diferentes capas, aunque a veces predomine una u otra¡±. Insurrecci¨®n (Galaxia Gutenberg) es un buen ejemplo de ello.
En la novela conviven dos mundos: el de la hija, Ana, que protesta contra el sistema haci¨¦ndose okupa, y el del padre, Aitor, un periodista que trata de sobrevivir doblando la cerviz ante la degeneraci¨®n del mundo laboral. Dos formas de afrontar tiempos turbulentos, tanto vitales como sociales. Ovejero (Madrid, 1958) lleva seis a?os viviendo en Lavapi¨¦s, despu¨¦s de pasar una larga temporada fuera de Espa?a (sobre todo en Alemania y B¨¦lgica), aunque le unen al barrio lazos longevos. ¡°Mi abuela, llegada de Extremadura, viv¨ªa en la calle Zurita y mi madre juguete¨® por estas calles¡±, explica. A su regreso, en 2013, not¨® ciertos cambios en el barrio, sobre todo relacionados con la llegada de la inmigraci¨®n.
Cuando lleg¨® casi todos los comercios de su calle eran tiendas chinas de al por mayor. ¡°Luego comenzaron los procesos que estamos viviendo en estos momentos: la gentrificaci¨®n¡±, dice el autor. Ahora hay una librer¨ªa anarquista, una agencia teatral o un espacio de coworking. Los comerciantes chinos hace tiempo que se mudaron al pol¨ªgono industrial de Cobo Calleja, Fuenlabrada, porque se prohibi¨® la carga y descarga en estas estrechas calles. ¡°Como tengo un especulador innato dentro pens¨¦ que ser¨ªa buen negocio comprar un local por aqu¨ª¡±, bromea Ovejero, ¡°luego no lo hice, claro¡±.
Pronto descubri¨® cerca de su casa, en la calle Jes¨²s y Mar¨ªa, una casa okupada, algo que con lo que no estaba acostumbrado a convivir. ¡°Me gener¨® curiosidad, quise saber qui¨¦n viv¨ªa ah¨ª, c¨®mo viv¨ªa, por qu¨¦ lo hac¨ªa. Llega uno con prejuicios, pero luego va entendiendo algunas cosas¡±, explica Ovejero. De ah¨ª sale el personaje de Ana que vive en una casa okupada como vivienda y frecuenta un Centro Social Okupado que, por cierto, y aunque el p¨²blico general no lo tenga claro, no son la misma cosa. Ahora, lo que antes era la destartalada y silvestre casa okupa, es un flamante edificio reformado, no se sabe si para abrir pisos tur¨ªsticos o viviendas de lujo. ¡°Ha quedado muy pintoresco, como todo en el barrio¡±, apunta Ovejero.
Bajando por las calles de Lavapi¨¦s nos vamos cruzando nuevos negocios de aspecto di¨¢fano y moderno, cafeter¨ªas muy interesantes, panader¨ªas de ¨²ltima generaci¨®n, peque?as tiendas de peque?os dise?adores. ¡°Todo muy hipster¡±, se?ala el autor. De pronto, en la plaza Nelson Mandela, punto de encuentro de m¨²sicos de trap, inmigrantes senegaleses y activistas pol¨ªticos, aparece el centro social La Quimera. Ovejero vuelve a hablar sobre los okupas: ¡°Me llaman la atenci¨®n estas personas que deciden no participar en el sistema y montar el suyo propio; y que ni siquiera se van al campo, sino que se quedan en la ciudad y crean un espacio propio que se defiende y tiende a expandirse¡±.
El arte y la literatura en torno a lo pol¨ªtico y lo social eran consideradas panfletarias y aburridas en los llamados tiempos de bonanza, antes de la crisis. Desde entonces estas cuestiones son una presencia constante en la creaci¨®n art¨ªstica. ¡°Hay autores como Isaac Rosa, Marta Sanz o Sara Mesa, cada uno a su manera, que siempre han tenido en cuenta el entorno social. Yo creo que tambi¨¦n soy uno de ellos. Por ejemplo, La invenci¨®n del amor [que gan¨® el premio Alfaguara en 2013] es una novela intimista, pero no se entiende sin el trasfondo de la crisis econ¨®mica¡±, apunta el escritor.
En Insurrecci¨®n abundan los cambios de voz narrativa, los di¨¢logos sin guiones, se incluyen cuentos aut¨®nomos y alg¨²n poema, entre otras experimentaciones literarias. ¡°No pretendo hacer una novela puramente realista¡±, aclara, ¡°pero s¨ª una novela que te ponga en contacto con la realidad¡±. Igual que nos ponen en contacto con la realidad el grupo de turistas que baja aparatosamente en bicicleta interrumpiendo la vida cotidiana del barrio y la conversaci¨®n.
Ovejero ha ganado otros premios como el Ciudad de Ir¨²n de Poes¨ªa, el Grandes Viajeros, el Primavera de novela o el Anagrama de Ensayo. Tambi¨¦n ha defendido p¨²blicamente al centro social La Ingobernable, situado en el Paseo del Prado y amenazado de desahucio (por ejemplo, en un art¨ªculo de opini¨®n en este peri¨®dico). Y lo vuelve a hacer sentado en las Bodegas Alfaro, una de las pocas tradicionales que quedan en el barrio. ¡°La okupaci¨®n es ilegal, pero en este caso me parece leg¨ªtima, se puede defender con buena conciencia: no es un narcopiso, no se priva a nadie de vivienda, all¨ª dan servicio al barrio. El da?o que provocan a los madrile?os es m¨ªnimo comparado con el que hace la corrupci¨®n. Lo que molesta, a mi juicio, es el pensamiento pol¨ªtico y cultural que all¨ª se genera¡±.
?Qu¨¦ va a pasar en el barrio? ¡°Creo que es muy dif¨ªcil luchar contra estos procesos de especulaci¨®n de largo aliento. Se pueden contener un tiempo (m¨¢s el gobierno de Carmena que el actual) pero el capital es muy paciente. Si no invierte ahora lo har¨¢ m¨¢s tarde. Este barrio tiene una larga tradici¨®n de lucha, pero hoy el enemigo es muy difuso. Me gustar¨ªa ser m¨¢s optimista, pero creo que solo quedar¨¢n peque?as islas de resistencia¡±.
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