Lear ya no es rey ni conoce a sus hijas
La compa?¨ªa [los n¨²meros imaginarios] lleva a un 'shakespeare' sus experiencias en talleres con enfermos de alzh¨¦imer
PLA-NA-ZO. Esa era la ir¨®nica respuesta que recib¨ªa cada vez que contaba mi plan para el s¨¢bado: marat¨®n de teatro. Un shakespeareen el Corral de Comedias de Alcal¨¢ de Henares a manos de [los n¨²meros imaginarios], una compa?¨ªa que lo ha construido a partir de sus talleres con enfermos de alzh¨¦imer y personas con deterioro cognitivo. Me gustar¨ªa saber cu¨¢l hubiera sido la reacci¨®n si digo que voy a ver a N¨²ria Espert como rey Lear.
Y cuando lleg¨® el momento, realmente no parec¨ªa el planazo de una tarde de primavera en febrero, en la que el Sol nos llama como si necesit¨¢semos hacer la fotos¨ªntesis. Las aceras de la calle de Alcal¨¢ de Madrid estaban a rebosar de gente. La entrada a la Quinta de los Molinos parec¨ªa la de un centro comercial en Navidad (bueno, y no en Navidad). Kil¨®metros m¨¢s adelante, las calles Mayor y Libreros de Alcal¨¢ de Henares estaban repletas de paseantes disfrutando del carnaval, la plaza de Cervantes, igual y el Corral de Comedias, igual, aunque ah¨ª ya no brillaba el Sol. ?Pero regalaban peri¨®dicos! ?A alguien le puede hacer ilusi¨®n eso ahora?
Parece que a quien est¨¢bamos dispuestos a pasar m¨¢s de tres horas en el teatro, s¨ª. Ojo, que no es una funci¨®n larga para esta compa?¨ªa, su Hijos de Grecia son 12 horas. Y as¨ª, qui¨¦n iba llegando al corral, iba llegando tambi¨¦n a Britania y recibe la noticia nada m¨¢s entrar. Titular de portada que invita a revisar las p¨¢ginas hasta que empiece la funci¨®n: ¡°El rey abdica¡±. Y s¨ª, a quien trabaja en un diario le resulta llamativo ver a varias decenas de personas en el mismo lugar ojeando y hojeando un peri¨®dico ?EN-PA-PEL! Esto aumenta cuando empieza Lear (desaparecer) y se van leyendo frases en alto, de Internacional, de Deportes, de Gente, de Opini¨®n, el hor¨®scopo¡ Menci¨®n especial para el delicioso texto del editorial, Necesito un d¨ªa entre el domingo y el lunes. (Lo firmar¨ªa, ?qui¨¦n no?)
Una vez entrados en faena y cuando no se sabe muy bien c¨®mo se ha creado un ambiente en el que a veces no se distingue quien es p¨²blico y quien es actor porque todos est¨¢n participando de esa lectura, comienza la catarsis. Las p¨¢ginas empiezan a romperse (cierto es que los miembros de la compa?¨ªa tienen que incitar a alg¨²n espectador a que lo haga). Los papeles y la m¨²sica inundan la escena. El patio de butacas ¡ªsin asientos, ya que para Lear (desaparecer) ha intercambiado los papeles con el escenario (en el que hay p¨²blico sentado)¡ª est¨¢ tomado por los espectadores, algunos han bajado de los palcos, aquello es una fiesta muy contagiosa. Empieza la funci¨®n en un punto y a un ritmo alt¨ªsimos. Ese que asusta al t¨ªmido que todo el rato tiene en la cabeza un: ¡°No, a m¨ª no. Que no me saquen. Que no me hablen. Que no me pregunten¡±. Entonces, sobre todos los fragmentos en los que ha quedado su reino ¡ªlo que cuenta un peri¨®dico es parte de la historia de un pa¨ªs¡ª, aparece Lear y anuncia su intenci¨®n de dejar el trono y repartir Britania entre quienes m¨¢s le amen.
Comienza la puja. Bueno, no. Antes de que comience, un espectador alza su voz y se adelanta: ¡°Yo te amo como si fueras mi hijo¡±. Ese es el esp¨ªritu. Durante la subasta de las tres partes del reino se oye en aquel espacio m¨¢s veces ¡°te quiero¡± que las que muchos nietos le han dedicado a sus abuelos. Lear (que ese d¨ªa estaba en el cuerpo de Nacho S¨¢nchez, cada funci¨®n es un int¨¦rprete diferente de la compa?¨ªa) mira fijamente y parece que con los ojos pregunta: ¡°?T¨² me quieres?¡± Intimida a pudorosos sentimentales. Y como hay gente para todo se mezclan un ¡°te quiero m¨¢s que a las croquetas de mi madre¡± con ¡°te quiero a pesar de ti¡± o ¡°te quiero todo lo que han dicho estas personas y mucho m¨¢s¡±. Pero, Shakespeare manda y el reino queda para las hijas mayores del rey, Goneril y Regan. Cordelia, la menor, es repudiada por expresar su amor sincero, sin aspavientos.
La decadencia de Lear se acelera, tiene 80 a?os, a veces no reconoce a los suyos. A veces parece un ni?o, otras es rematadamente cuerdo. Las hijas discuten:
¡ªYo no puedo m¨¢s.
¡ª?Qu¨¦ propones?
¡ªNo lo s¨¦.
¡ªIntentamos hacer lo mejor.
¡ªNo lo creo.
¡ª?Cu¨¢ndo has sido la ¨²ltima vez que has visto a pap¨¢?
?Es Shakespeare o es el d¨ªa a d¨ªa de algunos ancianos? ?O es que El Bardo era y es actualidad?
Del punto ¨¢lgido en que comienza la pieza pasa a remover las tripas y que la famosa tormenta de la obra se te meta en la cabeza. Tanto que al acabar hay quien ni habla. En el ba?o de mujeres (visita obligatoria tras tres horas) se intuyen los distintos estados de ¨¢nimo. ¡°No he parado de llorar¡±, dice Gloria, una espectadora que tiene una abuela con alzh¨¦imer, ¡°he reconocido tantas situaciones¡±. La compa?¨ªa ha tomado partes de los talleres que ha realizado: movimientos de baile calcados de los participantes, el ¡°?qu¨¦ bonito!¡± de Chon, una de las participantes, que se repite en la pieza, movimientos de baile, temblores... Carol y Virginia prefieren no hablar: ¡°Sales un poco afectada. Hay que digerirla¡±. ¡°No sab¨ªa a lo qu¨¦ ven¨ªa. Todos estamos sujetos a la posibilidad de que nos ocurra¡±, a?ade Cristina, tambi¨¦n en la fila del ba?o. Sin embargo, otra asistente que estudia Direcci¨®n y Dramaturgia en la RESAD sabe que esta experiencia le va a servir para mucho.
Versionando el dicho: el teatro es pura vida.
Cifras y letras
Las frases. "En mi reino veo un contrabajista que se ha quedado en un bar solo...". "En mi reino veo unos ni?os disfrazados de pato en el patio de un colegio". "En mi reino veo un mont¨®n de patatas despidi¨¦ndose antes de ser peladas". "En mi reino veo..." es un mantra que se repite a lo largo de la obra con las cosas m¨¢s insospechadas.
En n¨²meros. Lear (desaparecer) llega a Teatros del Canal el 23 y 24 de mayo.
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