La Barcelona que vive ajena a la sentencia
Los barrios mantienen el ritmo de cualquier lunes tras una semana de marchas y disturbios en el centro
Las terrazas llenaron el s¨¢bado y el domingo a mediod¨ªa. Como siempre. Los runners salieron a correr. Como siempre. La Sagrada Familia registr¨® las colas habituales, y los turistas entraron y salieron de pisos tur¨ªsticos ¡ªextendidos por toda la ciudad¡ª con el tacatacataca?que acompa?a a sus maletas. Como siempre. El festival de ilustraci¨®n Barcelona Dibuixa, para p¨²blico familiar, sigui¨® sumando participantes y el domingo atrajo a 21.350 personas en una treintena de museos y equipamientos de punta a punta de la ciudad (el a?o pasado fueron 19.000).
Las movilizaciones, m¨¢s o menos masivas, y los disturbios cuando cae la noche son tres escenas del centro de Barcelona. Pero el traj¨ªn cotidiano del resto de la ciudad vive ajeno a las consecuencias de la sentencia del proc¨¦s. Barcelona son muchos escenarios.
En un recorrido de monta?a a mar, la ciudad mantiene las constantes vitales de cualquier lunes. Si se sale del barrio del Guinard¨® ¡ªdonde las cuestas exigen tener buenas piernas¡ª, antes de que sea de d¨ªa ya hay alumnas estirando el cuerpo en la escuela de pilates Biomecanics. De ocho a nueve, el traj¨ªn de escolares es constante. Lo normal. Por la tarde, entre las preocupaciones de los padres figura si los benjamines del hockey sobre patines podr¨¢n entrenar en el Martinenc, el club del barrio, porque el cielo tiene cara de pocos amigos. ¡°Hoy el entreno es en la pista de fuera y estamos pendientes de si llueve¡±, cuenta Llu¨ªs, un padre del equipo femenino.
A la pregunta concreta de c¨®mo anda el ambiente en el barrio, Carles, otro padre sentencia: ¡°Aqu¨ª, si no miras la tele, ni te enteras¡±. Por cierto, ¨¦l dej¨® de mirarla el jueves. ¡°Dije basta¡± y estoy m¨¢s tranquilo, porque el tema acaba angustiando. ¡°Es verdad que hay l¨ªo, pero solo en el centro¡±, concluye. Mientras habla, sus hijos, mellizos, est¨¢n absortos en el cat¨¢logo de disfraces de Halloween de una conocida jugueter¨ªa del barrio. La han recogido a mediod¨ªa del buz¨®n. El correo tambi¨¦n funciona con normalidad.
Normalidad en el transporte p¨²blico
Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) se?al¨® este lunes c¨®mo durante una semana de movilizaciones y disturbios, las redes de metro y buses mantuvieron su servicio. El metro funcion¨® toda la semana con normalidad y fue el mejor transporte para moverse durante la huelga del viernes. Solo en momentos puntuales de aglomeraciones se cerraron accesos a estaciones. La mayor dificultad de gesti¨®n se ha producido en la red de buses, con desv¨ªos constantes por calles paralelas. El lunes, cuando se public¨® la sentencia y miles de personas marcharon al aeropuerto, el metro alcanz¨® su r¨¦cord hist¨®rico de pasajeros: 1,5 millones de validaciones.
Un poco m¨¢s abajo, casi en el barrio del Camp de l¡¯Arpa, en una esquina hay un enorme contenedor lleno de escombros. Y solo a quien escribe estas l¨ªneas se le ocurre pensar que igual ser¨ªa una temeridad que estuviera en el centro, donde el viernes los disturbios acabaron a pedradas contra la polic¨ªa. En las calles de Pare Claret e Industria, dos v¨ªas paralelas por las que pasan una docena de l¨ªneas de bus, las marquesinas est¨¢n llenas en la hora punta de la tarde. Y los vecinos se paran ante las obras de un local, donde se trasladar¨¢ una exitosa carnicer¨ªa ubicada ante la parroquia de la calle de Sant Quint¨ª. ¡°Ya casi acab¨¢is¡±, les gritan los clientes desde la calle.
Siguiendo en direcci¨®n al mar, en El Clot la centenaria panader¨ªa de la calle de Rogent, el Forn Elias, hay la cola de cada tarde: padres impacientes de ni?os que aseguran que tienen un hambre ficticia, porque llevan solo tres horas sin comer. En un barrio popular como este, hay tiendas cerradas por ser lunes, es su descanso semanal. Como el Rovell del Clot, un bar que el domingo empalm¨® los aperitivos con los almuerzos y pasadas las tres de la tarde estaba hasta arriba.
Llegamos a otras dos calles paralelas, Mallorca y Valencia, arterias tambi¨¦n de transporte p¨²blico. En B23, un bus que sale de Badalona y va al centro, viaja Daidamia: ¡°Me llaman Loli pero mi nombre es Daidamia, ponlo¡±. Va a pasar la tarde con una amiga a El Corte Ingl¨¦s. ¡°?Al centro? ?No le da miedo si hay foll¨®n?¡±, le pregunta otra pasajera sin necesidad de citar a manifestantes ni antidisturbios. ¡°?A nosotras... qu¨¦ nos van a hacer?¡±, responde preguntando. Y retoma el hilo de la conversaci¨®n con su amiga. Que ha dejado el caldo apa?ado en casa, porque si llega por la noche, como tiene la merluza, con un poco de cabello de ¨¢ngel ya se apa?a. A su lado, dos chavalas tienen un problem¨®n de millennials del primer mundo: ¡°Le he mandado un whatsapp y me ha dejado en visto. T¨ªa, ?hace dos horas!¡±.
Tranquilidad
El B23 llega a su destino, la plaza de Urquinaona, principal escenario de los disturbios m¨¢s graves que recuerda la ciudad. Los del viernes pasado por la noche. Tambi¨¦n reina la tranquilidad. Aunque restos de la batalla, haberlos, haylos: faltan contenedores, unos cuantos metros cuadrados de baldosas en las aceras, y algunas paradas de bus no tienen cristal.
Pero incluso esta zona ha recuperado la actividad habitual. Por ejemplo, en la calle de Casp, la misma enorme gr¨²a a la que el viernes se encaramaban chavales para hacerse selfies con barricadas de fondo; la misma, ayer trabaj¨® todo el d¨ªa en las obras de un enorme hotel. En las oficinas que hay en el edificio de al lado, llegan paquetes de compras online de Zara y Amazon. Como siempre.
Ni siquiera durante el fin de semana se detuvo en el centro. El viernes sirvieron con normalidad restaurantes muy pr¨®ximos a los disturbios: los comensales se levantaban de la mesa de vez en cuando y miraban por los cristales interes¨¢ndose por la situaci¨®n."El due?o mantuvo la calma", celebra Emily, clienta. Al salir, la imagen era otra: miles de personas a lo lejos, humo, luces azules¡ ¡°Y pese a todo hab¨ªa taxis. Al cruzar la Diagonal hacia arriba, todo se volvi¨® normal¡±, se admira.
El s¨¢bado llegaron a la ciudad dos noruegos cincuentones. Asistieron al Turandot en el Liceo y cuando parte del p¨²blico pidi¨® ¡°Libertad, presos pol¨ªticos¡± conoc¨ªan la situaci¨®n que vive Catalu?a, cuenta Nacho, su anfitri¨®n. La noche acab¨® con una cena en el concurrido barrio de El Born.
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