Una reforma en comp¨¢s de espera: seis rostros de la crisis de las pensiones en Chile
El proyecto de ley del Gobierno de Gabriel Boric para cambiar el sistema previsional es el tercer intento en 10 a?os por buscar una soluci¨®n a una de las principales problem¨¢ticas del pa¨ªs: el 72% de las personas que se jubilan reciben menos que el sueldo m¨ªnimo
Hace m¨¢s de una d¨¦cada que Chile discute una reforma al sistema de pensiones. La que actualmente empuja el Gobierno de Gabriel Boric en el Congreso -a la que le puso urgencia hace dos semanas- es el tercer intento de los ¨²ltimos 10 a?os para cambiar el destino de las personas que se jubilan en Chile. La situaci¨®n es dram¨¢tica: el 72% de las pensiones son inferiores al salario m¨ªnimo, que se ubica en unos 538 d¨®lares, y uno de cada cuatro jubilados recibe una pensi¨®n que est¨¢ por debajo de la l¨ªnea de la pobreza, que en Chile se calcula bajo los 270 d¨®lares al mes. Las mujeres son las m¨¢s perjudicadas: menos de la mitad cotiza por m¨¢s de 20 a?os y solo el 54% logra recibir una pensi¨®n financiada con sus ahorros.
Una nueva ley previsional es una de las reformas prioritarias de la actual Administraci¨®n de izquierdas, pero tambi¨¦n de la ciudadan¨ªa chilena: seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la empresa de estudios de mercado Cadem, el proyecto de ley de pensiones se ubica como el segundo m¨¢s prioritario para la opini¨®n p¨²blica, solo superado por la reforma a la salud.
En el centro del debate est¨¢n las diferencias ideol¨®gicas entre un sector que prefiere continuar con el sistema de capitalizaci¨®n individual en el que las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) administran los ahorros de los cotizantes, y que ha sido un pilar clave en la profundizaci¨®n del mercado de capitales que existe en Chile, y quienes quieren un sistema mixto donde el elemento de solidaridad sea mucho m¨¢s amplio que actual.
La ¨²ltima reforma previsional realizada en 2008 en Chile durante el primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) introdujo el Pilar Solidario y gener¨® medidas para compensar las bajas pensiones que afectan principalmente a las mujeres. Y durante la ¨²ltima Administraci¨®n de Sebasti¨¢n Pi?era (2018-2022) se cre¨® la Pensi¨®n Garantizada Universal (PGU) que ayud¨® a engrosar el aporte del Estado al monto de la jubilaci¨®n para los mayores de 65 a?os que no integren un grupo familiar perteneciente al 10% m¨¢s rico de la poblaci¨®n.
Hoy, aunque nadie niega la necesidad de hacer cambios al sistema de previsi¨®n para la vejez, las diferencias entre las f¨®rmulas para lograrlo tienen empantanado el camino de uno de los mayores problemas que aqueja a una sociedad chilena que envejece a pasos agigantados: seg¨²n el Observatorio del Envejecimiento, tres de cada 10 habitantes del pa¨ªs sudamericano tendr¨¢ sobre 80 a?os para 2050. En lo que todos est¨¢n de acuerdo es que con el 10% de cotizaci¨®n obligatoria no alcanza. Los empresarios han aceptado, un poco a rega?adientes, que el 6% adicional sea con cargo al empleador. El problema ahora es qu¨¦ porcentaje de ese monto ir¨¢ a las cuentas de ahorro individual y cu¨¢nto al Fondo Solidario. Otro punto de discusi¨®n es qui¨¦n deber¨ªa administrar el porcentaje que ir¨¢ a solidaridad y qu¨¦ pasar¨¢ con las AFP, una de las instituciones privadas en las que menos conf¨ªan los chilenos.
