Richard Gere, patr¨®n de prensa
La BBC vuelve a caer en argumentos simples en la serie sobre periodismo con 'Motherfatherson'
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
Es incomprensible que la BBC, la misma BBC que hizo series como House of cards, la buena, la de 1990, o State of play, de 2003, caiga en argumentos simplones en sus series de ficci¨®n sobre el periodismo contempor¨¢neo. Pinch¨® con Press. Y ha vuelto a hacerlo con Motherfatherson, que tiene nada menos que a Richard Gere interpretando a un gran patr¨®n de la prensa.
La cosa (ojo, spoilers) va de un magnate norteamericano, Max, cuyo hijo lleva el diario brit¨¢nico de la compa?¨ªa. El hundimiento vital de ¨¦ste hace que el padre vuelva a coger las riendas del peri¨®dico. Los autores de la serie trazan un dibujo facil¨®n del poder. Demasiado descarado, en contra de la realidad, donde los m¨¢s malos casi nunca lo parecen. Para hundir al primer ministro, que apoy¨® en su d¨ªa, para que gane la candidata populista de un partido pr¨¢cticamente fascista, y que ahora Max apoya, el diario se inventa que el hijo del pol¨ªtico sigue webs del terrorismo isl¨¢mico. Un grupo neonazi asesinar¨¢ al chaval. Una parte de la sociedad har¨¢ a Max c¨®mplice del asesinato, pero ¨¦l defender¨¢ impert¨¦rrito la moralidad de su conducta. Al final de esta primera temporada, deja el diario en manos de su ex esposa, con la que ha estado enfrentada y puede cambiar la l¨ªnea del diario. Max se instalar¨¢ con su nueva c¨®nyuge en M¨¦xico (se rod¨® en Sevilla), con el beb¨¦ de ambos, que ser¨¢ el heredero de las propiedades y, quiz¨¢s, de la ambici¨®n de su padre. Todo explicado a brochazos, donde se mezcla el uso pol¨ªtico de los medios con las tensiones familiares. En la serie, Richard Gere no parece convencido de su personaje, cansado como actor de estar seis meses de rodaje, lo ha dicho ¨¦l, acarreando el mismo papel.
No es la ¨²nica serie que recientemente se ha acercado a la figura de un mandam¨¢s de los medios. Es curioso como habiendo un documental sobre Roger Ailes (Divide y vencer¨¢s, que puede verse en Movistar), la serie La voz m¨¢s alta (Movistar), sobre la vida del mismo personaje, tambi¨¦n tenga un aroma documental, como queriendo dar certezas sobre lo que explican. Estrenada este a?o en Showtime, los siete cap¨ªtulos est¨¢n protagonizados por un Russell Crowe recubierto de l¨¢tex para parecerse al obeso fundador y jefe de Fox News. Es el m¨¦rito mayor, la cercan¨ªa f¨ªsica del actor al personaje real, de una serie que al cr¨ªtico de The Guardian le pareci¨® ¡°un peluqu¨ªn malo¡±. Tampoco hay para tanto.
La credibilidad es un valor vital que se disipa. Por torpeza o malicia. Lo peor es obtenerla sin acudir a la verdad
Ailes cre¨® la Fox News y organiz¨® la mesnada informativa del llamado periodismo patri¨®tico donde no se trata de buscar la verdad sino de salvar la patria, la suya y la de sus amigos. Incluso cuando estaba al frente de Fox News, se ve en la serie, arreglaba los discursos de Donald Trump. Propon¨ªa a sus televidentes un Estados Unidos pastoril, que deb¨ªa temer a sus enemigos, particularmente los de dentro, como Obama. El propietario de la emisora, Rupert Murdoch, sent¨ªa alguna incomodidad con las campa?as mentirosas de Ailes, pero Fox News era l¨ªder y le hac¨ªa ganar mucho dinero. Y Murdoch call¨® hasta que explot¨® el largu¨ªsimo historial de asaltos sexuales de Ailes a sus empleadas que, con un no, se jugaban el empleo. Lo denunci¨® una de ellas y se a?adieron otras muchas, en un anticipado Metoo. Cuando su protegido Trump venc¨ªa en las primarias republicanas, Ailes sal¨ªa despedido de la Fox. Muri¨® al cabo de un a?o. La vida de este predador pone f¨¢cil la construcci¨®n narrativa. No hay otro lucimiento que explicar una fechor¨ªa tras otra: sus apremios a las locutoras en el despacho, las consignas informativas sin pudor, el espionaje a sus empleados, la conchabanza con los pol¨ªticos de su cuerda, etc.
T¨ªtulos menores a la sombra de una buena serie sobre otro magnate de los medios, Succession (2018). Dos temporadas, por ahora, que HBO va descargando en Espa?a poco a poco. La serie est¨¢ protagonizada por la familia Logan, con su patriarca al frente. La conveniencia de nombrar un sucesor al frente del conglomerado moviliza a unos hijos con dudosas lealtades. La serie, espl¨¦ndida en el relato de las vilezas familiares, del canibalismo tribal, apenas trata su pol¨ªtica informativa. L¨¢stima que, por ahora, no nos expliquen m¨¢s cosas sobre c¨®mo son los dudosos medios del imperio. En cualquier caso, Logan entra en la galer¨ªa de propietarios, reales o inventados, que figuran en la filmograf¨ªa del g¨¦nero: Gail Wynand, Kay Thorndyke, Amos Force, Pulitzer, Hearst, Kane...
Chanel 4 tambi¨¦n se ha acercado este a?o al mundo de la informaci¨®n, pero ha evitado los salones lujosos desde donde se manda. Chimerica, en Filmin, es una miniserie de cuatro episodios sobre uno de los fot¨®grafos que, durante las revueltas en China de 1989, capt¨® aquel solitario ciudadano que desafi¨® una hilera de tanques en Tiananmen. Al cabo de los a?os, este fot¨®grafo manipula una foto suya en Siria. Lo ha hecho, dice, para dar m¨¢s fuerza a unas im¨¢genes que siempre acaban en p¨¢ginas interiores. En cualquier caso, su carrera se derrumba. Y piensa que si encuentra a aquel hombre de Tiananmen rehar¨¢ su honra period¨ªstica. La persecuci¨®n de la disidencia en China, la emergencia de Trump y las fake news... son algunos asuntos que trata esta modesta serie, con un hilo argumental algo revuelto. Al fot¨®grafo le ayudar¨¢ una veterana y honesta colega. La necesita porque le dar¨¢ la credibilidad que ¨¦l ya no tiene. La credibilidad, un valor vital que puede disiparse. Por torpeza, malicia¡ Lo peor es obtenerla sin acudir a la verdad, como Ailes, a quien le bast¨® con la adhesi¨®n emocional de su p¨²blico para llegar a la cima del periodismo (en cursiva). Terrible.
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