Tensi¨®n, ni?os, polic¨ªa y protestas: siete d¨ªas frente al centro de menores de Hortaleza en Madrid
As¨ª es el d¨ªa a d¨ªa de la instalaci¨®n madrile?a en la que se hacina un centenar de menores migrantes
Abdelillah es marroqu¨ª. Tiene una discapacidad que se percibe a simple vista, basta con observar sus dificultades para caminar. Tambi¨¦n tiene problemas de movilidad en sus brazos y manos. Es jueves y acaban de hacerle abandonar el Centro de primera acogida de Hortaleza (Madrid) porque un documento de la Fiscal¨ªa basado en una prueba m¨¦dica declara que es mayor de edad, y que puede valerse por s¨ª solo. Pero su suerte cambiar¨¢: no sabe a¨²n que, al cabo de unos d¨ªas, otro documento certificar¨¢ que es menor de edad. Y que, entonces, ser¨¢ readmitido en la instalaci¨®n.
"Entr¨® por la costa de Algeciras, oculto en los bajos de un autob¨²s", dice su historial oficial. Su versi¨®n es distinta. Lleg¨®, dice, en patera. Viaj¨® en autob¨²s a Madrid. Y en la capital le derivaron al centro de Hortaleza.
Puede ser que esa instalaci¨®n solo sea una escala en el itinerario vital de Abdelillah hacia no se sabe d¨®nde. Deber¨ªa ser un lugar donde reponerse de las secuelas del viaje, que no son solamente f¨ªsicas, y donde pueda comenzar a integrarse en una sociedad muy distinta. Pero ahora mismo es un lugar inh¨®spito enclavado en un distrito donde hay un conflicto abierto entre una parte del vecindario y algunos de los menores que viven junto a ¨¦l.
Hortaleza est¨¢ lleno de fronteras internas. Al norte, acoge a los vecinos que se han mudado a Sanchinarro y Valdebebas. Al sur, el barrio de La Piovera, que incluye los chalets de Conde de Orgaz. En medio, Pinar del Rey aglutina el casco antiguo de Hortaleza y la degradada Unidad Vecinal de Absorci¨®n (UVA) ¡ªcreada en tiempos del dictador Francisco Franco para acoger a la mano de obra que llegaba a la capital¡ª. All¨ª est¨¢ el centro de acogida de menores.
En sus alrededores, desde hace una semana, la polic¨ªa patrulla de d¨ªa y de noche para calmar los ¨¢nimos. Ya ha habido un intento de asaltar la instalaci¨®n. Dentro esperan ni?os que viven con j¨®venes pendientes de que se determine si son mayores de edad, menores que inhalan disolvente para colocarse, alg¨²n ratero, y adolescentes que son v¨ªctimas de las mafias y viven a miles de kil¨®metros de sus familias. All¨ª, tambi¨¦n, est¨¢ Abdelillah, discapacitado, a quien el sistema declar¨® mayor y menor de edad en unos d¨ªas. As¨ª fue la pasada semana en Hortaleza.
LUNES
Asalto con cadenas y barras
Por la noche, un grupo formado mayoritariamente por dominicanos intenta asaltar el centro con cadenas y barras de acero ¡ªpara vengarse, supuestamente, de un robo¡ª. Llegan a superar la valla del recinto. La polic¨ªa tiene que intervenir r¨¢pidamente. Ese punto m¨¢ximo de tensi¨®n refleja los roces que han ido desgastando d¨ªa a d¨ªa la convivencia en el barrio, que ya el domingo anterior se llena de carreras, gritos e insultos vertidos de acera en acera.
"Los vecinos, durante el d¨ªa, pasean con cierta normalidad, pero algunos alrededor del centro se andan con un poco de cuidado", reconoce un residente que trabaja voluntariamente con los menores. "Cuando ven a chavales con disolvente, la gente tiene cierto temor, normal. No les quitan ojo", sigue. "La mayor¨ªa de los chavales lleva la situaci¨®n muy mal. Creen que la gente es racista con ellos", prosigue. "Y algunos les echan la culpa a los que roban. Lo llaman ruina o zigzag. No les gusta convivir con ellos".