La discusi¨®n lleva a?os detenida en esas diferencias. Y la semana pasada, el partido conservador de derecha, UDI, condicion¨® su di¨¢logo con la Administraci¨®n de Gabriel Boric para avanzar en esta y otras reformas a la salida de su ministro de Desarrollo Social y compa?ero de ruta del mandatario, Giorgio Jackson. Lo responsabilizan pol¨ªticamente del Caso Convenios, protagonizado por su partido, RD, y del robo a 23 computadores y una caja fuerte del edificio de su cartera la noche del pasado mi¨¦rcoles.
Mientras tanto, cerca de 500.000 personas deben arregl¨¢rselas para vivir con poco m¨¢s de 200 d¨®lares al mes -22% del total de jubilados en el pa¨ªs- y parte importante de la gran clase media ve c¨®mo su calidad de vida se deteriora en forma sustantiva cuando llega la edad de jubilarse. ¡°Los avances de tipo compensatorio no resuelven el problema de fondo, que sigue pendiente: las pensiones actuales son insuficientes para llevar una vida digna, y no mejorar¨¢n dentro del actual esquema previsional. Los chilenos y chilenas no pueden seguir esperando¡±, plante¨® la expresidenta Michelle Bachelet en una columna publicada en EL PA?S hace algunos d¨ªas.
Para indagar en la realidad de los jubilados, y principalmente las jubiladas en Chile ¨Clas mujeres son las m¨¢s afectadas¨C, EL PA?S recogi¨® seis historias que reflejan la crisis de las pensiones y la urgencia de avanzar hacia una pol¨ªtica p¨²blica sostenible.
Nibaldo D¨ªaz: ¡°Me jubil¨¦ con 40% menos de lo que recib¨ªa cuando trabajaba¡±
Durante 40 a?os, Nibaldo D¨ªaz (82, Parral) trabaj¨® como profesor de matem¨¢ticas. Cuando inici¨® su carrera como docente todav¨ªa no exist¨ªa el sistema de pensiones actual basado en el ahorro individual, sino uno de reparto. Cuando se crearon las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) el a?o 1981, Nibaldo tuvo que tomar una decisi¨®n: si quedarse en el modelo antiguo o cambiarse al nuevo. Eligi¨® lo segundo. Hoy cree que fue un error. Su mujer, cuenta, que tom¨® la misma decisi¨®n y trabajaba en una farmacia, recib¨ªa alrededor de 242 d¨®lares de pensi¨®n, mientras su cu?ada, que ten¨ªa un empleo similar y que prefiri¨® quedarse en el sistema antiguo, cobraba una pensi¨®n de 726 d¨®lares.
Cuando Nibaldo jubil¨®, a los 65 a?os, su pensi¨®n era cercana a los 546 d¨®lares, ¡°40% menos de lo que recib¨ªa cuando trabajaba de profesor¡±, dice. Al poco tiempo, compr¨® un taxi y hasta el d¨ªa de hoy trabaja como colectivero. De esta manera, se mantiene ocupado, cuenta, y logra aumentar en algo sus ingresos. Desde que se cre¨® la Pensi¨®n Garantizada Universal (PGU) empez¨® a recibir cerca de 200.000 pesos m¨¢s (unos 243 d¨®lares), lo que le ha ayudado a solventar mejor sus gastos, principalmente alimentaci¨®n, medicamentos y cuentas de su casa, en la que vive solo desde que enviud¨® hace cuatro a?os y medio, en Villa La Reina, un barrio de clase media de la capital chilena.
