Los perros que salvan a los presos
El centro penitenciario Madrid VI de Aranjuez inicia una terapia con animales para convictos con patolog¨ªas mentales con resultados ¨®ptimos
Fernando L¨®pez entierra su mano tatuada bajo el pelaje de Sam, su nuevo mejor amigo. Los s¨ªmbolos que decoran los cinco dedos de su mano derecha significan ¡°buena vida¡±. En la izquierda lleva las fechas se?aladas de su biograf¨ªa, que no ha tenido nada de buena. Lo de los tatuajes lo lleva m¨¢s all¨¢ de lo que se ve a simple vista: su cuerpo, asegura, es un laberinto de tinta donde se ven pocos cent¨ªmetros de piel. Grande, con una barba poblada y un pendiente con forma de cruz en su l¨®bulo izquierdo, sonr¨ªe como un ni?o peque?o cuando Sam se le acerca para estar, simplemente, cerca de ¨¦l. Fernando entr¨® en la c¨¢rcel hace dos a?os y le quedan otros cuatro para salir. Mientras llega ese momento, se ha apuntado al programa de terapia asistida con animales (TACA) que ha puesto en marcha el centro penitenciario Madrid VI de Aranjuez. Cuando llegaron hace un mes Sam y Noa, los dos perros que viven all¨ª en ¡°acogida¡±, Fernando contuvo como pudo las l¨¢grimas. Pero no evit¨® que la barbilla le temblara.
El programa TACA no es nuevo en Espa?a. Se implant¨® primero en el centro de Ourense (Galicia) y en Madrid comenz¨® su andadura en Valdemoro. As¨ª que cuando Guadalupe Rivera, psic¨®loga de formaci¨®n, lleg¨® a la direcci¨®n del centro penitenciario de Aranjuez hace un a?o ya lo ten¨ªa entre ceja y ceja. Lo habl¨® con su equipo y la acogida fue inmejorable. De hecho, Zoraida Estepa, la psic¨®loga del centro, se entusiasm¨®. ¡°Hay muchos estudios que ratifican el beneficio de la terapia con animales en personas con enfermedad mental, y aqu¨ª tenemos mucha gente mermada¡±, subraya. A Guadalupe y a Zoraida se le uni¨® Ruth Manzanares, que trabaja en la oficina de personal de la prisi¨®n. Ella se implic¨® desde el primer segundo y aport¨® algo m¨¢s: sus horas libres las pasa como voluntaria en la protectora M¨¢s Vida, de Yuncler (Toledo), que al no tener albergue para sus animales trabaja en exclusividad con casas de acogida. Sam y Noa han salido de esa protectora, que se hace cargo de su comida y sus gastos veterinarios.
Poner en marcha el proyecto no ha sido un reto menor: en Aranjuez viven ahora 1.177 presos, entre los que hay 55 con enfermedades mentales como esquizofrenia, psicosis, paranoia, trastorno l¨ªmite de la personalidad o trastorno de la personalidad con inteligencia l¨ªmite. Para un cupo de 10 de ellos est¨¢ destinado el programa. Cruzaron datos, lo planificaron y lo pusieron en marcha.
Llegar a la c¨¢rcel mixta de Aranjuez cuesta unos 45 minutos en coche desde Madrid. Los muros de la prisi¨®n alternan las concertinas en las alturas con las paredes de un edificio separado por m¨®dulos y calles que parecen, por partes, una urbanizaci¨®n as¨¦ptica. Una biblioteca, un campo de f¨²tbol, una enfermer¨ªa, la guarder¨ªa para los hijos de las presas¡. y un espacio de unos 600 metros cuadrados donde viven desde hace un mes Sam y Noa, dos perros con caracteres diferentes elegidos para poner en marcha un proyecto con beneficios contrastados. ¡°Les reduce much¨ªsimo la ansiedad. Y cosas tan b¨¢sicas como poder fijar la atenci¨®n, poder pasear con el animal al lado, porque hay gente que no se quiere mover del sitio o de la silla en la que est¨¢ todo el d¨ªa, aprenden a interactuar, a acariciar, a tocar¡ porque tenemos gente muy mal¡±, profundiza la psic¨®loga.
Para conseguir todo eso, estudiaron perfectamente a los animales que mejor se adaptar¨ªan al proyecto. ¡°A Sam lo adoptaron cuando era un cachorro y con el tiempo lo dejaron encerrado en un patio sin comida ni bebida. Cuando fueron a hacerles una visita estaba fam¨¦lico y se lo llevaron de nuevo a la protectora. Es un perro que lo ha pasado muy mal y que cuando lo cuidas crea v¨ªnculos muy fuertes, como le ha pasado con Fernando¡±, explica Manzanares. ¡°Noa, sin embargo, es m¨¢s activa. Tambi¨¦n la abandon¨® una familia pero no le ha costado tanto recuperarse de esa herida¡±.
Lo que les pas¨® a Fernando y a Sam fue una especie de flechazo. Mientras los perros se adaptan a su nueva vida, y antes de que comience la terapia, el centro seleccion¨® a cuatro cuidadores entre los presos. Son los que se encargan de educar, adiestrar y mantener en perfectas condiciones a los animales. Fernando se apunt¨® en cuanto se enter¨®, porque le apasionan los canes. De hecho, en su casa, en Alicante, le espera el suyo junto a su mujer y sus tres hijos. Sam le ha conectado con esa vida que dej¨® atr¨¢s por el ¡°mayor error¡± de los 37 a?os de su vida.
Drogas y robos
¡°Fue por un tema de salud p¨²blica¡±, explica. Se refiere, en realidad, a un tema de drogas. Pasaba un mal momento econ¨®mico y ¡°malas compa?¨ªas¡± se pusieron en contacto con ¨¦l para que recibiera un paquete en su casa. Dinero f¨¢cil. As¨ª que accedi¨®. Y en cuanto el repartidor de Seur dej¨® en su puerta un alijo de coca¨ªna de ¡°cantidades importantes¡±, apareci¨® la polic¨ªa. Su primer delito ¡°y el ¨²ltimo¡±, promete. ¡°El primer a?o no hablaba, estaba muy mal, no lo superaba. Su mujer estaba embarazada y no vio nacer a su tercer hijo. Se encerr¨® en s¨ª mismo. Ahora es otra persona¡±, cuenta Estepa.
La historia de Javier Gonz¨¢lez, otro de los cuidadores, es diferente. Se ha pasado 20 de sus 47 a?os entrando y saliendo de la c¨¢rcel por robos, ¡°pero nunca con fuerza¡±, se excusa. Y lo que le ha dado paz es la autonom¨ªa que le da dentro de esos muros el contacto con los perros.
El beneficio, al final, es rec¨ªproco. Los animales, en adopci¨®n, viven en una acogida ¡°especial¡± sin opci¨®n a quedarse en la calle. Y Fernando ya avisa:
¡ªSi Sam sigue aqu¨ª cuando yo salga, me lo llevo conmigo.
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