En busca del pendiente en la piscina de bolas
La firma de bisuter¨ªa Papiroga oculta en su tienda de la calle de Francisco de Rojas una piscina para adultos (y s¨ª, tambi¨¦n ni?os)
Es un sue?o infantil. Una travesura no realizada. Un placer culpable de todo padre, t¨ªo o canguro que observa a los chiquillos mientras espera entre los s¨¢ndwiches resecos del cumplea?os. La piscina de bolas, ese para¨ªso apetecible con regusto a ni?ez, prohibido casi siempre para mayores de 18.
Casi siempre. Porque entre Chamber¨ª y Salamanca, a medias entre Alonso Mart¨ªnez y Bilbao, hay tres metros cuadrados que permiten quitarse las ganas. Que rejuvenecen. Una piscina llena de bolas azules se oculta en la tienda de Papiroga. Pasen y al fondo a la derecha, como en los mejores bares. Pero no es un bar. Papiroga es la marca de vistosos, instagrameables y ya c¨¦lebres pendientes de metacrilato que Leire Urz¨¢iz y Estefan¨ªa de Oliveira fundaron en 2011 junto a Daniel Coma-Cros. Ellas dos reciben en la colorida tienda y, apenas bajados los tres escalones de entrada, invitan: ¡°?Pasamos al despacho a charlar?¡±. Y sin dar opci¨®n hunden los pies (y todo lo dem¨¢s) en la piscina de bolas. Y ah¨ª ser¨¢ la entrevista que, entre sentadas, tumbadas y tirando pelotitas, parece que cuesta acabar. Esa piscina atrapa.
Urz¨¢iz, ingeniera de formaci¨®n, y De Oliveira, que estudi¨® dise?o, tuvieron una visi¨®n. Y no solo con el momento piscina. La primera fue en 2011, cuando junto a Coma-Cros decidieron salir de sus trabajos, relacionados con el mundo de la moda y en los que eran felices, reconocen, pero donde no estaban completas. Quer¨ªan algo m¨¢s. Algo propio. Y se lanzaron con estas joyas enormes y coloridas de plexigl¨¢s cortadas a l¨¢ser. Empezaron montando una web. Y vendieron en Espa?a, en Rusia, en Jap¨®n. En esta casi d¨¦cada han hecho colecciones y desfilado en pasarela de la mano de Juan Duyos o La Condesa y creado desde pendientes solidarios de los que vendieron mil pares en una hora el pasado octubre (recaudando 56.000 euros contra el c¨¢ncer de mama) hasta cierres para cordones de los zapatos o chocolates. Hoy siguen creando, con un taller de 300 metros que se oculta bajo esa tienda de Francisco de Rojas, 1, pero que est¨¢ del todo integrado. Y con su piscina, y creciendo. ¡°Pero el ¨¦xito fue el d¨ªa que decidimos hacer lo que quer¨ªamos¡±, afirma sin m¨¢s pretensi¨®n Estefan¨ªa. ¡°Y el ¨¦xito es seguir, a pesar de todo. Los inicios fueron super, super, superdif¨ªciles, as¨ª que si no hubi¨¦ramos estado enamoradas del proyecto¡¡±, deja en el aire Leire.
Tambi¨¦n lo de la piscina fue una ocurrencia. Un enamoramiento. Una forma loca, loqu¨ªsima, de tapar un trozo de suelo feucho tras hacerse con el local y renovarlo, el pasado septiembre, para crear un espacio m¨¢s propio que ning¨²n otro. ¡°Nuestro-nuestro, que transmita lo que somos¡±, como dicen casi a coro. ¡°Le dije: ¡®Leire, te voy a proponer una cosa y me vas a decir que no¡±, r¨ªe Estefan¨ªa. Pero Leire le dijo que s¨ª: ¡°Y era lo m¨¢s lejano a rentabilizar el metro cuadrado¡±, cuenta, hundida entre pelotitas y se dir¨ªa que sin demasiados remordimientos al respecto
¡°Pero es una experiencia¡±, relata De Oliveira. ¡°Vienes a estar. A estar tranquila. Hay que apelar a la actitud l¨²dica¡±. ¡°Vienes a descubrir, a jugar, no solo a comprar. Llegan dos amigas, una espera aqu¨ª¡ Te contagias, esa es la esencia¡±, remacha Urz¨¢iz. ¡°Es un lugar donde se nos ocurren ideas. Aqu¨ª no puedes estar triste o enfadado. ?Es una piscina de bolas!¡±. Por eso, cuando se le cae una moneda que nadie es capaz de encontrar r¨ªe asegurando que ya vendr¨¢ su hijo Telmo, ya, y la encontrar¨¢, que ¨¦l da con todas.
El euro se pierde entre 4.000 bolas, exactamente. Y ellas le echar¨ªan al hueco, que tiene hasta su escalerilla pintada a mano, otras mil. Pero el c¨¢lculo sali¨® as¨ª gracias a una pseudot¨¦cnica de Estefan¨ªa (vamos, a ojo) y, cuando llegaron en sacos desde M¨¢laga desde la empresa ParqueCor, les parecieron una barbaridad. Pero las matem¨¢ticas hab¨ªan acertado y consiguieron dejar el espacio perfecto para juguetear, saltar y hacer fotos, muchas fotos.
La piscina no es m¨¢s que el reflejo de su esencia, m¨¢s all¨¢ de la marca. ¡°Hay que estar en el mundo. Salir, del PC, del folio, de todo. Queremos seguir nutri¨¦ndonos, conocer a gente interesante. Muchos proyectos surgen de un encuentro, de una llamada de tel¨¦fono, sin pretensiones¡±, relata Leire. ¡°No estaban en la estrategia¡±, como dice con retint¨ªn De Oliverira. Tampoco lo estaba la piscina. Y ah¨ª est¨¢, tapando un trozo soso, escondida entre pendientes y rapi?ando monedas.
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