MARTES
"No es un sitio para quedarse"
El d¨ªa amanece inquieto en el interior, visto lo sucedido la noche anterior. Basta observar las caras de los educadores, rostros cansados de trabajar en un lugar dimensionado para 35 menores, ampliado a 90 y que con frecuencia ha acogido a m¨¢s de 100. "No es un sitio para quedarse, el hacinamiento es lo que tiene", cuenta un segundo interlocutor, que relata la pelea diaria por mantener la paz dentro del centro, o el problema que representan las frecuentes salidas de la polic¨ªa a la sede del grupo de menores para recoger a los chavales m¨¢s conflictivos.
Por la noche, cuando los acogidos duermen, no llega el silencio. Hay caras con ojos cerrados que gritan en sue?os, resumiendo las penurias vividas y los abusos sufridos durante el viaje en busca de un futuro mejor. "Hay que o¨ªrles dormir. Se revuelven. Gritan '?d¨¦jame, su¨¦ltame!'. Han pasado de todo", describe una fuente que pide el anonimato.
MI?RCOLES
Besos ante la polic¨ªa
A las 9.30, los residentes del centro se desperezan como si les hubiera despertado una corriente el¨¦ctrica. Desde el jard¨ªn ven varias c¨¢maras a la puerta. Les lanzan vasos de pl¨¢stico a los periodistas. "?Sois todos malos!", se escucha. Cuando se abren las puertas, se encaran. Uno de los ni?os, que se apoya en un par de muletas, gesticula como si llevara dos metralletas. Apunta a los periodistas. "No me grabes o llamo a la polic¨ªa", les dice. "?Eres tonto?".
A las diez de la noche, todas las puertas del recinto est¨¢n cerradas, pero se suceden los saltos de la valla, tanto para dentro como para fuera.
Desde la calle, alguien lanza una botella de cristal contra el patio. Varios ni?os salen en estampida a ver qu¨¦ ocurre. Entre la Polic¨ªa Municipal y la Nacional, hay cinco unidades destacadas en la zona. Varias tienen las luces encendidas para hacerse presentes, porque se han detectado grupos de personas concentr¨¢ndose en los alrededores. El Gobierno acaba de anunciar que ha contratado un vigilante m¨¢s, espec¨ªficamente para el turno de noche. Se teme un nuevo intento de asalto como el del lunes.
"?Tirad para dentro! ?Venga! ?Que para dentro he dicho!", grita a los j¨®venes una de las polic¨ªas que est¨¢n en la puerta. Cae la noche, y la mayor¨ªa parecen ajenos al problema. Una ni?a se despide con un beso del novio, al que no dejan pasar. Ese momento de intimidad, dicen quienes conviven con los ni?os, cuenta otra de las cosas que ocurren en Hortaleza: todos los residentes que cumplen la mayor¨ªa de edad tienen que dejar la instalaci¨®n, pero no todos dejan la zona. Algunos se quedan a vivir en la calle.
Ese ha sido el destino de los 188 menores que han cumplido la mayor¨ªa de edad en 2019, seg¨²n la consejer¨ªa de Pol¨ªticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad: 30 est¨¢n en un piso del Plan de Autonom¨ªa; 21 se han incorporado con familiares; 64 participan en otros recursos; y 22 est¨¢n a la espera de acceder a un recurso. Solo se ayuda a quien lo solicita. Una cincuentena no lo habr¨ªa hecho, seg¨²n esos datos.
JUEVES
Mesa de Vox
Abdelillah es readmitido en Hortaleza, porque un nuevo decreto le reconoce como menor. Es un caso inusitado, seg¨²n la consejer¨ªa. Esta noche dormir¨¢ en el centro.
