La familia Becerra da el relevo a los Luarte en el faro del fin del mundo
El farero saliente de Isla Cabo y el entrante, ambos militares chilenos, intercambian consejos sobre vivir con esposa e hijos durante un a?o aislados en el extremo sur de Am¨¦rica con vientos de 300 kil¨®metros por hora
Al sur del estrecho de Magallanes y del canal Beagle, cuando se funden las aguas del oc¨¦ano Pac¨ªfico y el Atl¨¢ntico y desaparece el continente, emerge una isla descubierta hace 406 a?os de dif¨ªcil acceso, donde por un a?o reside una familia chilena que vive en casi total aislamiento y soledad. Es la familia de un representante de la Armada de Chile que aprender¨¢ a subsistir en condiciones extremas, arropada por los furiosos mares que en esta ¨¦poca apenas dejan arribar al peque?o muelle de este pe?¨®n remoto del sur del mundo. Bajo esta realidad meteorol¨®gica, con vientos constantes de 20 a 30 nudos, olas que pueden superar los seis metros y sin se?al de celular, la Armada tiene dos faros en Isla Cabo. En los primeros d¨ªas de diciembre, en la residencia construida por la instituci¨®n militar coincid¨ªan la familia que en breve se retira de la isla ¡ªla del sargento primero Jorge Becerra, de 44 a?os, casado y con cuatro hijos¡ª y la que reci¨¦n est¨¢ llegando a este lugar y conociendo sus rincones, encantos y peligros: la del sargento segundo Jos¨¦ Luarte, de 38 a?os, que arriba con su esposa y sus dos peque?os.
El primero le ha dado un consejo clave al segundo, que se transmite a?o a a?o al que llega: ¡°Siempre hay que pensar que muchas familias han podido terminar exitosamente la misi¨®n de un a?o en Isla Cabo, pese a las dificultades¡±.
A veces llegan cruceros, como el Australis, que recorre por cinco d¨ªas y cuatro noches los canales del sur del mundo, desde la chilena Punta Arenas hasta la argentina Ushuaia o desde Ushuaia a Punta Arenas. Los turistas son de las pocas visitas que la isla recibe a lo largo del a?o, porque a este punto del mundo no solo se puede llegar con las ganas. El viento, la lluvia y las olas ¨Cque mueven fuerte los zodiac que intentan arribar desde las embarcaciones¨C no permiten que los visitantes se queden por mucho tiempo en esta isla. De 425 metros de altura, para llegar a sus instalaciones ¨Cun monumento, los faros, la casa de los representantes de la Armada y una iglesia¨C se necesita subir una empinada escalera, desde donde resulta posible observar la inmensidad del turbulento Paso Drake.
Es casi de madrugada todav¨ªa del jueves 1? de diciembre y las esposas y los hijos de los sargentos Becerra y Luarte duermen. A veces el viento no deja conciliar el sue?o o despierta a medianoche. ¡°Es acogedora la casa. En este lugar se pasa la mayor parte del tiempo en el transcurso del a?o¡±, explica Becerra, que naci¨® y creci¨® en el extremo norte de Chile, Antofagasta, una zona marcada, contrariamente, por el calor des¨¦rtico de Atacama. ¡°Es una experiencia familiar bonita, porque podemos estar juntos. Pero, al mismo tiempo, ha sido fuerte: en julio, en pleno invierno, el viento lleg¨® a los 160 nudos, es decir, casi 300 kil¨®metros por hora¡±, relata el infante de marina que, pese a las dificultades, postul¨® para seguir trabajando el pr¨®ximo a?o desde otra isla austral, Isla Nueva, al final del canal Beagle.
Becerra ¨Ccon hijos de nueve, siete y mellizos de cinco a?os¨C cuenta que no tuvieron ninguna emergencia m¨¦dica, pero, en el caso de tenerla, un helic¨®ptero o un buque puede evacuar: ¡°Todo depender¨ªa de la urgencia¡±, dice el sargento primero, porque un buque tarda seis horas en llegar desde la capital de Cabo de Hornos, la ciudad de Puerto Williams. No hay acceso a celular, pero s¨ª a Internet. Solo una vez en el a?o la familia ¨Ccon excepci¨®n de ¨¦l¨C sali¨® de la isla. Fue en octubre, porque la madre llev¨® a los ni?os a rendir los ex¨¢menes libres: ella hizo de profesora de sus hijos en este curso 2022.