Ornella Gambi: ¡°Estoy en edad de jubilar, pero no puedo¡±
En los seis trabajos que ha tenido Ornella Gambi (60 a?os, Santiago) a lo largo de su vida, en todos ha cotizado. La secretaria de la Defensor¨ªa Penal P¨²blica gana cerca de 1.300 d¨®lares, pero si jubilara -como le corresponde a su edad, seg¨²n la ley- recibir¨ªa unos 360 d¨®lares al mes. ¡°Cuando deje de pagar mi cr¨¦dito hipotecario (480 d¨®lares), en ocho a?os m¨¢s, ah¨ª voy a pensar en jubilar¡±, sostiene. En su casa son dos: ella y su hija, de 28 a?os, que tiene una discapacidad. ¡°Como el mercado laboral chileno es cero inclusivo, reci¨¦n se puso a trabajar por primera vez a trav¨¦s de una fundaci¨®n. Y gana poco¡±, afirma Gambi. Adem¨¢s del cr¨¦dito hipotecario, que le muerde gran parte de su salario, paga un cr¨¦dito de consumo de unos 340 d¨®lares. Esas cuentas pendientes la tienen amarrada a su trabajo, aunque aclara que no le gustar¨ªa jubilar ahora. Dice que le gusta lo que hace y que lo hace bien. Adem¨¢s, remarca, ¡°en Chile la gente despu¨¦s de jubilar no existe¡±.
Rosa Maldonado: ¡°Nunca tuve AFP por falta de informaci¨®n¡±
Rosa Maldonado (67 a?os, Coelemu) nunca cotiz¨®. Trabaj¨® desde los 14 a?os como asesora del hogar en diferentes casas, cuidando ni?os, cocinando y haciendo aseo hasta que cumpli¨® los 60 a?os, pero nunca tuvo contrato y, por lo mismo, nunca ahorr¨® en el sistema previsional. ¡°Nunca tuve AFP por falta de informaci¨®n. Quiz¨¢s si hubiera tenido, hoy recibir¨ªa una mejor jubilaci¨®n¡±, dice. Despu¨¦s de hacer varios tr¨¢mites, logr¨® acceder primero a la pensi¨®n solidaria y hoy a la PGU. Vive con los cerca de 230 d¨®lares que recibe todos los meses, de los que 25 d¨®lares se le van en las gotas que tiene que comprar para el glaucoma que padece. Sus tres hijos, ya mayores y con sus propias familias, la ayudan cuando pueden, pero explica que todos los meses tiene que ¡°estirar en chicle al m¨¢ximo¡± para que le alcance. No paga alquiler porque ya es due?a de su casa en la comuna de La Pintana, en una zona popular del sur de la capital, pero s¨ª cuenta que apenas le alcanza para costear el alimento y la calefacci¨®n: ¡°Compro harta verdurita, porotos, legumbres y congelo para varios d¨ªas. Tengo una estufa a parafina, pero cuando no me alcanza pongo un guatero (bolsa de agua caliente) en mi cama y me acuesto¡±.
Leonardo Cabrera: ¡°Jubil¨¦ anticipadamente por una enfermedad, pero tengo que seguir trabajando¡±
El primer trabajo de Leonardo Cabrera (62 a?os, Curacav¨ª) fue a los siete a?os limpiando coches. Desde entonces no ha parado. Durante casi tres d¨¦cadas se desempe?¨® como mec¨¢nico en una empresa de transportes. El padre de cuatro hijos ¨Cuno de ellos falleci¨®¨C y responsable de un sobrino ten¨ªa un contrato y ganaba poco m¨¢s de 600 d¨®lares. Una discusi¨®n con su jefe acab¨® con su salida. ¡°Fui a la inspecci¨®n del trabajo y me dijeron que ten¨ªa que firmar una carta de renuncia. Me hicieron un finiquito 500.000 pesos [600 d¨®lares]. Despu¨¦s de 28 a?os de trabajo¡±, recuerda, a¨²n incr¨¦dulo. Entonces, empez¨® a trabajar de ch¨®fer, hasta que sufri¨® un accidente vascular cuatro a?os atr¨¢s que lo dej¨® con una incapacidad del 87%. Tuvo que prejubilarse y, desde entonces, recibe una pensi¨®n por invalidez parcial de 230 d¨®lares. Solo en alquiler se le van 145. Sus hijos ya son mayores y vive separado de su esposa, a quien le env¨ªa todos los meses otros 145 d¨®lares. ¡°Lo ideal ser¨ªa recibir una buena jubilaci¨®n para dejar de trabajar, pero como no es as¨ª, tengo que poner el hombro¡±, lamenta. Vende tierra de hoja, planta y cuida parcelas de Curacav¨ª, la zona rural donde vive. A fin de mes, entre la pensi¨®n y sus extras, re¨²ne 450 d¨®lares.
