Greta Thunberg y el Madrid hip¨®crita
Pasamos de la Cumbre del Clima al consumo desaforado navide?o
Vino Greta Thunberg, azote de los se?oros, y se desat¨® la locura. Asist¨ª a la populosa rueda de prensa en La Casa Encendida, con tropecientos medios de comunicaci¨®n deseando recibir a la joven activista; afuera se apelmazaban los simpatizantes, en plan fen¨®meno fan, algunos, no s¨¦ por qu¨¦, con pancartas del Dalai Lama y hasta Leo Bassi con su atuendo de sumo pont¨ªfice de la Iglesia Pat¨®lica, que adora a un pato de goma amarillo y tiene sede en Lavapi¨¦s. La gente esperaba ver en la lontananza ese misterioso coche el¨¦ctrico de color rojo que llevaba a la muchacha de aqu¨ª para all¨¢ por la ciudad.
Thunberg subi¨® al estrado con otros tres compa?eros de Fridays for future, pero las c¨¢maras y los plumillas la quer¨ªan a ella, as¨ª que tuvo que pedir varias veces que preguntasen tambi¨¦n a los otros. Los periodistas adoptaron entonces una formula ortop¨¦dica, como cuando los diputados juran (o prometen) el cargo, que ven¨ªa a decir: ¡°Esta pregunta es para Greta, aunque tambi¨¦n pueden contestar los dem¨¢s¡±. As¨ª todo el rato.
Greta es una persona de rostro p¨¦treo y parca en palabras, eso no gusta a muchos, pero es que para cambiar el mundo es mejor ser as¨ª que amable como Hello Kitty. Dijo poco, lo que ven¨ªa a decir, que nos estamos cargando el planeta y que a los de su quinta se lo vamos a dejar hecho unos zorros, si es que les dejamos algo.
Entretanto Madrid pas¨® del Black Friday a la (dudosa) Green Capital, Cibermonday mediante. Somos una ciudad hip¨®crita, porque ahora estamos muy preocupados por el clima, pero ciudadanos y visitantes se agolpan por las calles, haci¨¦ndolas casi impracticables para el trabajo y la vida, con el ¨²nico objetivo de consumir todo aquello que se ponga a tiro.
En un giro digno de un acr¨®bata, el Ayuntamiento, con Almeida (el vengador t¨®xico) a la cabeza, practica ahora el greenwashing (el lavarse la cara haci¨¦ndose el verde), como las grandes empresas, y saca pecho de Madrid Central (o como quieran llamarlo) y de ?nuestras zonas verdes? Al mismo tiempo alienta el turismo masivo, la Marca Madrid, la cultura bien rentabilizada y, sobre todo, el turismo de compras. No hay nada menos ecol¨®gico que cogerse un avi¨®n para venirse a Madrid a comprar alg¨²n art¨ªculo de lujo, es decir, algo que no necesitas para nada.
No hay tampoco, cosa menos ecol¨®gica que la Navidad, hay que abolirla (al menos en su faceta comercial), con su hiperconsumo y su hiperiluminado y su hipermovilidad: necesitamos una Navidad asc¨¦tica, espiritual, no plasticosa y monetaria. Eso sin contar la conspiraci¨®n mundial para hacer creer a los ni?os que sus buenos actos tienen que ser recompensados con objetos materiales y no con la pura satisfacci¨®n moral de ser una buena persona. Es la primera mentira que contamos a unas generaciones que quiz¨¢s nunca vuelvan a confiar en nosotros. Como Greta Thunberg.
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