Diez belenes... se me hacen pocos
"Tres millones de euros de lucecitas, en infantil competici¨®n con el otro iluminado Caballero de Vigo"
La religi¨®n nos sale car¨ªsima. Hay que mantener a ej¨¦rcitos de gentes sin oficio y con beneficio, que, salvo adoctrinar a sumisos, hacen poco o nada. Puede que llegue el siglo en que a toda esa tropa de predicadores la mantenga solo los que les compren el cuento que pregonan, pero, de momento, aqu¨ª seguimos todos, sufrag¨¢ndoles sus teatrillos y la n¨®mina del personal. Pagamos hasta los que entendemos que esa pareja con el ni?o que crearon como modelo social, son, en realidad, un mal ejemplo: eso es una familia desestructurada en la que la esposa se la peg¨® al marido con otro. De ah¨ª el recurrente chiste que comienza a circular por estas fechas en redes sociales:
¡ªJose¡ que el ni?o necesita zapatos.
¡ªPues que se los compre el esp¨ªritu santo.
Este a?o, el alcalde Mart¨ªnez ha decidido incrementar el gasto de las lucecitas de Navidad un 27,7 por ciento. No importa. Pagamos nosotros. Y es que Mart¨ªnez lo de los n¨²meros lo lleva mal. Para ¨¦l la cuenta atr¨¢s pasa del ocho al cuatro, y, como el hombre se hace un l¨ªo con los c¨¢lculos, el presupuesto se incrementa lo que sea menester (¨¢nimo, ya queda menos para llegar a los 4,6 millones que emple¨® el manirroto y megal¨®mano alcalde Gallard¨®n).
A Mart¨ªnez, le gustan los cochecitos, los belenes y las lucecitas. Muchos cochecitos, muchos belenes y muchas lucecitas. Tres millones de euros de lucecitas, en infantil competici¨®n con el otro iluminado Caballero de Vigo. Y como Mart¨ªnez tiene una f¨¦rrea tradici¨®n cat¨®lica ¡ªde los que tragan con la manzanita y la costillita¡ª y no sabe lo que significa aconfesionalidad y el laicismo, ha decidido salpicarnos este a?o Madrid de diez familias desestructuradas hechas con lucecitas. Hay una en el arco central de la Puerta de Alcal¨¢, otra en la Puerta de Toledo, en la de San Vicente, en el viaducto¡
Imaginen que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, musulm¨¢n practicante, colara entre los adornos de la capital brit¨¢nica esa escena con la f¨¢bula en la que el ¨¢ngel Gabriel le dicta el Cor¨¢n a Mahoma. No, nunca lo har¨ªa. En Londres tienen un alcalde con dos dedos de frente que sabe que la religi¨®n pertenece al ¨¢mbito privado y las fiestas son para todos. Un alcalde, que, adem¨¢s, sabe que entre el ocho y el cuatro est¨¢n el siete, el seis y el cinco.
A m¨ª los belenes no me estorban porque me los tomo como puro adorno navide?o. Es decir, tan de mentira es esa escena familiar como cuando nos ponen a Pap¨¢ Noel atravesando el cielo en un trineo tirado por renos. Pero, qu¨¦ quieren que les diga, a m¨ª me rechina esa familia inmoral en la que el padre biol¨®gico ha volado y le toca cargar con el cr¨ªo a Pepe, el padre putativo que, aun sabiendo que el ni?o no es suyo, tiene que comprarle zapatos.
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