Los R¨¤fols
Albert R¨¤fols-Casamada y Maria Girona heredaron lo mejor de la Catalu?a de preguerra: la civilidad del Noucentisme y el esp¨ªritu abierto e internacional de las vanguardias art¨ªsticas
El pasado 16 de diciembre se cumplieron 10 a?os de la muerte del pintor y poeta Albert R¨¤fols-Casamada (Barcelona, 1923). ?l y Maria Girona constitu¨ªan una de las parejas m¨¢s queridas del mundo intelectual catal¨¢n, y a mi entender no est¨¢n, ni uno ni el otro, excesivamente recordados. Como se conocieron en la Academia T¨¤rrega en 1945 e iniciaron una vida juntos tan pronto como en l950, los hechos principales de su vida profesional estuvieron compartidos en numerosas ocasiones y no solo con Albert como protagonista y Maria como ¡°compa?era de ruta¡±, sino con ambos en responsabilidades de casi igual importancia. Cada uno de ellos fue un est¨ªmulo para la carrera del otro; nunca, en todos los a?os en que conviv¨ª con ellos, vi rivalidad, sino un apoyo incondicional y una sinton¨ªa intelectual muy dif¨ªcil de encontrar en nuestros lares.
Maria proced¨ªa de una familia muy culta, en donde su t¨ªo, Rafael Benet, fue un destacado cr¨ªtico de arte. Fue Maria Girona quien le present¨® a Albert otros artistas j¨®venes, con los que formaron el grupo Els Vuit (1946), integrado por ambos y Miquel Gusils, Joan Pal¨¤, Ricardo Lorenzo, Vicen? Rossell y el m¨²sico Joan Comellas. Ellos representaron El Retablillo de Don Crist¨®bal, de Federico Garc¨ªa Lorca (la primera obra que se representaba despu¨¦s de la muerte del poeta durante la Guerra Civil), con marionetas de Maria y escenograf¨ªa de Albert. En aquella ¨¦poca hicieron amigos que lo ser¨ªan de por vida: Francesc Tod¨®, Josep Guinovart, Xavier Valls, Ramon Rogent... Tambi¨¦n en casa de los padres de Maria tuvo lugar la reuni¨®n fundacional del Primer Sal¨®n de Octubre (1948), una de las primeras iniciativas para romper con el arte oficial. Maria y Albert realizaron varias obras en com¨²n: unas cer¨¢micas, hoy perdidas, carteles para la Compa?¨ªa de Teatro Adri¨¤ Gual y las xilograf¨ªas del grupo Estampa Popular, un movimiento iniciado en l960 que pretend¨ªa llegar a un p¨²blico amplio, no elitista. En l950, con una beca del Cercle Maillol, se fueron a Par¨ªs, una estancia que fue definitiva para descubrir la modernidad, especialmente Picasso y el cubismo, Matisse, De Sta?l y la reciente abstracci¨®n informalista. Juntos tambi¨¦n adoptaron un compromiso pol¨ªtico a favor de la libertad de expresi¨®n y de la democracia; participaron en el famoso encierro en el monasterio de Montserrat, en l970, en protesta por el llamado Proceso de Burgos, y en 1977 pintaron al un¨ªsono un mural en las Cocheras de Sants de Barcelona, a favor de la libertad de expresi¨®n, contra la detenci¨®n de Albert Boadella por su obra La Torna.
Nunca vi rivalidad entre ellos, sino un apoyo incondicional y una sinton¨ªa intelectual
En 1966 se cre¨® la escuela de dise?o EINA, a los pies de Vallvidrera, un centro aut¨®nomo y libre, de donde salieron dise?adores tan importantes como Carles Riart, Josep Llusc¨¤, Anna Yglesias, Josep Bag¨¤, y tambi¨¦n artistas independientes como Carlos Pazos, Antoni Llena, Silvia Gubern, Ram¨®n Herreros o Jordi Colomer. Sus profesores se encontraban entre los mejores profesionales del momento: adem¨¢s de Albert (que fue director) y Maria, estaban Am¨¦rica S¨¢nchez, Xavier Oliv¨¦, Rom¨¢n Gubern, Alexandre Cirici, Toni Miserachs, Federico Correa, Anna Bricall, Lelis Marqu¨¦s¡ EINA fue un recept¨¢culo de las ideas est¨¦ticas m¨¢s avanzadas del momento, y en sus aulas y jardines se hicieron acciones conceptuales de enorme radicalidad, como las Esculturas vivientes durante el curso 1974-1975 o el proyecto En torno a un ¨¢rbol. Adelant¨¢ndose al boom actual sobre la gastronom¨ªa, en los ochenta se dieron clases magistrales de cocina en sus aulas, con Lloren? Torrado, Xavier Oliv¨¦, Miquel Espinet y Joan Enric Lahosa ejerciendo de chefs.
El vac¨ªo que dej¨® esta pareja es inmenso, porque hab¨ªa pocas personas tan cultas y tan generosas, tan abiertas de esp¨ªritu y tan solidarias, tan curiosas y din¨¢micas. Esta ¨²ltima particularidad parecer¨ªa imposible en alguien tan callado y tranquilo como Albert R¨¤fols: ¡°Nunca aprend¨ª tanto de alguien que hablara tan poco¡±, me dec¨ªa nuestro com¨²n amigo Miguel Mil¨¢. Los maledicentes hablaban de ¡°R¨¤fols Casinada¡± pero yo recuerdo perfectamente que cuando los dem¨¢s, en Cadaqu¨¦s o Calaceite, hac¨ªamos la siesta o nos ba?¨¢bamos, ¨¦l estaba ya, infatigable, con uno de sus cuadernos haciendo dibujos o escribiendo poemas. Maria, por su parte, era gru?ona, pero solo con unos pocos y todos lo olvid¨¢bamos gracias a su inteligencia, a su gran sentido del humor y a su enorme cultura. Le¨ªa vorazmente: Henry James y la literatura rusa, y entre los catalanes, a Pla y Foix.
Tanto Albert como Maria heredaron lo mejor de la Catalu?a de preguerra: la civilidad del Noucentisme y el esp¨ªritu abierto e internacional de las vanguardias art¨ªsticas. Van quedando pocos con este talante y es obligatorio recordarlos con admiraci¨®n y, sobre todo, con respeto y afecto.
Victoria Combal¨ªa es escritora y cr¨ªtica de arte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.