D¨ªas extra?os
Lo cierto es que la Navidad nos trae momentos m¨¢gicos y duelos sin victoria
Son unas fechas extra?as las de estos d¨ªas. Observo a la gente. Algunos celebran las Navidades con una alegr¨ªa pasmosa, como si ser feliz fuera sencillamente f¨¢cil y s¨®lo dependiera de pasar los d¨ªas se?alados en el lugar adecuado. Los hijos que vuelven, las sorpresas orquestadas, regresos inesperados y emigrantes que s¨®lo tienen la Navidad para el reencuentro. Son ¨Csomos¨C gente con suerte, que cuidamos a nuestras familias como lo que son: un refugio. Otros aparentan una simpat¨ªa que est¨¢ marcada por los hilos de la tensi¨®n, que son palpables bajo la algarab¨ªa y el frenes¨ª de las reuniones familiares. Leo comentarios de personas de distintos g¨¦neros e identidades que vuelven a la casa de sus padres disfrazados de otros y esperan que todo termine para marcharse un poco m¨¢s rotos, un poco m¨¢s solos; mujeres que se preparan los d¨ªas antes para ser cuestionadas por su falta de deseo maternal; vegetarianos a los que les ponen un plato de carne encima de la mesa con sorna; encontronazos con el pariente de turno, ese que s¨®lo ves los d¨ªas se?alados, la intolerancia como postre y una necesidad inconfundible de volver al c¨ªrculo creado. Tambi¨¦n hay otros, cada vez m¨¢s visibles, que hacen p¨²blico su desasosiego para encontrar comprensi¨®n, esos para los que estos d¨ªas festivos no son f¨¢ciles, son motivo de tristeza, ya sea por ausencias obligadas o por familias t¨®xicas. Y hay a quienes, simplemente, no les gusta. A ver: cada uno gestiona lo suyo como puede.
Lo cierto es que la Navidad nos trae momentos m¨¢gicos y duelos sin victoria. El otro d¨ªa me encontr¨¦ con una historia en Twitter que me emocion¨®. Una chica compart¨ªa una foto de un regalo con envoltorio de El Corte Ingl¨¦s que alguien se hab¨ªa dejado olvidado en un vag¨®n del Metro de Madrid. Daba datos y ped¨ªa difusi¨®n para encontrar al due?o. Los usuarios se volcaron y la noticia pronto lleg¨® a los medios, a la propia empresa y a los encargados de objetos perdidos del Metro. El regalo a¨²n no ha llegado a Rosy, la destinataria, pero el esp¨ªritu navide?o de Roc¨ªo ha contagiado a otros en su misma situaci¨®n y la cadena de ayuda comunitaria sigue latiendo en los paquetes ya nunca m¨¢s olvidados de los vagones. Tambi¨¦n hay historias terribles, como la de Niebla, la perra de Ismael, quien comparti¨® un v¨ªdeo de la misma sufriendo un ataque epil¨¦ptico para concienciar sobre el peligro de los petardos; o la historia de Lorena, quien contaba que su familia, por ser gitana y no llegar virgen al matrimonio con su chico, la ha echado de casa en plenas fiestas y ped¨ªa difusi¨®n para encontrar trabajo y un techo en la capital.
Son unas fechas extra?as estas en las que los extremos conviven pared con pared. Uno no sabe lo que est¨¢ viviendo el de enfrente, lo que necesita el de al lado, lo que desea el que est¨¢ detr¨¢s. Por eso, si tienes suerte: abre los ojos, piensa en el otro, convierte tu
alegr¨ªa en empat¨ªa y hagamos que los buenos deseos toquen tambi¨¦n al que ha perdido las ganas o no puede tenerlas.
Madrid me mata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.