No hab¨ªa podido dormir
El primer presidente de la Junta de Andaluc¨ªa recuerda c¨®mo se gest¨® el refer¨¦ndum del 28-F
No hab¨ªa podido dormir. Sab¨ªa que est¨¢bamos ante una jornada trascendental para el futuro de Andaluc¨ªa. Y me ven¨ªan los recuerdos de aquella entrevista en la Moncloa con Su¨¢rez, en la que literalmente le arranqu¨¦ una fecha para el refer¨¦ndum que lo hiciera ya inevitable, y mi exclamaci¨®n cuando todav¨ªa no hab¨ªamos abandonado los jardines de la Presidencia: ¡°Qu¨¦ gol le he metido¡±, fue la respuesta que le di a mi colaborador Enrique Garc¨ªa, que me miraba con ansiedad para conocer el resultado del encuentro. Me ven¨ªan las im¨¢genes de los pueblos andaluces en los que cada casa era una bandera de Andaluc¨ªa, de los autobuses y coches con la verdiblanca ondeando, de los m¨ªtines multitudinarios con los corazones estallando de entusiasmo e ilusi¨®n, de esperanza y rebeli¨®n ante siglo y medio de injusticia y abandono. Las caras de mis paisanos, las miradas confiadas y determinadas a luchar por su futuro. La huelga de hambre que hice como protesta ante todos los obst¨¢culos que el Gobierno estaba poniendo para impedir la campa?a por el S¨ª. Recordaba todo eso. Lo que hab¨ªamos puesto en marcha era muy serio y los andaluces lo hab¨ªan hecho suyo. Sab¨ªa que nos esperaba un camino tan dif¨ªcil como el que nos hab¨ªa tra¨ªdo hasta aqu¨ª. La responsabilidad era grande, y yo me hab¨ªa comprometido en primera persona.
Aquel d¨ªa llovi¨® en Almer¨ªa, la provincia en la que hab¨ªa m¨¢s dificultades para que triunfara el S¨ª. El censo, absolutamente desviado de la realidad, empezaba a hacer de las suyas, y yo mismo no aparec¨ªa en el listado de la mesa en la que me correspond¨ªa votar, y s¨ª aparec¨ªa mi hija Patricia, de seis a?os. Cualquier persona fallecida que figurara en el censo era un voto en contra, ya que se necesitaba la mayor¨ªa de s¨ªes sobre el total de los censados. Por eso dije: ¡°Este es el ¨²nico refer¨¦ndum en el que los muertos votan y los vivos tenemos dificultades para hacerlo¡±. Pero nada de eso me desanimaba.
Mi fuerza estaba en los andaluces
Mi convicci¨®n personal era que Andaluc¨ªa ganar¨ªa. Todo parec¨ªa estar en contra, hasta la redacci¨®n malintencionada del texto que aparec¨ªa en la papeleta de voto pretend¨ªa confundir, todo el potent¨ªsimo aparato de comunicaci¨®n del Estado, con su TVE, sus peri¨®dicos, su influencia en los medios privados, hab¨ªan jugado fuerte hasta el final. Pero primaba lo que yo hab¨ªa encontrado en mi cercan¨ªa con los andaluces, lo que me transmit¨ªan en cada mitin o en cada paseo, que no se iban a dejar enga?ar, y que hab¨ªan entendido lo trascendental del momento. Yo hab¨ªa tratado de evitar hacer uso en lo posible de lo emocional en mis mensajes, para centrarme en lo que estaba en juego, en el lugar que Andaluc¨ªa ten¨ªa que ocupar en el dise?o territorial del Estado, nunca por debajo de ninguna otra, y que eso ser¨ªa para siempre, una conquista pol¨ªtica sin caducidad. Y no pod¨ªamos perder. Por eso, cuando Felipe [Gonz¨¢lez] me llam¨® a media tarde para decirme que un sondeo del PSOE daba que ganar¨ªamos el refer¨¦ndum no me mostr¨¦ sorprendido. Faltaban pocas horas para que el Casino de la Exposici¨®n de Sevilla se convirtiera en el escaparate de lo que esa noche se vivir¨ªa en toda Andaluc¨ªa.
Las primeras noticias vendr¨ªan desde fuera, ajenas al aparato de seguimiento de la Junta. Ya a las 11.30 de la noche TVE daba por perdido el refer¨¦ndum en cinco provincias. En esos momentos volv¨ªa a sentir la rabia que me hab¨ªa acompa?ado durante la campa?a por tanto intento de enga?o. Mi confianza en la victoria se manten¨ªa intacta. Y crec¨ªa cuando en la pizarra del Casino, donde los resultados se iban apuntando a mano, C¨¢diz era la primera provincia en superar el list¨®n del 50% y el S¨ª triunfaba. Reafirmaci¨®n en que se pod¨ªa conseguir. Orgullo de pertenecer a un pueblo que se hab¨ªa empe?ado en defender su dignidad y cimentar su futuro. El principal apoyo me llegaba de los andaluces congregados en el Casino, sus gritos de entusiasmo, su fuerza cantando una y otra vez el himno de Andaluc¨ªa. Me imaginaba una Andaluc¨ªa viviendo la hist¨®rica noche en ese mismo sentimiento de lucha ganada, de esperanza. Y ten¨ªa claro que ya hab¨ªamos ganado. Luego los resultados que iban llegando traer¨ªan la decepci¨®n formal del pinchazo en tres provincias, pero se corrigieron en horas los resultados de M¨¢laga y Ja¨¦n, y finalmente solo se perdi¨® en Almer¨ªa. Para m¨ª hab¨ªamos ganado. Y sab¨ªa que los andaluces no admitir¨ªan nada en contra de esa voluntad pol¨ªtica n¨ªtidamente expresada en el refer¨¦ndum. Se instalaba en mi conciencia un nuevo compromiso personal, el de defender esa voluntad, sin que fuera adulterada lo m¨¢s m¨ªnimo. Me sent¨ªa en la obligaci¨®n y con la determinaci¨®n de hacerlo. Y cuando en el Congreso se plantaban f¨®rmulas intermedias, una alusi¨®n me dio la oportunidad de subir a la tribuna para expresarlo con rotundidad: ¡°Mientras sea presidente de la Junta de Andaluc¨ªa y cuente con la mayor¨ªa en la instituci¨®n, Andaluc¨ªa solo acceder¨¢ a la autonom¨ªa por el art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n¡±. Se encontr¨® la f¨®rmula legal, y Andaluc¨ªa qued¨® equiparada para siempre con las nacionalidades hist¨®ricas. Las banderas siguieron un tiempo colgadas en los balcones. Estoy convencido, como aquel d¨ªa lo estaba de que ganar¨ªamos, que ahora esas banderas est¨¢n cuidadosamente guardadas por si hay que volver a sacarlas.
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