Los Alc¨¢ntara van a morir

Decir que no se ha visto Cu¨¦ntame es como decir que no se ha visto S¨¢lvame. Ciertamente improbable. Aunque los h¨¢bitos televisivos han cambiado, ya no hay tapetes de ganchillo a lo Cu¨¦ntame sobre la tele y existen salones en los que ni siquiera hay pantalla, es muy dif¨ªcil encontrar a alguien que no conozca a Antonio Alc¨¢ntara y Merche. Por cierto, ?cu¨¢ntos saben el apellido de la madre de los Alc¨¢ntara? (Fern¨¢ndez). Claro est¨¢ que tampoco es f¨¢cil conocer a alguien que no sepa qui¨¦n es Bel¨¦n Esteban. Sea por la poderosa raz¨®n de la audiencia televisiva, la presencia de Ana Duato e Imanol Arias y de sus hijos en la ficci¨®n, en el ciclo Fuera de serie, complet¨® el aforo de la sala de eventos del Espacio Fundaci¨®n Telef¨®nica el pasado jueves. Tanto es as¨ª que hubo que a?adir sillas en la parte posterior del escenario desde donde hab¨ªa unas estupendas vistas a las nucas de los protagonistas.

M¨¢s de 150 personas quer¨ªan ver y escuchar a su familia televisiva, una familia que parece real. Al lugar se present¨® una anciana con andador coet¨¢nea de Herminia, la abuela de los Alc¨¢ntara, y alguna m¨¢s de la quinta hab¨ªa. Tambi¨¦n adolescentes m¨¢s cercanos a Mar¨ªa, la menor de los hijos. El evento ten¨ªa los pases agotados dos d¨ªas antes de que se celebrara y es que casi dos d¨¦cadas reuniendo millones de telespectadores frente al televisor son muchos a?os, tantos que incluso algunos de los asistentes y de los protagonistas no conocen la vida sin Cu¨¦ntame. Es el caso de la actriz Carmen Climent, de 23 a?os, la peque?a de los Alc¨¢ntara, y de Luna, de 14, una de las asistentes que apareci¨® con su madre.

Hablar de esta ficci¨®n es dar saltos en el tiempo. La serie ha transcurrido desde finales de los sesenta en los que naci¨® hasta el 1 de enero de 1991, fecha del ¨²ltimo cap¨ªtulo emitido. La realidad fue que se estren¨® dos d¨ªas despu¨¦s del 11-S, el 13 de septiembre de 2001. El d¨ªa del atentado contra las Torres Gemelas, el mundo se reuni¨® en torno a las televisiones para observar lo que pasaba en el bajo Manhattan. Y dos d¨ªas despu¨¦s, TVE fij¨® otro centro de atenci¨®n en el barrio de San Genaro. ¡°Empezamos asustados¡±, comenta Duato haciendo referencia a lo que para algunos marca el verdadero comienzo del siglo XXI, m¨¢s que a la responsabilidad de ser la madre de los Alc¨¢ntara. Eso ni se preve¨ªa: m¨¢s de dos millones de personas todav¨ªa se re¨²nen los jueves en torno a Cu¨¦ntame.

En el escenario, Imanol Arias a veces parece hablar como el actor y otras como el personaje y no es f¨¢cil apreciar la diferencia. Eso s¨ª, cuenta an¨¦cdotas mientras algunos asistentes se levantan para tomarle fotos como si fuera el mism¨ªsimo Jon Nieve. Un joven con dos m¨®viles graba con uno gran parte de la charla y con el otro quiz¨¢ tuitea, quiz¨¢ wasapea, el caso es que escrib¨ªa ¡ªel t¨ªpico multitarea que difunde por tierra, mar y aire, quiero decir, por Twitter, Instagram y vaya a saber qu¨¦¡ª. En el p¨²blico, una de las asistentes sonr¨ªe y pone las manos en forma de coraz¨®n para que lo vean quienes desde el escenario alaban el archivo de RTVE, que tanta ayuda aporta a la serie. Deducci¨®n a vuelapluma: trabajadora del archivo.

Pasadas las an¨¦cdotas, de pronto, el actor, parafraseando a Darth Vader, hizo el siguiente comentario a modo de confesi¨®n: ¡°Antonio Alc¨¢ntara es mi padre¡±. Acab¨¢ramos. Explic¨® que todav¨ªa se inspira mucho en ¨¦l y que, cuando viv¨ªa, recib¨ªa su llamada cada jueves al acabar el cap¨ªtulo para decirle: ¡°Mal, hijo, mal¡±. ¡°O, bien, que a veces pasaba¡±. Que Cu¨¦ntame fomenta la uni¨®n de las familias lo prueba tambi¨¦n las llamadas que genera entre una seguidora de la serie, Loli Jurado, de 24 a?os, y su madre. Desde que esta joven sevillana est¨¢ estudiando en Madrid llama a su madre para comentar los cap¨ªtulos. ¡°Llev¨¢bamos toda la vida vi¨¦ndolos juntas, as¨ª que ahora cotilleamos por tel¨¦fono¡±.

Lo que nadie esperaba es que lanzara una sentencia, ¡°Antonio Alc¨¢ntara va a morir¡±, como si estuviera pr¨®ximo el ¨²ltimo cap¨ªtulo. La cuesti¨®n es que el auditorio no se estremeci¨®, la se?ora del andador no se movi¨® del asiento y el joven de los dos tel¨¦fonos no se paraliz¨®. Lo dicho por Imanol no tuvo el impacto que esperaba porque el p¨²blico no se lo tom¨® como un spoiler si no, probablemente, como un va-a-morir-como-vamos-a-morir-todos-porque-somos-humanos.

Claro est¨¢ que, dada la revoluci¨®n tecnol¨®gica en marcha, ?qui¨¦n es capaz de asegurarnos que, acaso, los Alc¨¢ntara son eternos?