Colectivo Panamera, los m¨¢s bailongos del barrio
Un zaragozano y dos argentinos consiguen fichar por una multinacional tras erigirse en embajadores madrile?os de la cumbia
La cosa, admit¨¢moslo, tiene su gracia. El hombre que m¨¢s ha contribuido en los ¨²ltimos a?os a expandir los ritmos latinoamericanos por estas tierras peninsulares apenas ha pisado el continente hermano. Responde al nombre de Nacho Taboada, lidera el tr¨ªo Colectivo Panamera, en octubre celebr¨® su trig¨¦simo tercer cumplea?os y, ah¨ª donde le ven, graduado en cumbias, candombes y calipsos, solo ha saltado el charco en un par de ocasiones: hace un cerro de a?os, en la t¨ªpica escapada a Nueva York, y all¨¢ por 2017, cuando a su banda le surgieron unos pocos y fugaces bolos mexicanos. Ya lo dec¨ªa Sabina: el destino es un maric¨®n.
Porque Taboada, nuestro ib¨¦rico panamericano; el hombre que, de tanto tratar con argentinos, ya afirma con naturalidad que una canci¨®n "est¨¢ buen¨ªsima" cuando le entusiasma, es en realidad el menor de cinco hermanos zaragozanos. Y se enamor¨® del folclor latinoamericano casi por accidente, a fuerza de que a su mam¨¢ le encantaran los boleros, las rancheras de Mar¨ªa Dolores Pradera (?y Roc¨ªo D¨²rcal!), las hecatombes sentimentales de Chavela Vargas y hasta los viejos vinilos de los canarios Los Sabande?os o Los Indios Tabajaras.
?Qui¨¦n se acuerda a estas alturas de aquellos hermanos brasile?os, Nacho? "?Supongo que solo yo!", estalla el interpelado entre risas, "pero admitamos que eran unos guitarristas buen¨ªsimos. Por generaci¨®n, a m¨ª me habr¨ªa correspondido escuchar a las Spice Girls, pero los discos de cabecera en casa eran aquel Mano a mano entre Aute y Silvio Rodr¨ªguez y El concierto en Central Park, de Simon & Garfunkel. A¨²n es hoy el d¨ªa en que escribo las canciones con mentalidad de cantautor y luego les coloco el vestido folcl¨®rico y la mirada festiva...".
Le hemos sorprendido ultimando su concierto en la Galileo Galilei, donde para este jueves hab¨ªan pulverizado las 400 entradas con semanas de antelaci¨®n. Viene siendo lo habitual, de unos meses a esta parte: los chicos de Colectivo Panamera se han convertido en secreto a voces, en banda que ya trasciende con creces a las minor¨ªas. En tiempos de viralidad y eclosiones fulgurantes, nuestro protagonista aragon¨¦s y sus dos aliados porte?os han revivido los tiempos del boca a oreja, aquellos ascensos progresivos y de aceptaci¨®n paulatina. A principios de 2018, cuando publicaron su hom¨®nimo debut, solo los conoc¨ªan unos pocos secuaces de la noche madrile?a. Pero el eco se fue agigantando hasta que los cazatalentos de la multinacional Warner decidieron ficharlos esta pasada primavera.
"Somos muy currantes, minuciosos y austeros", enumera Taboada. "Sabemos lo que cuesta ganarse las cosas. Todav¨ªa ahora soy yo quien se encarga de conducir la furgo para ir de concierto a concierto. La diferencia es que disponemos de cuatro personas trabajando desde una empresa grande para que nuestra m¨²sica se conozca y salga a relucir. Estamos ilusionados y aterrados a la vez. ?Qu¨¦ pasar¨¢ si no me surgen buenas canciones para el nuevo ¨¢lbum, si no s¨¦ hacerlo mejor, si no se me ocurre ning¨²n hit?".
As¨ª son los dilemas entre quienes saben que nadie regala nada, que hay que complementar los ingresos de un grupo en auge con las producciones y trabajos menores de Taboada en su estudio de la plaza de Santa Ana. Nacho ha conocido en primera persona la evoluci¨®n desde el primer lleno en el Marula Caf¨¦, ante apenas un centenar de curiosos, a las sucesivas noches de entradas agotadas en la Cop¨¦rnico, la Caracol y ¡ªpalabras mayores¡ª la Joy Eslava. "Lo bonito fue que al d¨ªa siguiente de la Joy", rememora, "nos vimos actuando en un garito de Langreo, en Asturias, ante exactamente 15 personas. Y as¨ª tiene que ser. Si por un minuto de tu vida te sientes como Pomelo, el roquero flipado del c¨®mico argentino Capusotto, a rengl¨®n seguido te llega el ba?o de realidad...".
Nacho Taboada, ya le van conociendo, es un maduro precoz. Presume de puntualidad exquisita, esa virtud tan estramb¨®tica entre los m¨²sicos; dedica un par de horas inexcusables al d¨ªa a sus lecturas de ensayos sobre historia y, a diferencia de lo que cabr¨ªa esperar de un treinta?ero, deja f¨¢cilmente de dar se?ales de vida en los grupos de Whatsapp. Su talante es tan peculiar como el origen de la pasi¨®n panamericana. "Yo empec¨¦ recibiendo clases de piano en el Conservatorio de Zaragoza", desvela, "pero enseguida las dej¨¦ por el f¨²tbol. No empec¨¦ a tocar la guitarra hasta los 19, una edad tard¨ªa. Coincidi¨® que mi profesor, Juan Carlos Toch, era un guitarrista fant¨¢stico de C¨®rdoba, Argentina, y una bell¨ªsima persona. El primer d¨ªa me mand¨® de deberes que escribiera una canci¨®n. Y de aquel entonces proviene Hacia el sur, que hoy es de las canciones que m¨¢s nos piden".
Han conseguido mucho, pero saben que por delante a¨²n les queda todo. Nacho Taboada se ha integrado tanto con la causa porte?a que su plato favorito es ahora el chorip¨¢n. Ha sabido luchar contra la "sombra convencional" de sus or¨ªgenes como alumno aplicado de los jesuitas. Y se enorgullece de haber extendido la curiosidad por la cultura fraternal de los pueblos americanos. "Pese a las susceptibilidades en estos momentos turbios de la pol¨ªtica", concluye, "yo no he llegado a percibir recelo hacia la cultura latina. Al contrario, hemos acogido a miles de latinoamericanos que nos han ido dejando un poso muy bello. E incluso los millennials se est¨¢n subiendo al carro gracias a bandas de cumbia electr¨®nica como Bomba Est¨¦reo o Chicha Libre. Bueno es que sea as¨ª".
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