En enero se cumplir¨¢n 30 a?os desde que la Tercera Zona Naval instal¨® en este lugar una Alcald¨ªa de Mar, que tiene misiones diferentes: proteger la navegaci¨®n de aventureros, marinos, turistas y tripulantes ¡°que llegan hasta estas aguas para encontrar lo que alguna vez llamaron tierra prometida¡±, aseguran en la Armada. Entre sus ocupaciones est¨¢ realizar un seguimiento meteorol¨®gico cada tres horas diariamente, el control y ayuda del tr¨¢fico mar¨ªtimo ¨Clas embarcaciones que van del Pac¨ªfico al Atl¨¢ntico, del Atl¨¢ntico al Pac¨ªfico, a la Ant¨¢rtica¨C y, en general, el resguardo de la vida humana en estas zonas. El primer reporte del clima se realiza a las tres de la ma?ana. A estas funciones se agregan todos los imprevistos necesarios para mantener funcionando la alcald¨ªa. ¡°Me preocupa que falle el generador, porque es el coraz¨®n de la alcald¨ªa¡±, dice el reci¨¦n llegado.
Luarte, que llega a Isla Cabo y permanecer¨¢ en este lugar hasta noviembre o diciembre de 2023, explica las razones para haber postulado a este destino: ¡°Tener una experiencia diferente. En este lugar, uno vive todo el d¨ªa con la familia, pero en los trabajos, en general, se trabaja largas jornadas y ellos quedan abandonados. En este lugar estamos abandonados todos, pero todos juntos. Es la diferencia¡±, dice un poco en broma el sargento segundo, con dos hijos de 12 y cinco a?os. ¡°Ellos est¨¢n contentos, ya se adaptaron. Estos d¨ªas hemos tenido rachas de 125 nudos y no se han asustado. Seguramente porque viv¨ªamos en el sur de Chile, en la Araucan¨ªa, que tiene un clima similar en el invierno¡±, relata Luarte. Su antecesor lo complementa: ¡°Nuestra mayor motivaci¨®n est¨¢ en representar a nuestro pa¨ªs haciendo soberan¨ªa en el ¨²ltimo lugar del mundo y, encima, representarlo con nuestra familia. Es un orgullo tremendo representar aqu¨ª a cada uno de los chilenos¡±, asegura Becerra.
En estas fechas, verano, los d¨ªas son muy largos. En invierno, la luz natural dura como mucho unas ocho horas. Los alimentos y otros productos imprescindibles, adem¨¢s de combustible, llegan cada dos meses en un buque de la Armada. A veces, dependiendo del clima, pueden tardarse m¨¢s, por lo que siempre hay que estar preparados para hacer durar los enseres. La fruta y la verdura son escasas y les llega congelada. Como se trata de un parque nacional, ni siquiera si las condiciones del clima lo permitieran se podr¨ªan plantar ¨¢rboles frutales o tener un huerto. No se ven animales, pero s¨ª muchas aves: ping¨¹inos, carachos, c¨®ndores¡ Son los ¨²nicos vecinos de la familia chilena que, en un a?o, apenas tendr¨¢ algunos d¨ªas de pleno sol, que tendr¨¢ que pasar semanas enteras dentro de la casa en los peores d¨ªas del invierno y soportar temporales de hasta 36 horas. Y el viento, que mueve la casa constantemente como si se estuviera en un temblor de unos cinco grados. De ocurrir cualquier urgencia, e cualquier caso, siempre est¨¢ uno de los faros, a pocos metros de la vivienda. De fierro y empotrado entre las rocas, iluminar¨¢ cada noche el mar salvaje del fin del mundo, en los territorios m¨¢s v¨ªrgenes del planeta.
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