Mar¨ªa Ang¨¦lica L¨®pez: ¡°Trabaj¨¦ en el sistema de AFP, sab¨ªa de qu¨¦ se trataba¡±
Entre los 25 y los 60 a?os Mar¨ªa Ang¨¦lica L¨®pez (63 a?os, Santiago) solo tuvo una laguna laboral. Dej¨® de trabajar ocho a?os para cuidar a sus hijos ¨Ctiene tres- cuando eran peque?os. Al momento de jubilar, ten¨ªa el equivalente a 68.000 d¨®lares ahorrados, lo que hoy le da derecho a recibir casi 280 d¨®lares al mes. Pero ella dice que no se sorprendi¨® de lo baja que es su pensi¨®n: parte importante de su carrera laboral la hizo trabajando en la industria de AFP en el ¨¢rea de ventas. ¡°Trabaj¨¦ en el sistema de AFP, sab¨ªa de qu¨¦ se trataba¡±, dice. Aunque ya jubil¨®, Mar¨ªa Ang¨¦lica sabe que no puede dejar de trabajar, tampoco su marido con el que vive en su casa de Pe?alol¨¦n, una comuna de clase media de la zona cordillerana en Santiago. Cuenta que gracias a que siempre ahorr¨® y a su trabajo le alcanza para sus gastos y los de su familia y espera que lleguen luego los 65 a?os para poder acceder al bono por hijo vivo [una ayuda a las madres] y a la PGU. ¡°Gracias a Dios siempre he sido ahorrativa, porque con la pensi¨®n que tengo no podr¨ªa vivir¡±.
Doris Reyes: ¡°Me cost¨® mucho decidirme a postular a la PGU¡±
Durante m¨¢s de 11 a?os Doris Reyes (66 a?os, Santiago) trabaj¨® en una corredora de seguros, luego estuvo siete a?os m¨¢s a cargo de una estaci¨®n de servicio. Pero en esos dos empleos siempre entreg¨® boleta de honorarios, no ten¨ªa contrato y nunca cotiz¨® en una AFP. Reci¨¦n a los 55 a?os, ya separada de su esposo, empez¨® a trabajar en una corredora de propiedades y se afili¨® al sistema. Cuando jubil¨®, cinco a?os m¨¢s tarde, sus ahorros eran de 1.460 d¨®lares. Le pagaron 120 d¨®lares mensuales por un a?o hasta que ese dinero se acab¨®. A los 65 a?os cobr¨® el bono por hijo nacido vivo ¨Ctiene tres hijos¨C uno de los beneficios a las mujeres implementado en el primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), por el que recibe unos 13 d¨®lares al mes. Y en enero de este a?o decidi¨® hacer los tr¨¢mites para postular a la PGU.
¡°Me cost¨® mucho decidirme a pedirla, sent¨ªa que no me correspond¨ªa, porque yo pude haber cotizado, pero prefer¨ªa boletear para no perder ese 10% de descuento de la AFP¡±, cuenta. Hoy alquila una caba?a en en Curanipe, un balneario del centrosur de Chile, por la que paga cerca de 230 d¨®lares al mes. Y vive gracias a los cerca de 240 d¨®lares que recibe de la PGU y a los intereses que le entrega un dep¨®sito a plazo que tiene en el banco con el que espera comprarse una casa propia, aunque, confiesa: ¡°Cada vez tengo menos y no s¨¦ si realmente podr¨¦ comprar con lo que tengo¡±.
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