"Le gusta estar en Hortaleza, ha hecho amigos, le ayudan", dice uno de los vecinos que le ha asistido en los d¨ªas pasados.
All¨ª, los menores se acumulan. Con 90 plazas de capacidad, durante el ¨²ltimo fin de semana se llegan a rozar los 100 acogidos. La rotaci¨®n es alt¨ªsima. Como nadie est¨¢ obligado a quedarse, cientos de menores han abandonado el centro sin avisar en m¨¢s de 3.000 ocasiones desde 2017. Van y vuelven. Prueban suerte en otras ciudades y hasta en otros pa¨ªses. A veces, desaparecen en coches misteriosos. Las mafias tambi¨¦n han utilizado el centro como puente en Espa?a: decenas de vietnamitas, por ejemplo, se declaraban menores al llegar al aeropuerto de Barajas, desde donde eran trasladados a Hortaleza por la polic¨ªa en aplicaci¨®n de la ley. Y desde all¨ª, ni rastro.
"La situaci¨®n del centro no es la id¨ªlica", reconocen desde el Gobierno, que ha tenido que suspender la negociaci¨®n de un pacto con todos los partidos para dar soluci¨®n a la situaci¨®n de los menores porque la campa?a de las generales les ha colocado en el centro de la agenda pol¨ªtica. As¨ª, Roc¨ªo Monasterio, l¨ªder regional de Vox, visit¨® Hortaleza hace dos semanas.
"Las mujeres ya no caminan solas ni al supermercado y tienen que ir acompa?adas de sus maridos porque tienen miedo", lleg¨® a decir. La rodeaban varios vecinos, "hartos de la inseguridad". A veces se montan mesas informativas de Vox frente a la puerta del centro. Incluso Santiago Abascal, el l¨ªder nacional del partido, lanz¨® una soflama al respecto durante el debate de candidatos a la presidencia del Gobierno del lunes. Una muestra m¨¢s de que el partido de extrema derecha intenta capitalizar la situaci¨®n, aunque hay muchos vecinos del barrio que defienden la ayuda a los menores.
S?BADO
Denuncia de robo
Una mujer ha sufrido un robo junto a un supermercado, seg¨²n se cuenta en las redes sociales. Inmediatamente, los chats vecinales se llenan de mensajes en contra de los menores del centro, a los que acusan de degradar el barrio. Las quejas corren como la p¨®lvora entre los residentes, que se convocan a una concentraci¨®n frente al centro de acogida para el d¨ªa siguiente. Se repiten conversaciones que se oyen cualquier d¨ªa en las aceras de Hortaleza.
"Esto antes era un barrio tranquilo", por ejemplo. "Est¨¢bamos sentados all¨ª hasta las once de la noche y ahora no podemos ni salir de casa".
DOMINGO
Manifestaci¨®n en contra
A las una de la tarde empiezan a concentrarse los manifestantes. Llegar¨¢n a ser m¨¢s de 200. La polic¨ªa destaca a varias unidades de municipales y nacionales. Tutores, traductores y mediadores culturales, que llegan a trabajar 12 horas el fin de semana, llevan toda la ma?ana hablando con los j¨®venes para convencerles de que no salgan a la calle. Cada vez que uno de los acogidos asoma por una ventana, arrecian los gritos de los concentrados.
"Fuera los moros", grita una minor¨ªa acompa?ada de las trompetillas de pl¨¢stico habituales en los campos de f¨²tbol. "?Escucha, morito, respeta al abuelito!", chillan. "?Os voy a fusilar!", lanza una ¨²nica voz. "Que se vayan a tomar por culo estos moros", dice un adolescente de paso.
Durante una hora, los vecinos permanecen junto al centro. Luego, se van. "El domingo que viene, nos vemos otra vez", avisan mientras se marchan.
Esa noche, un vecino denuncia que ha presenciado dos agresiones ¡°brutales¡± a varios menores. El Gobierno, sin embargo, asegura que ninguno de los acogidos ha sido atacado.
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