Rev¨®lver, 30 a?os de ¡°pasi¨®n desmedida¡±
El grupo toca este lunes en el Teatro Apolo con un aforo casi completo
A Carlos Go?i, madrile?o de 58 a?os afincado desde siempre entre Alicante y Valencia, jam¨¢s le interesaron las efem¨¦rides. Este lunes, con todo el aforo del Teatro Nuevo Apolo pr¨¢cticamente vendido, har¨¢ una excepci¨®n. ¡°Y de muy buen grado¡±. Cuando los admiradores de sus canciones se mostraron ilusionados con el trig¨¦simo aniversario del primer elep¨¦ (Rev¨®lver, 1990), Go?i transigi¨® y decidi¨® celebrar ese cumplea?os art¨ªstico.
Rev¨®lver, la banda unipersonal que encarna desde entonces, ha tenido tiempo de publicar casi una veintena de ¨¢lbumes y entregar canciones que, como San Pedro, Si es tan solo amor o El roce de tu piel, pertenecen ya a la memoria de varias generaciones. Pero el autor de esas y otras piezas sigue neg¨¢ndose con tenacidad a pasar por el aro de los grandes recintos. ¡°Mi ego se sacia sobradamente con los escenarios peque?os¡±, se sincera desde las butacas, a¨²n vac¨ªas, del vetusto recinto de Tirso de Molina. ¡°Me sigue sobrecogiendo, tantos a?os despu¨¦s, la idea de llenar un teatro. No me interesan nada los pabellones de deportes, pero pagar¨ªa lo que hiciera falta por ver a Elton John en la distancia corta de la sala Galileo Galilei¡¡±.
No hay canciones de reciente publicaci¨®n que estrenar para este 30 aniversario de Rev¨®lver, pero ni ¨¦l mismo conoce el men¨² de la fiesta. Go?i sale a escena con cerca de 50 canciones preparadas y las va seleccionando y ordenando seg¨²n sus impresiones e impulsos de cada momento. ¡°S¨¦ que es un v¨ªa crucis para mis m¨²sicos, pero los repertorios cerrados solo generan automatismos¡±, se excusa. ¡°Prefiero vivir la experiencia m¨¢s intensamente y escoger sobre la marcha, como muchas veces hacen Bob Dylan o Van Morrison. Los artistas no podemos aferrarnos a las redes de seguridad¡±.
Han transcurrido tres d¨¦cadas desde Fuera de lugar, su primer sencillo, pero al l¨ªder y ¨²nico integrante fijo de Rev¨®lver le horroriza recrearse en la a?oranza o los logros pasados. ¡°Canto mejor que nunca, no me quedo sin voz como antes, sigo estudiando guitarra de manera compulsiva, no me conformo con los cuatro acordes de siempre¡±, enumera. ¡°Mi ¨²ltima gran obsesi¨®n es Tony Rice, el guitarrista de bluegrass: llevo tres a?os aprendiendo de ¨¦l como un cabr¨®n. Soy feliz y, de un a?o a esta parte, me siento en paz conmigo mismo¡±.
?Qu¨¦ sucedi¨® en el oto?o de 2018 en la vida de Carlos Javier Crespo Go?i? Algo muy parecido a una epifan¨ªa, siquiera en versi¨®n laica. Agobiado con todo lo que atormenta al ser humano a partir de ciertas edades y dolido con la sensaci¨®n de que el destino no siempre le sonre¨ªa, decidi¨® recluirse durante una semana en completa soledad en una casita rural de las colinas de Ermua (Vizcaya). ¡°Con equipaje exiguo y, por supuesto, sin instrumentos, porque en circunstancias normales siempre tengo una guitarra a menos de un metro de distancia¡±.
