Entre 2017 y 2020

Dudo que alguien en el Parlament de Catalunya se planteara este s¨¢bado por la tarde que la sesi¨®n plenaria, m¨¢s intempestiva por su horario que extraordinaria por su contenido, pudiera contraprogramar de alguna manera a la que se desarrollaba en paralelo en el Congreso de los Diputados. Estaba clar¨ªsimo que hab¨ªa un debate de portada y otro de p¨¢gina dos. Y uno se colaba constantemente en el otro, contribuyendo un poco m¨¢s a devaluarlo. Por supuesto, esta realidad incontestable la asum¨ªan algunos con m¨¢s alegr¨ªa que otros. El arranque del a?o est¨¢ resultando muy estimulante en un sector pol¨ªtico, y francamente engorroso para otro. En realidad, en el hemiciclo se not¨® claramente la nueva divisi¨®n, no digo fractura, entre los entusiastas del 2020 y los que a¨²n a?oran el 2017.

El pleno tuvo mucho de 2017, ciertamente. Repasemos: una concentraci¨®n de independentistas con esteladas ante el Parc de la Ciutadella ¡ªy despu¨¦s, tras forzar las puertas, ante el mismo edificio del Parlament¡ª; alcaldes indepes con su vara de mando siguiendo el pleno por televisi¨®n desde una sala de la planta baja, para mostrar su apoyo al l¨ªder (aceptando a Quim Torra como l¨ªder); invitados de relumbr¨®n en la zona de p¨²blico y autoridades (algunos siguiendo el debate con m¨¢s atenci¨®n que otros); cambios de ¨²ltima hora en el orden del d¨ªa; Carlos Carrizosa quej¨¢ndose; embrollo reglamentario; y los discursos de Ciudadanos y Junts per Catalunya. Un bonito pack nost¨¢lgico para los que temen que los acontecimientos les pasen por encima. N¨®tese que tanto Cs como JuntsxCat son cabeza de Parlament y cola de Congreso en sus respectivos ¨¢mbitos ideol¨®gicos.

Torra se siente c¨®modo en el agravio que le permite aglutinar apoyos moment¨¢neos

Y, sin embargo, no estamos en 2017. En aquel tiempo, el socialista Miquel Iceta no habr¨ªa hecho una defensa inequ¨ªvoca de la presidencia de la Generalitat, no habr¨ªa discutido una decisi¨®n judicial ni que fuera de la Junta Electoral Central, no habr¨ªa animado a Quim Torra a recurrir su inhabilitaci¨®n ante los tribunales. Y Esquerra tampoco habr¨ªa hecho el discurso que plante¨® su portavoz Marta Vilalta, con una mano reivindicando a Torra, y la otra reivindic¨¢ndose ante ¨¦l. Vilalta, una de las negociadoras del pacto con el PSOE, pidi¨® ¡°blindar al president y blindar el di¨¢logo¡±, un matiz muy 2020, muy poco 2017. Tambi¨¦n result¨® m¨¢s de a?o nuevo que acabara su intervenci¨®n d¨¢ndole dos besos a Torra. Como pidiendo complicidad. No se los dio, en cambio, a Iceta, de quien ya la tiene.

El president no estaba para ser c¨®mplice. Se siente c¨®modo en el agravio que le permite aglutinar apoyos moment¨¢neos, y que le aplaudan en pie. Torra proclam¨®: ¡°No se puede establecer un di¨¢logo e inhabilitar al interlocutor¡±, as¨ª, sin matices, como si el ofertante de di¨¢logo y el inhabilitador fueran el mismo ente. Vamos, 2017 style. Y quiso dejar claro que ¨¦l intervendr¨ªa en la definici¨®n de los contenidos de la negociaci¨®n con Pedro S¨¢nchez: que considere necesario especificar esa obviedad es m¨¢s propio del 2020. Un tiempo en que Junts per Catalunya y ERC avistan ya el fin de una convivencia, y se lanzan indirectas en terrenos m¨¢s formales y ataques directos y desagradables en el fango de las redes.