El pan y Fontanet, el excontrabandista de 100 a?os
Sobre la rebeld¨ªa social y la f¨¢brica de millonarios que fue el contrabando, sus secretos, silencios y complicidades
Le llaman en Fontanet y tambi¨¦n don Toni, ets se?or, l¡¯amo en Toni, es quefe, seg¨²n los c¨®digos de relaci¨®n y respeto. Es en Fontanet ric en el imaginario popular de ¨¢mbitos de confianza; rico suena a redundancia. Es un potentado mallorqu¨ªn que en el 36 hizo ¡°la guerra del Ebro¡± de ch¨®fer de oficiales, y que a sus 100 a?os de edad sigue ejerciendo de empresario, en activo, al frente de su corporaci¨®n. Cada d¨ªa tiene el pulso y la firma de sus negocios gigantes de harina, caf¨¦, pienso, huevos y carne; parte del ¨ªndice precios del consumo en Mallorca.
Antonio Fontanet Obrador (Felanitx) abri¨® un yacimiento de capital s¨®lido y teji¨® un patrimonio firme porque fue mercader y contrabandista de tabaco y caf¨¦. Y multiplic¨® su m¨²sculo con la propiedad de cementeras, constructoras, desarrollando urbanizaciones tur¨ªsticas gigantes (Magaluf, Calvi¨¤) o urbanas (nuevas periferias de Palma). Siempre a la vera de sa Vall, la gente de can Verga, eso es el viejo Juan March (¡°es jefe¡± le llam¨® en una ¨²nica entrevista, en Or¨ªgens de IB3).
El hombre es parco, solitario y austero. Comerciante y terrateniente en dos siglos domin¨® el mercado de la carne y dos mataderos, una queser¨ªa, el tr¨¢fico de grano, algarrobas y almendras y, epis¨®dicamente, arm¨® una naviera. Ten¨ªa la concesi¨®n en parte del Magreb del mercado de trigo roto, s¨¦mola (el cusc¨²s y panes). En sus fincas y granjas criaba cuatro mil bueyes, decenas de miles de cerdos y centenares de miles de pollos. La actividad era circular, cr¨ªa, engorde con su pienso y sacrificio. La harina requiere mucho tr¨¢fico y operativo.
¡°Con los barcos perd¨ªa¡±, dijo. Explica el registro del rumor del dinero en efectivo: ¡°rup a rup¡±. Y musit¨®, ¡°un billete encima del otro¡±. Conoce la fidelidad ciega de quien, en los a?os negros, incluso pod¨ªa ir a la prisi¨®n por ¨¦l y advierte del que para nada es de fiar, un traidor. ¡°A este no lo quiero tener al lado ni el cielo¡±.
Fontanet iba a buscar el pan. Sal¨ªa de su despacho en Palma, cruzaba la calle de Manacor para ir al horno pasteler¨ªa de can Pomar. Con un gesto y ¡°buen d¨ªa¡±, sin m¨¢s, se llevaba un pan peque?o, de medio kilo. Ahora dir¨ªan un pan mallorqu¨ªn, moreno y sin sal...tres obviedades encadenadas en el marasmo de panes raros y decepcionantes.
Aquel pan no ten¨ªa precio para don Toni, era gratis, por el trato de confianza pactado entre el gran proveedor de la harina con el panadero. Un pan diario como prenda, la prueba de la confianza, un detalle de micro servidumbre, a la antigua, casi el gesto medieval del tiempo en que los se?ores, amos, campesinos y jornaleros manten¨ªan jerarqu¨ªas y dependencias expl¨ªcitas.
En los inicios de la guerra y la dictadura el pan era negro, el pan de la miseria. No hab¨ªa nada -¡°res de res¡±-, es cuando Fontanet marca los hitos de su actividad blanca, el estraperlo. La palabra inventada para el comercio interior y a escondidas de materias muy escasas o racionadas por el Estado: harina, aceite, arroz, huevos, jab¨®n, legumbres.
El contrabando de tabaco floreci¨® con el siglo XX, se hinch¨® con Franco, aunque naci¨® en el siglo XVII contra el bando real del estanco del tabaco. Con la dictadura y su autarqu¨ªa aquel enorme negocio clandestino y de riesgo, trampas y gente comprada se extendi¨® como una manta.
Antes del trasiego de droga, ignorada por los cl¨¢sicos, el contrabando gener¨® unas pocas grandes fortunas y ayud¨® a levantar grandes y medianos patrimonios, y cadenas hoteleras y peque?os hoteles. Fontanet, como March, no levant¨® hoteles.
El transporte y venta clandestina de tabaco y lo que fuere, cre¨® ricos y ayud¨® a progresar a centenares de personas de fuerza y valor, en el desembarco, transporte, alijo y venta. Contra el riesgo se pagaba bien ( tres o diez veces un jornal), entre pescadores, campesinos, camioneros, vendedores en bares, secreteros y distribuidores.
Las complicidades sociales eran necesarias y obligadas con los contrabandistas: el silencio y protecci¨®n, la omert¨¤ (no delatar por inter¨¦s o miedo; proteger a los detenidos o muertos) fue permanente. Estaba implicada la iglesia, los curas, frailes, y algunas monjas y ermita?os.
Campanarios, tumbas y conventos, sotanas y trajes largos escondieron partidas de tabaco. La corrupci¨®n institucional de los jefes y de los guardias, de ciertos militares y muchas autoridades del r¨¦gimen de Franco fue evidente, tangible en el relato popular y hechos reales. Era una permanente reto ¡°contra el bando¡± del monopolio del Tabaco dictado por el rey antiguo y un operaci¨®n de enga?o a la Administraci¨®n.
El contrabando nunca fue vencido y corrompi¨® a los poderes y agentes perif¨¦ricos del Estado. Y permiti¨® el acceso a bienes prohibidos o vetados en la dictadura de Franco (televisiones, motos, neum¨¢ticos, medias de nylon, alcoholes modernos,sacarina, medicinas capitales...) El tr¨¢fico de harina y el caf¨¦ salt¨® de lo clandestino a lo regular.
Con el pan se han hecho fortunas y organizado revueltas. En la peque?a historia del pan en Mallorca queda la referencia del pan de dos kilos, casi gigante, amasado y horneado por na Fiola, panadera de Bunyola.
En los a?os 70 Fiola ten¨ªa de cliente y observador al pintor Joan Mir¨®, entonces veraneante en una casa rural en Biniforani, un valle cerca de Raixa. Fiola, Margalida Mateu Borr¨¤s, todo un car¨¢cter, obraba la masa y la transformaba al calor.
Joan Mir¨® deseaba aquel pan y amaba el oficio artesana. Escrutaba la operaci¨®n manual, las barcas de pan crudo y el horno sin llamas, cenizo. El pan escult¨®rico de na Fiola -otra extinci¨®n- duraba una semana y era de miga compacta y crosta dorada, materia sana perdurable.
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