All¨ª, aislado, en silencio y bajo lluvias torrenciales, fue saldando cuentas con la vida. ¡°Pens¨¦ en todo. En mi padre, mi madre, hermanos, hijos, exmujer, segunda exmujer, amigos. Y comprend¨ª que ni le debo nada a nadie ni tengo derecho a formular reproches. Vivo rodeado de buena gente, y me lo me merezco: soy un buen t¨ªo que nunca ha pegado un codazo, ni literal ni figurado, a nadie¡±. Un saldo positivo, aunque exiguo. ¡°Hice una lista de los nombres importantes en mi vida y me salieron 15. 11 son de personas y cuatro, de perros¡¡±.
Con ese esp¨ªritu renovado, ¡°sin malas caras que ponerle a nadie¡±, Go?i se conjur¨® para prolongar un oficio del que se siente ¡°profundamente enamorado¡±. ¡°He evolucionado respecto al veintea?ero que escrib¨ªa Si es tan solo amor, claro, pero sigo compartiendo con ¨¦l la pasi¨®n desmedida por la m¨²sica¡±. Una pasi¨®n a la que hace tiempo que dej¨® de poner barreras. Siempre le interes¨® el gran rock americano, de Springsteen a Tom Petty, Neil Young, Bob Seger o The Band, pero el ¨²nico m¨²sico del que guarda m¨¢s de 15 ¨¢lbumes en la memoria de su tel¨¦fono es el pianista de jazz Bill Evans. Y hace tres a?os descubri¨®, qu¨¦ cosas, la m¨²sica cl¨¢sica. ¡°Puedo escuchar a Mahler o Rachmaninov hasta las l¨¢grimas¡±, se retrata.
Al¨¦rgico como se muestra a las barreras ¡ªculturales o mentales¡ª acepta bien las cr¨ªticas y asume con naturalidad su ¡°derecho a equivocarse¡±, pero le incomoda el ¡°reduccionismo¡± de quien solo le identifica por sus discos b¨¢sicos (ha publicado ya cuatro bajo ese ep¨ªgrafe, los dos primeros de ¨¦xito abrumador) o insiste en etiquetarle como ¡°el Bruce Springsteen espa?ol¡±. ¡°Soy springsteeniano, eso es evidente¡±, exclama, ¡°y recuerdo tal que si fuera ayer c¨®mo me puse a llorar a moco tendido la primera vez que escuch¨¦ Born to run en mi cuarto. El Dorado era casi un disco de tributo al Boss, como ya me encargu¨¦ de avisar yo mismo. Pero, como dice Elliott Murphy en el documental Broken poet, el brillo de Bruce lo fagocita y eclipsa todo. Y yo tambi¨¦n reivindico otras mil cosas, desde Rachid Taha o la m¨²sica de Marrakech a la tradici¨®n irlandesa¡±.
?Quedan todav¨ªa anhelos, 30 a?os despu¨¦s de enarbolar por vez primera la bandera de Rev¨®lver? Go?i contesta afirmativamente con un suspiro y un movimiento de cabeza: grabar ¡°dos o tres¡± discos m¨¢s en esta pr¨®xima d¨¦cada, mantener a sus m¨²sicos actuales ¡°hasta el ¨²ltimo concierto y el ¨²ltimo d¨ªa¡±. O disfrutar de su reci¨¦n estrenado nuevo domicilio, en el rec¨®ndito municipio de Gascones (145 habitantes), junto a su pareja, profesora en la Sierra Norte, y Nag¨²s, su perro actual. Eso y, como cualquier otro, conservar la salud (¡°no he tenido que bajar de tono mis canciones, le dej¨¦ asombrado hasta a Miguel R¨ªos¡±) y el amor de sus hijos. ¡°Una de ellas es chica y negra, tiene un cerebro prodigioso y habla cuatro idiomas con fluidez. Cuando escucho a Vox, incapaces de comprender una sola palabra de multiculturalidad, no doy cr¨¦dito¡±, se lamenta. ¡°El problema¡±, concluye, ¡°es que nos hemos encontrado con la peor a?ada de pol¨ªticos de la historia. Con debates pol¨ªticos que parecen conversaciones de barra de bar, es imposible mantener el inter¨¦s por las ideolog¨ªas¡±.
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